Frente a más de 90 organizaciones de todo el mundo y en la capital federal.
El élder Ulisses Soares, miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, ofreció un poderoso mensaje a los líderes religiosos reunidos en Washington, D.C., frente a la Casa Blanca, para la Cumbre Internacional de Libertad Religiosa 2025.
En un mundo donde casi el 80% personas vive en países con altos niveles de restricciones a la religión, el élder Soares aseguró que proteger la libertad religiosa es “una clave para la paz y la estabilidad” a nivel global.
“Derechos como la libertad de opinión, expresión, pensamiento, conciencia y religión son esenciales para que las comunidades prosperen. Estos derechos básicos (…) son el fundamento de una sociedad justa”.
El apóstol del Señor aseguró que si bien estos derechos hablan por sí solos, no pueden defenderse por sí solos, así que se necesita nuestra acción para garantizarlos: “Nuestros derechos vienen de Dios, pero que el cuidado de esos derechos depende de nosotros”.
La fe sin obras es muerta

El apóstol del Señor nos exhortó a ser pacificadores. Créditos: Korey Hopkins, Windrose Media
En ese sentido, el élder Soares instó a los creyentes, sin importar su religión, a dejar a un lado sus diferencias y concentrarse en su objetivo más sagrado: la libre adoración.
“Anhelar no significa esperar. Podemos elegir, individualmente, ofrecer algo más que solo ‘pensamientos y oraciones’ por las cosas que esperamos. Podemos elegir ser constructores de paz ahora”, exhortó.
Así, siguiendo su propio llamado de trabajar en conjunto con nuestros hermanos y hermanas de otras creencias, el élder Soares también conversó con el pastor bautista Bob Roberts Jr., a quien invitó y asistió a la última conferencia general en octubre de 2024.
“No creo que las diferencias de opinión, teología o la forma en que pensamos nos hagan enemigos o hostiles entre nosotros”, expresó el élder Soares al pastor Roberts. Al contrario, son una oportunidad para entendernos mejor los unos con los otros.
Para el apóstol del Señor, las diferencias nos ayudan a seguir un mismo propósito:
“Estamos ansiosos por trabajar con cualquier persona en el mundo, bautistas, evangélicos, católicos, judíos, musulmanes, para ayudar a aliviar el dolor del mundo”, aseguró.
Citando al teólogo suizo Hans Küng, declaró: “No habrá paz entre las naciones sin paz entre las religiones. No habrá paz entre las religiones sin diálogo entre las religiones”.
La religión edifica a la sociedad

La religión nos ofrece esperanza en un mundo caído. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Aunque algunas personas consideran que la libertad religiosa conduce a la división y al conflicto, las investigaciones demuestran que la religión fortalece a las comunidades, afirmó el élder Soares.
Destacó que quienes participan regularmente en congregaciones religiosas tienden a ser más felices y a ser cívicamente activos. La religión fomenta la responsabilidad personal, el trabajo duro y el fortalecimiento de las familias, añadió.
“Estas virtudes que surgen de un panorama religioso floreciente y diverso sirven para reparar y fortalecer el tejido de nuestro mundo compartido de maneras que quizás ninguna otra cosa pueda hacerlo, conduciendo a su vez a las sociedades unificadas y pacíficas que anhelamos”, explicó.
Contó que se sintió inspirado al saber que, a pesar de la creciente diversidad religiosa en su natal Brasil, no se han reportado incidentes de hostilidad por las conversiones o el trabajo misionero, según un informe del Instituto de Libertad Religiosa.
¿Y cómo fomentar esta armonía entre nuestras diferencias? El élder Soares compartió unas de las más valiosas enseñanzas del presidente Russell M. Nelson sobre ser pacificadores:
“La discordia refuerza la falsa idea de que la confrontación es la manera de resolver las diferencias, pero nunca lo es. La discordia es una elección. La pacificación es una elección”.
El élder Soares nos recordó que si bien los desacuerdos en la vida son inevitables, debemos asegurarnos de que las diferencias de perspectivas no conduzcan a la falta de respeto ni excesiva dureza contra el prójimo.
Nuestro ejemplo individual de cordialidad y entendimiento es el inicio para cambiar el mundo. Un cambio que requiere, antes que palabras, nuestro valor para poner en práctica nuestras creencias.
Fuente: Church Newsroom
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