Esta es una historia que vivió una buena amiga Jen en el Templo de Trujillo, Perú hace algunas semanas, desde ese entonces, cada visita que ella hace a ese santo lugar es más significativa.
Observé a una familia que hablaba con un acento muy marcado en el Centro de Distribución del Templo de Trujillo, así que pensé “estos tienen que ser mis paisanos, tienen que ser piuranos” y desde entonces los mire con más detenimiento pues me recordaba las épocas maravillosas cuando iba cada sábado con mi familia al Templo de Lima.
De pronto, cuando llegó el momento de pagar los artículos que tenían en su canasta, el hijo menor de esa familia indicó que pagaría en una cuenta separada por el himnario que llevaba en sus manos. Sonreí y le dije: “tenemos un niño muy independiente por aquí, bien hecho”. El pequeño sonrío también y sobre el mesón deposito 15 monedas de soles peruanos de colección. Al instante le advertí que esas monedas valían más, sin embargo él me dio una respuesta sorprendente: “Lo sé, es por eso que las estuve guardando para usarlas en el Templo y comprar algo más valioso que mis monedas”.
Tuve un nudo en mi garganta, quería abrazarlo por esa acción, pero su papá me ganó y él abrazo a su pequeño, me miró y me dijo con alegría “en una semana, este niño será bautizado”. Con emoción le respondí que estaba listo para ingresar en el camino del convenio.
Desde entonces, he pensado en la gran lección que me dio ese niño de casi 8 años de edad, preparándose espiritual y temporalmente para ir al Templo con su familia. Viajar más de 8 horas desde Paita, Piura para estar en La casa del Señor.
Esta experiencia me recordó al Salvador que desde muy niño iba al templo y pasaba mucho tiempo ahí, pensé en María y José enseñándole a Jesús la importancia de asistir al templo, pensé en mis padres que me lo enseñaron desde pequeña a mí y a mis hermanos, pensé en esa familia de aquella tarde, enseñándole a su hijo las cosas que realmente tienen valor.
Cuando estén considerando programar su asistencia al Templo y sientan oposición, recuerden a este pequeño que guardó sus preciadas monedas por algo más especial. Todo lo que sacrifiquemos por ir al templo habrá valido la pena y el esfuerzo.