El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, se dirigió a los nuevos presidentes de misión en el Seminario para Nuevos Líderes de Misión 2024 el viernes 21 de junio, enfatizando el papel fundamental del albedrío moral tanto en la obra misional como en su desarrollo espiritual general.
Central en el plan de felicidad de Dios, el albedrío moral nos empodera para actuar y elegir por nosotros mismos, moldeando quiénes llegamos a ser. El élder Bednar nos invita a reflexionar y profundizar nuestro entendimiento de este concepto vital.
¿Qué es el albedrío moral?
El élder Bednar define el albedrío moral como “la capacidad y el privilegio de elegir y actuar por nosotros mismos en formas que sean buenas, honestas, virtuosas y honorables”.
Nos permite ser participantes activos en nuestras vidas, en lugar de receptores pasivos de lo que sucede a nuestro alrededor.
“El propósito mismo de la Creación y de nuestra existencia mortal es brindarnos la oportunidad de elegir y actuar para convertirnos en lo que el Señor nos invita a ser”.
Además, expresó que el plan de felicidad de Dios se centra en el albedrío moral. Nos otorga la oportunidad de elegir y actuar de maneras que nos conviertan en lo que Él desea para nosotros.
El élder Bednar usa el himno n.°155 “Haz el bien” como recordatorio de que el albedrío no se trata de hacer lo que queramos, sino de alinear nuestras elecciones con las verdades eternas.
El albedrío moral y el discipulado
Los verdaderos discípulos de Cristo comprenden que el albedrío viene acompañado de la responsabilidad por nuestros actos.
Actuamos como agentes tanto en el aspecto temporal como espiritual de nuestra vida, sirviendo a los demás y esforzándonos por vivir con rectitud.
Como enseñó el élder Dale G. Renlund, la meta de Dios es que escojamos el camino correcto y lleguemos a ser como Él.
“El objetivo de nuestro Padre Celestial al guiarnos no es que Sus hijos e hijas hagan lo justo; es que Sus hijos elijan hacer lo justo y, en última instancia, se conviertan en seres como es Él”.
Si bien somos libres de elegir, todas nuestras decisiones tienen consecuencias. En última instancia, somos responsables ante Dios por el camino que tomamos.
El élder Bednar declaró:
“El albedrío moral no es estático; está aumentando o disminuyendo dinámicamente para cada uno de nosotros. Las decisiones justas y la obediencia expanden nuestro albedrío moral. Las decisiones incorrectas y la desobediencia disminuyen nuestro albedrío moral”.
El élder Bednar usó el ejemplo de los códigos de honor de las universidades para ilustrar este punto. Seguir estos códigos no representan una restricción al albedrío de cada persona; es honrar un compromiso hecho para recibir los beneficios de la universidad.
El albedrío y los convenios
El apóstol expresó que ejercer el albedrío implica tanto elegir vivir de acuerdo con los principios del Evangelio como aceptar las bendiciones y obligaciones que vienen con esas elecciones.
Hacer y guardar convenios sagrados es esencialmente una entrega voluntaria de nuestro albedrío a Dios.
Tratar de justificar el comportamiento pecaminoso demuestra un malentendido en cuanto a esta conexión.
Desobedecer los mandamientos de Dios no es simplemente ejercer el albedrío. Para aquellos que han hecho convenios sagrados, es una violación de esos compromisos y un alejamiento de Dios. La verdadera obediencia proviene de un lugar de compromiso voluntario, no de obligación.
“Para las personas que previamente usaron su albedrío para hacer compromisos sagrados, tales acciones violan los convenios con Dios, les hacen apartarse y dejar de recordarlo, y repudian Su nombre y la responsabilidad de representarlo”.
El dulce fruto de la obediencia
Al esforzarnos por seguir los mandamientos y honrar nuestros convenios, descubrimos el gozo de vivir el Evangelio.
La obediencia se convierte en menos una tarea y más en un “dulce fruto” que fortalece nuestra conexión con Dios y nos permite experimentar todas las bendiciones del albedrío moral.
El mensaje del élder Bednar nos recuerda que “el albedrío moral es un don de Dios, central para nuestro crecimiento espiritual y la obra misional”.
Al comprender su propósito y usarlo con rectitud, podemos llegar a ser mejores discípulos de Jesucristo.
Fuente: Church News