El hinduismo es una de las tradiciones espirituales más antiguas que todavía se practica en la actualidad. Las raíces de su origen comenzaron hace casi 4000 años, en el valle del río Indo. Para dar un poco de contexto, el judaísmo tiene aproximadamente 3 500 años; el islam, 2 500 años; y el cristianismo, 2 000 años. Así que para el tiempo en que Jesús vivía y enseñaba en Jerusalén, el hinduismo ya existía desde hace dos milenios. Este periodo de vida de 4 000 años ha hecho que la tradición hindú sea increíblemente rica, hermosamente variada e inmensamente sabia.
El mormonismo existe hace 188 años, solo el 5% de la edad del hinduismo. Como mormones, nos sentimos orgullosos de tener el evangelio restaurado pero olvidamos que somos relativamente bebés en el contexto de las religiones del mundo.
Sentémonos por un momento en el entendimiento de nuestros primos espirituales. El camino hacia la iluminación espiritual está abierto para todos. Caminar por este sendero con nuestros corazones abiertos podría expandir la comprensión de nuestras propias prácticas espirituales. Esto nos conduce a una fe mormona más madura que ha aprendido de la sabiduría de los años.
Personalmente, el hinduismo me ha enseñado más de lo que pensaba que necesitaba aprender sobre mi propia práctica espiritual.
1. Karma
Karma es una palabra sánscrita que significa acción, trabajo o creencia. En su forma más simple, el karma se entiende como la ley de “lo que se siembra se cosecha.” Sin embargo, en vez de ser alguna ley mística que sirve para repartir justicia kármica para los irresponsables, simplemente el karma se debe interpretar como causa y efecto o acción y consecuencia. Actúo libremente en este universo, mis acciones libres le dan forma al mundo. Y, ese mundo me devuelve la suma de mis acciones.
Una comprensión más sólida del karma va más allá que solo la acción. La forma de nuestras vidas se dicta por nuestros pensamientos. Si mis pensamientos son bondadosos, amorosos y sinceros, así serán mis acciones. Si mis acciones son amables, amorosas y sinceras, es más probable crear circunstancias, por medio del karma, donde mi amabilidad y amor regresen a mí. Si considero la bondad, es más probable que note que otras personas son amables y buscaré oportunidades para mostrar amabilidad. Por lo tanto, a través de mis pensamientos y acciones, el karma crea mi mundo para devolverme la suma de esos pensamientos y acciones.
El equivalente del mormonismo para el karma sería la “ley de la cosecha” como Jesús la enseñó en el Nuevo Testamento. Cosechamos lo que sembramos. Nuestra cosecha se dicta por las semillas del pensamiento y las acciones que plantamos en nuestras vidas. El karma, o la ley de la cosecha, va de la mano con el énfasis del mormonismo en el albedrío. Sin embargo, por lo general, cuando nos centramos solo en nuestra capacidad individual de acción, el karma pone nuestro albedrío personal en su propio contexto global.
Mis pensamientos anteceden a mi albedrío, que interactúa con el karma para devolverme la suma de mis pensamientos. Pero, como ningún hombre es una isla, mi albedrío existe en un mundo de otros agentes. Todos participamos en la “ley de la cosecha”, o karma, para crear colectivamente el mundo en que vivimos. El estado de miseria del mundo en cualquier momento dado es creado por toda la humanidad. Sin embargo, el estado de felicidad de cualquier pequeña esquina del mundo, nuestra pequeña esquina, es creado por nosotros mismos y aquellos que amamos.
2. Dharma
Esta palabra presenta un problema porque existen muchas ideas diferentes para expresar su significado. El destacado erudito hindú Eknath Easwaran traduce el concepto de dharma como nuestro deber con “la ley universal que mantiene unidas a todas las formas de vida.” Además, sostiene que el dharma es el orden, integridad y armonía esenciales del universo, la ley de relación.
