Pregunta

Una de las cosas que nos llama la atención al estudiar las escrituras son las maravillosas experiencias de los profetas en las que relatan apariciones de seres celestiales. En estos tiempos no suceden esas cosas tan seguido. