En Mateo, leemos sobre los magos del oriente (Mateo 2: 1-12) que siguieron una estrella para llevarle regalos al niño Jesús.
El Diccionario de la Biblia explica que estos hombres no eran eruditos ni astrólogos, pero eran espiritualmente sensibles y conocedores, “profetas en una tarea divina”.
Dios guió al profeta Lehi y a su familia a las Américas, ¿acaso no sería posible que también haya guiado a otros israelitas fieles a otras partes del mundo?
Tenemos los palos de Judá y José, pero un día también tendremos los palos de otras tribus. Independientemente de donde se encontraran los reyes magos e indistintamente de qué tribu procedieran, ellos, como Lehi y Nefi, sabían de Cristo y esperaban Su llegada.
En una oportunidad, asistí a un devocional de Navidad en el que discursó el élder Craig A. Cordon, un Setenta Autoridad General. Hizo la siguiente pregunta:
“¿Cómo los reyes magos sabían que la estrella era una señal del nacimiento de Cristo?”
Yo supuse que se había profetizado en alguna parte del Antiguo Testamento.
No obstante, el élder Cardon señaló que nuestro Antiguo Testamento actual no muestra dicha profecía. Expresó:
“Cada año, en Navidad, las personas de casi todas las denominaciones cristianas celebran el nacimiento del Señor al representar la Natividad con los reyes magos siguiendo una estrella.
Hoy en día leemos de “Su estrella” en el Nuevo Testamento (Mateo 2:2), pero ¿cómo los magos, que no tuvieron el Nuevo Testamento, supieron de esta señal sagrada?
La mayoría de cristianos creen que no hay ninguna escritura ni revelación más allá de la Biblia, pero de las 43 apariciones de la palabra estrella en el Antiguo Testamento, solo una hace referencia al Salvador (Números 24: 17) y, en ese caso, la palabra es un título, no un objeto celestial.
¿Cómo los reyes magos sabían que debían buscar una estrella? Puede que las personas no lo hayan notado, pero cualquiera que crea que los magos llegaron el día del nacimiento de Cristo reconoce que tuvieron que existir otras escrituras y revelaciones además de la Biblia”.
La percepción del élder Cardon me impresionó profundamente. ¿Acaso no es fascinante que en la actualidad todo el cristianismo hable y cante sobre la profecía de una estrella que no se encuentra en nuestro Antiguo Testamento actual, sino en el Libro de Mormón?
Fue Samuel el Lamanita que profetizó:
“Aparecerá una estrella nueva, tal como nunca habéis visto”. (Helamán 14: 5)
Por supuesto, los magos no pudieron haber leído sobre la estrella en las escrituras registradas en la antigua América. Pero, la presencia de la profecía en ese tiempo, nos permite suponer que un conocimiento similar se pudo haber revelado a los profetas en otros lugares.
Del mismo modo que a los israelitas fieles de América se les dijo que estuviera atentos esta señal mientras esperaban la llegada del Salvador. Seguramente, en otros lugares, hubo otros grupos de creyentes fieles a los que se les dijo que buscaran la misma señal.
El Diccionario de la Biblia señala:
“Lo más probable es que fueran representantes de una rama del pueblo del Señor, residentes de algún lugar al este de Palestina que, guiados por el Espíritu, hayan ido a contemplar al Hijo de Dios para regresar luego a su pueblo y testificar que el rey Emanuel de cierto había nacido en la carne”.
Los no creyentes también deben de haber visto la estrella. No podrían haber pasado por alto una vista tan espectacular, pero ciertamente no la vieron como una señal. Simplemente se maravillaron por su rareza.
Solo los magos fueron quienes reconocieron la estrella por lo que era y la siguieron para guiarlos hacia el Salvador.
Este es un extracto del libro “Because of the Messiah in a Manger”, publicado originalmente en ldsliving.com con el título “How Did the Wise Men Know to Look for a Star?”