Todas las cosas, por medio del karma, se relacionan de una forma u otra. Y, el dharma es nuestro deber con esta relación universal. ¿Qué deber tengo en un universo donde todo es mi prójimo?
Jesús nos enseñó una forma de dharma cuando le preguntaron cuál era el mayor mandamiento. Amar a Dios con todo tu corazón y amar al prójimo como a ti mismo. Esta enseñanza nos indica que el deber que tenemos con un universo lleno de prójimos es el amor. Debo amar a Dios y la obra de Su mano con todo mi corazón. Además, debo amar a mí prójimo como a mí mismo.
Bhagavad Gita (una escritura hindú) amplia este concepto del dharma y eventualmente, muestra que mientras el dharma de una persona se adapta a su propia vida, finalmente todo resulta en el más alto dharma del amor. En esta ley o deber se incluyen todas las leyes, los profetas, los rituales, las ordenanzas y los sacrificios, el amor.
Sin embargo, un aspecto del dharma ciertamente lo distingue de la ética cristiana del amor. Es importante trabajar nuestro dharma sin ser motivado por una recompensa. De hecho, Bhagavad Gita se asegura de que comprendas esta idea, (2: 47 – 49): “tienes el derecho de trabajar, pero nunca para el fruto del trabajo. Nunca debes involucrarte en la acción de beneficiarte de la recompensa… aquellos que solo se vean motivados por el deseo de los frutos de la acción son desdichados, ya que constantemente están ansiosos por los resultados de lo que hacen.”
El dharma nos pide que cumplamos con nuestro deber de amar, pero sin interesarnos en la recompensa. Para mí, esta fue una lección difícil de aprender. Antes de leer Bhagavad Gita mi mantra era “la obediencia trae bendiciones del cielo.” Obedezco porque deseo que Dios me bendiga. No obstante, según una revisión más profunda, esta motivación era un poco interesada. Exteriormente, podría sentir que estaba obedeciendo porque amo a Dios pero en mi corazón, obedezco porque deseo la recompensa por obedecer, el cielo. Esto convierte mi relación con Dios en una transacción. Dios se vuelve una máquina expendedora cósmica.
Esta no es una relación. De hecho, difícilmente es una relación en absoluto. Si la nuestra debe ser una relación de amor. Entonces, requiere que no nos veamos motivados a actuar por el deseo de una recompensa. El amor no es transaccional, el amor es una gracia, un don, que se da sin requerir de un valor o una recompensa. Mientras vivo el más alto dharma del amor, me cambia en cierto nivel importante y por medio del karma, cambia el mundo que me rodea. El dharma crea una vida digna de ser vivida y un mundo digno en donde vivir. Puedo amar completamente a mi familia, mi prójimo, mi entorno y a veces, las responsabilidades mundanas de la vida. Y, esa es la recompensa suficiente para mí. Cualquier cielo que pueda alcanzar solo es la cereza del pastel de dharma.
3. Unidad
El karma y el dharma se basan en la verdad subyacente de la unidad de todas las cosas. Uno de mis versos favoritos de Bhagavad Gita dice: “viven en la sabiduría de verse a sí mimos en todo y todo en ellos” (2:55). En un nivel físico, esto es fácil de ver. Todas las cosas, incluyéndote a ti mismo, están compuestas por una variedad de moléculas que son una cierta selección de átomos. Todas las cosas vivientes comparten gran parte del mismo ADN. De hecho, la única diferencia entre tú y un plátano comprende algunas variaciones de secuencias de ADN. El aire que respiro tiene moléculas de oxigeno que han existido por milenios y han viajado a través de innumerables pares de pulmones.
También te puede interesar: New York Times: ¿Por qué los mormones defienden la libertad religiosa de los musulmanes?
