Mi esposa falleció y no puedo recuperarme de su pérdida

Pregunta

Mi esposa falleció hace un par de años y aún me está costando aceptarlo. Sé que el plan de Salvación es verdadero y que nuestro matrimonio es eterno, sin embargo, me asusta que esto no sea real y nunca la vuelva a ver. 

Mis familiares comentan que es porque estoy solo y que debería volver a casarme, pero yo no quiero a alguien más. ¿Qué puedo hacer?

Respuesta

Lamento mucho tu pérdida. Recuerdo una vez que una viuda me dijo “Ninguna pérdida se compara con la de un cónyuge” y considero que es verdad. 

Reconozco que las palabras bienintencionadas de otros a veces abren aún más tus heridas.

Puede que sientas que hay algo mal en ti o que estás fallando en tu testimonio porque no importa cuánto ayunes, ores, leas las Escrituras, asistas al templo y trates de vivir rectamente, sigue siendo doloroso.

Incluso, confiar en que te reunirás algún día con ella es doloroso porque no estás con ella aquí y ahora. Es algo totalmente comprensible.

No hay nada malo contigo, incluso si han pasado más de dos años, te dolerá, ya que has pasado muchas cosas con tu esposa por muchos años. 

Como dijo la Reina Isabel II:

“El dolor es el precio que pagamos por el amor”.

El privilegio de vivir con tu esposa, sentir el gozo de los buenos años y tener experiencias, sentirse amado por ella y tu dolor es el precio por todo eso.

El élder Lancé B. Wickman profundizó esta verdad: 

“El dolor es el resultado natural del amor. Nadie puede amar desinteresadamente a una persona y no sentir una profunda pena por su sufrimiento o eventual muerte. La única forma de evitar el dolor sería no experimentar el amor, sin embargo, es el amor el que da a la vida su riqueza y su significado”.

En otras palabras, la única forma de vivir sin dolor es vivir sin amor; pero así no se puede vivir. No vale la pena. 

Entonces, ¿qué haces ahora?

Permítete estar en duelo. Permítete llorar. No huyas de ello. No lo reprimas. Date tiempo para sentirlo, todos los días si es necesario, antes de continuar con tu trabajo y actividades.

Por otro lado, Steven Eastmond, terapeuta especializado en el proceso de duelo explicó que:

“El duelo es doloroso, pero puede ser el bálsamo que nos ayuda a sanar cuando se le permite hacer su trabajo de manera apropiada. El primer paso en manejar el duelo es reconocer que el dolor es una parte normal del proceso. Necesita ser reconocido, no evitado”.

Luego de que perdí a mi madre, el Espíritu Santo me recordó: “Duele porque amas, eso es bueno, porque el amor y el dolor es esencial para el crecimiento”.

Descubrí que, debido a mi dolor, podía empatizar mejor, servir y levantar a otros que estaban de duelo. Estás en posición de “llorar con los que lloran; sí, y a consolar a los que necesitan de consuelo” (Mosíah 18:9) debido a lo que estás pasando.

Dale un propósito a tu dolor. Busca a otros que estén pasando por situaciones similares y bríndales tu apoyo. Permíteles estar ahí para ti también.

Ashley Isaacson Woolley, una madre que perdió a un hijo, escribió sobre su experiencia que:

“En el plan de Dios para mí, el duelo fue un fuego purificador que transformó mi amor por los demás, mi perspectiva sobre los desafíos de la vida y mi fe en el Padre Celestial”

Tu dolor, aunque disminuirá, siempre estará contigo. Aún puedes ser feliz y encontrar gozo. Esta experiencia puede transformarte y prepararte mejor para la gloria celestial con tu esposa.

Hablando de la gloria celestial, no estás obligado a volver a casarte. Otros pueden pensar que debes hacerlo, y si llega el momento en que se sienta bien y encuentras a alguien, absolutamente hazlo.

Pero una nueva relación no puede desempeñar un papel en tu sanación a menos que estés listo para ello. Apresurar un nuevo romance para dejar de sufrir es como poner una curita sobre una herida de bala.

Solo Cristo puede remediar eso. Una nueva relación, cuando es correcta, puede ser un bálsamo que alivia la soledad, pero no puede reemplazar a tu esposa.

En cuanto a tus temores sobre “que nada de esto sea real”, te comparto las sabias palabras del historiador Will Durrant, citado por el apóstol Hugh B. Brown:

“Nadie merece creer a menos que haya servido un aprendizaje en la duda”.

Es natural tener dudas. Está bien luchar con la duda, con las preguntas y con la incertidumbre. Si se hace correctamente, esto nos lleva a buscar la sabiduría del propio Dios. Te recuerdo las palabras del hombre que, después de pedirle al Salvador que sanara a su hijo, clamó: 

“Creo; ayuda mi incredulidad”. (Marcos 9:24)

Alma enseñó que incluso después de haber obtenido un testimonio, aún no lo tenemos todo resuelto. Todavía no estamos seguros. Él preguntó:

“He aquí, ¿es perfecto vuestro conocimiento después de haber gustado esta luz? He aquí, os digo que no; ni tampoco debéis dejar a un lado vuestra fe, porque tan solo habéis ejercitado vuestra fe”.(Alma 32:35-36).

A medida que te acerques a Dios, ganarás luz y verdad, volviéndote más y más seguro de tu reunión con tu esposa, pero mientras avanzas, debes elegir creer antes de poder saber.

No te conozco, querido hermano, pero te quiero. Mi corazón está contigo. Que Dios te bendiga y espero que esto haya ayudado.

Fuente: LDS Living

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@masfe.org Si no perdonamos a nuestros semejantes ¿Cómo podemos esperar que Dios nos perdone? El perdón no solo aligera nuestras cargas, sino que nos ayuda a ser libres mental y emocionalmente y eso es lo que Dios quiere para ti. #perdon #biblia #mateo #jesus #pazmental #consejo #cristianos #cristianostiktok #sud #preguntas #queteperdonedios #ellayyo #sabiasque #respuestas ♬ sonido original – Masfe.org

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