Pregunta
Un amigo mío me dijo que cuando pasamos al otro lado del velo, perdemos las adicciones físicas que teníamos en la vida terrenal.
Entonces, si eres una persona que come compulsivamente a causa de la depresión, el estrés o la ansiedad, cuando fallezcas, ¿perderás automáticamente esa adicción?
Por otro lado, ¿acaso no es esa debilidad la que nos hace depender del Señor para sobrellevarlas? ¿Qué piensas al respecto?
Respuesta
Al parecer tienes algunas preguntas sobre lo que tu amigo ha dicho sobre este tema. Hay muchas cosas que se podrían decir sobre este tema, pero déjame compartirte las siguientes experiencias.
En 1978, George Ritchie escribió y publicó libro titulado “Return from Tomorrow” (en español Regreso del Futuro).
En su obra, George explica la experiencia que tuvo al fallecer y regresar a la vida luego de nueve minutos.
En esta experiencia, el Salvador le mostró diferentes cosas que estaban relacionadas con la mortalidad y sus consecuencias.
Ritchie relata como es que el Salvador le da un recorrido por cuatro dimensiones distintas relacionadas con la vida después de la muerte.
De esto, hay dos momentos que van relacionados con tu pregunta.
Uno de ellos se da cuando ambos viajan hacia una gran ciudad en la Tierra y ven como el espíritu de una mujer trata de obtener desesperadamente unos cigarrillos de unos trabajadores que ni se percatan de su presencia.
Aquella mujer falleció gravemente gracias al tabaco.
En el otro, Jesús le muestra a George un bar lleno de marineros que bebían mucho. Los espíritus intentan desesperadamente, pero en vano, conseguir una bebida o controlar el comportamiento alcohólico de los marineros.
Estos espíritus son de personas que fallecieron debido al alcoholismo. George quedó totalmente aterrorizado al observar a un marinero desmayarse y ver cómo el espíritu de un alcohólico salta sobre el cuerpo del marinero.
Las anécdotas de Ritchie son totalmente distintas a las que tu amigo te comenta sobre perder nuestras adicciones físicas que tenemos al morir.
En pocas palabras, la muerte es como quitarte un abrigo, siendo nuestro cuerpo esa protección.
Cuando “nos quitamos nuestro cuerpo”, somos las mismas personas que éramos antes. La mente no muere, sin embargo, al morir no se pierden las experiencias que vivimos en la Tierra. Podremos recordar lo que hicimos o pensamos.
En las palabras de lo que dijo Alma hijo a su pueblo:
“Os digo: ¿Podéis imaginaros oír la voz del Señor en aquel día, diciéndoos: Venid a mí, benditos, porque, he aquí, vuestras obras han sido obras de rectitud sobre la faz de la tierra?
¿O suponéis que podréis mentir al Señor en aquel día, y decir: Señor, nuestras obras han sido justas sobre la faz de la tierra; y que entonces él os salvará?
O de lo contrario, ¿podéis imaginaros llevados ante el tribunal de Dios con vuestras almas llenas de culpa y remordimiento, teniendo un recuerdo de toda vuestra culpa; sí, un recuerdo perfecto de todas vuestras iniquidades; sí, un recuerdo de haber desafiado los mandamientos de Dios?” (Alma 5: 16-18)
Fuente: Ask Gramps