Al igual que José Smith estaba buscando una religión con la que me identificara. Busqué en todos los rincones de Internet y escuché muchos sermones cristianos. Pero, no fue hasta octubre de 2014 que encontré lo que tanto ansiaba. Descubrí la Conferencia General.
Mi amor por la Conferencia General comenzó a los 18 años, casi inmediatamente después de que escuché por primera vez sobre el Evangelio restaurado.
Comencé a reunirme con los misioneros a mediados de un hermoso setiembre en Michigan. Luego, en octubre vi a un profeta viviente de Dios.
Para octubre de 2014, estaba segura de dos cosas: (1) que el presidente Thomas S. Monson era definitivamente un profeta de Dios y (2) que estaba ansiosa por escuchar lo que tenía que decir.
Solo había recibido algunas lecciones con los misioneros hasta el momento, por lo que la Conferencia General se sintió como tomar agua de una manguera contra incendios.
Deseaba comprender e interiorizar cada palabra. Tomé nota lo más rápido que pude para poder registrar toda la luz y verdad que estaba escuchando. Incluso hice dibujos para ilustrar lo que dijeron algunos discursantes.
Escuchar la voz y el testimonio del presidente Monson en particular fue emocionante.
Fue muy impactante verlo y saber que él era un profeta viviente de Dios. Que estaba ahí, frente a mí, en la pantalla de mi televisor, hablando y sonriendo.
Después de uno de sus discursos, anoté una pregunta conmovedora: “¿Por qué haría algo diferente cuando ya encontré la verdad?”
Llegué a la Conferencia General con muchas preguntas y me fui de la Conferencia General con muchas oraciones respondidas. El camino que tenía ante mí era sencillo. Sabía que tenía que seguir aprendiendo sobre el Evangelio restaurado y seguir las enseñanzas de Cristo.
Como conversa, he visto la Conferencia General con amigos y por mi cuenta. La he visto en dormitorios, salones de estudio, departamentos, casas e incluso en el Centro de Conferencias. Pero, no importa dónde esté, la experiencia es la misma. Me encanta cada vez que la veo.
Me encanta escuchar a los siervos escogidos del Señor. Realmente escuchamos a profetas vivientes, verdaderos apóstoles y líderes divinamente designados.
Durante la mayor parte de mi vida, no tuve idea de que esto pudiera ser una posibilidad. Suena como algo salido de un cuento de hadas porque parece demasiado bueno para ser verdad. Pero, es verdad.
El Señor ha dicho:
“Mi palabra no pasará, sino que toda será cumplida, sea por mi propia voz o por la voz de mis siervos, es lo mismo”. (DyC 1:38)
Escuchar a Sus siervos escogidos en la Conferencia General es como escucharlo a Él. Me encanta escuchar de Jesucristo. A veces, Sus palabras me toman por sorpresa, mientras que en otras oportunidades Sus palabras se sienten dulces y familiares.
Una de las veces en que Sus palabras me tomaron por sorpresa fue durante la última Conferencia General. El élder Neil L. Andersen compartió el discurso “Recuerdos espiritualmente decisivos”. Sentí como si a través de la invitación del élder Andersen, el Salvador del mundo se estuviera dirigiendo a mí personalmente, dijo:
“Atesoren sus recuerdos sagrados. Créanlos. Escríbanlos. Compártanlos con sus familiares.
“Confíen en que les han sido dados por su Padre Celestial y por Su Hijo Amado.
“Permitan que les den paciencia en sus dudas y entendimiento en sus dificultades.
“Les prometo que, a medida que reconozcan de buena gana y atesoren cuidadosamente los acontecimientos espiritualmente decisivos de su vida, recibirán más y más”.
Seguí esa invitación, sabía que era exactamente lo que el Salvador me habría aconsejado que hiciera. Comencé a registrar cada momento en el que el Padre Celestial me había hecho sentir especial.
Una de las cosas más bonitas para mí es que el Espíritu puede ayudarnos a recordar más de lo que podemos por nosotros mismos. Cristo enseñó:
“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho”. (Juan 14:26)
Mientras estaba sentada recordando momento tras momento, podía sentir al Señor ayudándome a través del Espíritu.
En momentos en los que me sentía estancada e incapaz de pensar en otra cosa, el Espíritu me preguntaba apaciblemente: “¿Qué hay de esto?” Entonces, seguía escribiendo.
Parecía como si el Señor y yo estuviéramos escribiendo una historia juntos: nuestra historia.
Mi lista pasó de unos cuantos recuerdos a 75 indicadores poderosos de que el Señor siempre ha estado pendiente de mí.
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La promesa del élder Andersen resonó especialmente en mí porque, aunque me he convertido al Evangelio, también he experimentado muchas dudas.
Ahora, esas dudas quedan completamente superadas por todas las experiencias personales que he tenido con el Salvador y Su expiación.
Me siento fortalecida y protegida por Él, y las dudas han perdido su poder sobre mí.
El Salvador siempre ha recordado los momentos sagrados que tuve con Él. Pero, ahora yo también los recuerdo porque seguí el consejo de uno de Sus siervos escogidos.
No tengo idea de lo que el Señor nos dirá este fin de semana a través de Sus líderes escogidos. Pero, no puedo esperar a escuchar lo que nos invitarán a hacer, así como a recibir las bendiciones que prometerán.
Independientemente de dónde te encuentres espiritualmente, e incluso si verás la Conferencia General solo, como lo haré yo, hay una gran razón para regocijarte: El Señor nos habla hoy.
Fuente: LDS Living