Sin embargo, en el hinduismo, esta comunidad comprende más que solo nuestros cuerpos. Brahman es la palabra sánscrita para la realidad espiritual máxima que yace en la base de todas las cosas. Todo en el mundo (las piedras, los animales, las plantas y las personas) deriva su existencia de este braham. Esta realidad se extiende en la comprensión del karma y el dharma. Todas las cosas están tan relacionadas espiritual y estrechamente que no es insondable ver cómo los pensamientos o acciones pequeñas pueden tirar de las cuerdas kármicas de cierta manera para provocar las circunstancias de tu vida. Y, no es difícil de entender por qué debemos vivir el más alto dharma del amor de todo, cuando todo es tu prójimo físico y espiritual.
Esta unidad no solo es un simple ejercicio intelectual. Se puede experimentar por medio de la oración, la meditación y la consideración. Una experiencia con esta semejanza espiritual resta la violencia y aumenta la capacidad de conocer y expresar amor.
Este principio de unidad está más familiarizado con el mormonismo de lo que la mayoría cree. En el libro de Abraham, aprendemos que Dios se descubre a sí mismo en medio de la inteligencia eterna y la organizó en todas las cosas. Además, aprendemos a través de José Smith en Doctrina y Convenios 93, que la inteligencia es la luz y la verdad fundamentales con las que se crearon nuestras identidades. Y, no solo nuestras identidades humanas, todas las cosas.
Existe inteligencia en los árboles, los animales, las piedras y en nosotros. No está claro si el concepto mormón de la inteligencia y el concepto hindú del braham universal son los mismos. Pero, esa teología mormona acepta que la naturaleza espiritual de todas las cosas es reveladora y la unidad de esa naturaleza espiritual es clara.
Deseo que nos preocupemos más por esto como mormones. Como dije anteriormente, experimentar esta unidad trascendente por medio de la contemplación y la meditación cambiará tu vida. Es una de las mejores maneras de actuar con más compasión y amor hacia todas las cosas. Indudablemente, estaba en la mente de José Smith cuando hizo la obra de restauración. Sin lugar a dudas, debe estar en nuestras mentes mientras vivimos y actuamos con amor en universo de prójimos sagrados.
4. Todos los caminos conducen a mí
Bhagavad Gita (4:11) presenta una idea interesante. Krishna, la deidad principal del libro dice, “A medida que se acercan a mí, los recibo. Todos los caminos… conducen a mí.” El hinduismo y la mayoría de prácticas espirituales del oriente aceptan el concepto de la religión de manera muy diferente que en el occidente. En el cristianismo y especialmente, en el mormonismo, nos distinguimos al ser miembros de una organización religiosa específica.
Estos cuerpos eclesiásticos son una institución o un gobierno religioso propio. Sin embargo, en el hinduismo, no existen iglesias centralizadas ni creencias específicas que uno debe tener, tampoco ordenanzas específicas que se deben realizar para ser hindú. Todo se trata de tu práctica espiritual, individual y personal.
Esta es una de las ideas que obviamente se diferencia del mormonismo. Por lo general, la iglesia mormona y el cristianismo se han capitalizado en la idea de una iglesia organizada. Sí, es importante la práctica espiritual y personal, pero toma formas específicas, como el bautismo por inmersión o usar camisa blanca los domingos. Además, una iglesia organizada tiene ventajas perceptibles como la rápida prestación de ayuda humanitaria y una mayor capacidad de servir a todo el mundo.
La palabra sánscrita para esta idea es sadhana que se traduce en un estilo de vida que conduce a la meta máxima. Si bien existen algunas formas generales que toma tu sadhana, principalmente toma la forma de tu vida. La meta del hinduismo es el desarrollo interior, los pasos específicos que tomas son muy individualizados. El hinduismo se preocupa más por la práctica espiritual que por verse de cierta manera. Esto se debe a que Krishna acepta cualquier práctica espiritual hecha con devoción. En el Bhagavad Gita, Krishna dice:
Soy el objeto de toda adoración, quien la disfruta, y Señor… todo lo que me ofrezcan con devoción y con un corazón puro – una hoja, una flor, una fruta o agua – lo acepto con alegría. Todo lo que hagas, ofrécemelo – la comida que comas, los sacrificios que realices, la ayuda que brindes, incluso tu sufrimiento. De esta manera… vendrás a mí… buscándome en tu corazón, por fin, estarás unido a mí.
