En uno de los paisajes más frecuentados de Provo, Utah, un grupo de estudiantes y profesores de Brigham Young University (BYU), está cambiando el curso de la naturaleza, un brote a la vez.
En lugar de combatir incendios con mangueras o equipos especializados, estos investigadores están utilizando una estrategia inesperada pero eficaz: flores silvestres.
El proyecto se lleva a cabo en Rock Canyon Trailhead, un popular punto de inicio para caminatas que en los últimos años ha sido afectado por la propagación de una hierba de maleza invasiva.

Aunque a simple vista parece inofensiva, esta hierba es una de las principales responsables de incendios forestales en la región. Durante el verano se vuelve seca y quebradiza, actuando como combustible perfecto para cualquier chispa que se presente.
Además, crece con rapidez, absorbe grandes cantidades de agua y deja poco espacio para que florezcan las especies nativas.
Frente a este problema, el profesor Phil Allen, del Departamento de Ciencias Vegetales y de Vida Silvestre de BYU, ha liderado un esfuerzo para devolver el ecosistema de Rock Canyon a su estado original.

El primer paso es la eliminación de especies invasoras como la hierba mala. Pero no se trata simplemente de arrancar plantas.
“Lo complicado es saber cuáles son maleza y cuáles son flores. Cuando son jóvenes, se parecen mucho, así que hay que saber identificarlas y enseñar a otros a hacerlo también”.
Durante los últimos 25 años, miles de estudiantes de BYU han participado en esta restauración.
Su trabajo ha permitido que lentamente regresen las más de 130 especies nativas de plantas que alguna vez florecieron en la zona. Esta iniciativa no solo es ecológica, sino también educativa y comunitaria.

En colaboración con la ciudad de Provo, se han añadido nuevos senderos, un anfiteatro, señalización educativa y un estacionamiento más amplio.
Pero la restauración del paisaje no termina allí. Una de las mayores dificultades ha sido reproducir las especies nativas, cuyos semillas no se venden en tiendas comerciales. Por eso, Allen y su equipo de estudiantes recolectan semillas de flores silvestres de diferentes partes de la Cordillera Wasatch y las cultivan en parcelas experimentales para observar cuáles prosperan mejor en Rock Canyon.
Una de las investigadoras estudiantiles, Abigail Lundberg, compartió:
“El objetivo es crear un paisaje que requiera menos agua y que sea más sostenible a largo plazo. Estas flores silvestres no solo ayudan a prevenir incendios, sino que también son mucho más bonitas que la mala hierba”.

La restauración de Rock Canyon también depende del compromiso de la comunidad. Allen invita a los residentes locales a adoptar un área del sendero para encargarse de deshierbarla regularmente y mantener su belleza.
“Tenemos la bendición de tener un lugar tan especial tan cerca del campus. Cuidar estos paisajes permitirá que más personas puedan tener experiencias significativas con la naturaleza en los años venideros”.
Gracias a estos esfuerzos conjuntos, Rock Canyon no solo se está salvando de futuros incendios, sino que se está transformando en un espacio vibrante y resiliente, donde la ciencia y la naturaleza florecen juntas.
Fuente: Meridian Magazine
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