No todas las conversiones comienzan en una capilla. A veces, todo empieza con una conversación, un almuerzo juntos o una amistad inesperada en el trabajo.
Hace un par de años, un empresario decidió invitar al exjugador profesional de fútbol americano Manti Te‘o, miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, a dar un discurso en un evento de su empresa.
Aunque no se conocían personalmente, el empresario sentía admiración por Manti y por cómo había manejado momentos difíciles con integridad. Su mensaje dejó una huella profunda en todos los presentes.
Con el tiempo, ambos se reunieron nuevamente para almorzar. En medio de la conversación surgió una idea casual: que Manti se uniera a la empresa por un tiempo y ganara experiencia en el área de inversiones.
Y así fue.
Al poco tiempo, se integró al equipo.
Durante su tiempo en la oficina, Manti compartió espacio con Bogdan Manoli, un colega que venía de un contexto muy distinto.
Nacido en Rumanía y con experiencia militar, Bogdan emigró a los Estados Unidos, donde comenzó a trabajar en el sector inmobiliario. A pesar de sus historias tan diferentes, entre ellos surgió una amistad genuina.
Nuevas oportunidades, nuevos cambios
Tras unos meses, Manti recibió una nueva oportunidad profesional: convertirse en analista de la NFL en Good Morning Football. Se despidió del equipo con entusiasmo, y su salida fue celebrada con gratitud y apoyo.
Unos meses después, Manti regresó a la oficina solo para saludar. Almorzó con su antiguo jefe y con Bogdan. La reunión fue cálida, amistosa, y quedó grabada en la memoria del empresario.
Al volver a su escritorio, vivió una experiencia difícil de explicar. Tuvo una impresión espiritual clara: vio a Manti bautizando a Bogdan, y a él mismo dándole la confirmación.
Aunque nunca habían hablado de religión con Bogdan, esa misma noche decidió enviarle un mensaje a Manti contándole lo que había sentido. La respuesta fue inmediata:
“¡Hagámoslo! No hay nada más importante».
El tiempo pasó. En un viaje de trabajo a Texas, el empresario y Bogdan almorzaron juntos en un restaurante sencillo. D
urante la conversación, Bogdan confesó que estaba buscando más espiritualidad en su vida. Esa apertura fue la puerta perfecta para hablarle sobre el Evangelio. Le preguntó si estaría dispuesto a conocer a los misioneros y asistir a la Iglesia. Bogdan aceptó.
Así comenzó un proceso de varios meses, lleno de lecciones, conversaciones sinceras y apoyo. Manti participó activamente, compartiendo su testimonio y acompañando el proceso con cariño.
Finalmente, en mayo, Bogdan anunció que quería bautizarse. Un mes después, Manti lo bautizó y su amigo lo confirmó.
No siempre entendemos por qué el Señor nos muestra ciertas cosas, pero cuando Él lo hace, es por una razón. El Evangelio puede llegar de maneras inesperadas, y las amistades sinceras pueden convertirse en un camino hacia la verdad.
Fuente: LDS Living
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