Durante la época navideña, la hermana Alexis Osmond servía como misionera en Dublín, Irlanda. Como cada semana, envió un correo electrónico a su familia con noticias e imágenes de la misión. En esa ocasión, una de las fotos mostraba a Alexis y su compañera usando gorros de Santa Claus y sosteniendo un ejemplar del Libro de Mormón.
Para su madre, que había seguido con entusiasmo cada mensaje desde el inicio de la misión, esa imagen fue diferente. No era solo otra foto; transmitía algo especial.
Esa noche, mientras intentaba dormir, el recuerdo de la imagen regresó con fuerza. Sintió claramente que debía compartirla en redes sociales.
Aunque pensó esperar hasta la mañana, no logró dormir hasta que publicó la foto, acompañada de un breve testimonio. Dijo que el Libro de Mormón era uno de los regalos más valiosos que había recibido.

A la mañana siguiente, se sorprendió. La publicación recibió cientos de “me gusta”, decenas de comentarios y 15 personas pidieron un ejemplar del Libro de Mormón.
Conmovida, compró los libros, escribió su testimonio en cada uno y los envió por correo a varios países.
Pasaron los meses. Un domingo sintió el impulso de entrar al sitio web de la Iglesia. Usó la herramienta de referir amigos a los misioneros e ingresó los datos uno por uno. Al instante, recibió confirmación de que los misioneros ya estaban asignados para contactarlos. Sintió con fuerza que el Señor había guiado todo el proceso.
Lo que ocurrió después la dejó sin palabras.
Al día siguiente, durante una videollamada con su hija, Alexis preguntó si ella había referido a una mujer llamada Jean Gleason. El nombre le resultó familiar.

Jean fue una de las personas que pidió el libro tras ver la foto navideña. Para su sorpresa, Jean vivía cerca del nuevo sector donde Alexis había sido transferida recientemente.
De entre todos los misioneros en Irlanda, Alexis recibió la asignación de enseñar a Jean. En esa misma llamada, invitó a Jean a asistir a la Iglesia, y ella aceptó con entusiasmo.
Desde entonces, la familia recibe noticias sobre Jean y su progreso en el evangelio, junto con actualizaciones de otros investigadores que también recibieron el Libro de Mormón.
Este testimonio demuestra que Dios conoce a cada persona. Puede usar algo tan sencillo como una foto en redes sociales para tocar corazones. El Espíritu guía la obra misional, y nada en ella ocurre por coincidencia.
Fuente: Meridian Magazine