La mayoría de nosotros recordamos cuando Sherem negó a Cristo y pidió una señal. La obtuvo, pero fue herido.
“Y aconteció que me dijo: Muéstrame una señal mediante este poder del Espíritu Santo, por medio del cual sabes tanto.
Y le dije: ¿Quién soy yo para que tiente a Dios para que te muestre una señal en esto que tú sabes que es verdad? Sin embargo, la negarás, porque eres del diablo.
No obstante, no sea hecha mi voluntad; mas si Dios te hiriere, séate por señal de que él tiene poder tanto en el cielo como en la tierra; y también de que Cristo vendrá. ¡Y sea hecha tu voluntad, oh Señor, y no la mía!”. (Jacob 7:13-15)
Señales de la veracidad del evangelio restaurado
Algo similar casi ocurre cuando un hombre se acercó a José Smith y pidió una señal como prueba de que el evangelio era verdadero.
“Cuando La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se estableció, las personas se levantaban y preguntaban: ‘¿Qué señal nos mostrarás para que podamos creer?’
Recuerdo a un predicador que fue a ver a José Smith; creo que se llamaba Hayden. Entró, se presentó ante José y dijo que había recorrido una gran distancia para convencerse de la verdad.
‘Verá, Sr. Smith, quiero conocer la verdad, y cuando esté convencido, dedicaré todo mi talento y tiempo a la defensa y divulgación de las doctrinas de su religión. Quiero que sepa que convencerme equivale a convencer a toda mi congregación, lo que significaría cientos de personas’, expresó el predicador.
José comenzó a explicarle el surgimiento de la obra y los primeros principios del evangelio, cuando el Sr. Hayden exclamó: ‘¡Oh, esa no es la señal que necesito! La prueba que deseo es un milagro notable, quiero ver una poderosa manifestación del poder de Dios; quiero ver un milagro asombroso. Si realiza tal milagro, entonces creeré con todo mi corazón y alma, y usaré todas mis fuerzas y toda mi gran influencia para convencer a otros; y si no realiza un milagro de ese tipo, entonces seré su peor y más peligroso enemigo’.
Jose respondió: ‘Bien, ¿qué desea? ¿Quiere quedar ciego o mudo? ¿Quiere quedar paralizado o desea tener una mano atrofiada? Escoja lo que desee y en el nombre del Señor Jesucristo será hecho’.
El predicador respondió: ‘Ese no es el tipo de milagro que quiero’.
José le respondió: ‘Entonces, señor, no hay nada que pueda hacer. No voy a traer ningún mal sobre otra persona, señor, solo para convencerlo’”. (Journal of Discourses, Vol.2, p. 326 – P. 327, George Albert Smith, 24 de junio de 1855)
Fuente: Meridian Magazine
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