Todos los caminos espirituales adquieren valor propio, en este modelo. Cada tipo de vida y estilo de vida puede ser sagrado, siempre que se realice con una amorosa devoción para Dios y el universo de prójimos sagrados.
Regresando al marco del mormonismo, creo que la lección que se debe obtener con la comprensión del sadhana, es preocuparse menos de cómo los demás viven el mormonismo. Necesitamos dejar de vigilar los límites y dictar quién está dentro y quién está fuera. Además, con nuestros esfuerzos misionales, los demás podrán escuchar mejor nuestro mensaje si ven que valoramos la espiritualidad que ya tienen. Nuestros esfuerzos deberían ser más holísticos, como dijo el Presidente Hinckley “traigan todo lo bueno y toda la verdad que hayan recibido de cualquier fuente y veamos si podemos añadir a ellas.”
5. Yoga
Quizá el yoga sea el concepto hindú más reconocido. Sin embargo, probablemente, también sea el menos entendido. Cuando pensamos en el yoga, se nos vienen a la mente las posturas, los estiramientos y los movimientos. No obstante, este yoga, solo es una rama de un árbol de seis ramas. Existen otras cinco ramas que son formas diferentes de control de la respiración, la meditación, la contemplación, el servicio, el estudio y los mantras específicos. El yoga es la forma de nuestro pensamiento, espíritu, y ejercicio físico que comprende tu sadhana.
Yoga es la palabra sánscrita para yugo. Esta palabra le debe parecer familiar a todo cristiano ya que Cristo nos dijo que tomemos Su yugo sobre nosotros. Un yugo es una herramienta que se usa para unificar esfuerzos. Literalmente, el yoga es una práctica de total unificación e integración con Dios. Se podría decir que nuestras ordenanzas son el yoga del mormonismo, aunque la parte encantadora del yoga es que busca alcanzar la unidad con el cuerpo por medio de la postura y la respiración en un esfuerzo por integrar más fluidamente nuestra naturaleza espiritual.
El mormonismo tiene una teología profunda sobre el cuerpo pero no dejamos que impregne nuestra práctica general. La palabra de sabiduría está tan cerca cómo llegamos pero su comprensión común apenas araña la superficie. Nuestros cuerpos son vistos justamente como regalos, pero no tenemos la práctica de vivir en unidad con nuestros cuerpos. Quizá, esto en parte se deba a las raíces del mormonismo en América protestante y puritana. No obstante, abstenernos de algunas sustancias como el alcohol y el tabaco no tiene que ver con estar unidos con nuestros cuerpos.
El mormonismo cree que todo espíritu es material, solo que de una sustancia más fina. Por eso, nuestra práctica espiritual es un material de práctica. ¿Cómo podemos esperar poner en orden nuestras vidas espirituales si tenemos un estilo de vida que priva a nuestro cuerpo de una nutrición adecuada? ¿Cómo podemos continuar con una práctica de meditación si nuestros cerebros están intentando constantemente seguir el ritmo de las altas cantidades de bebidas energéticas azucaradas y los choques de falta de energía después de comer? Aprender a vivir en armonía con nuestros cuerpos significa aprender cómo comer bien, dormir bien y ejercitarse bien en relación con nuestras vidas personales.
Sería bueno participar e implementar la práctica del yoga en nuestra vida mormona. Después de todo, los mormones que creemos en un Dios encarnado y que el cielo implica tener una unión perfecta con nuestros cuerpos. No debemos posponer el trabajo de unificar nuestro espíritu y cuerpo.
Detente…
Te prometí 9 maneras en que el hinduismo es notablemente similar al mormonismo y te di 5. Así que dirígete a la parte 2 donde descubrirás cómo meditar, comunicarte con Dios y obtener iluminación por medio de la completa unificación con el universo.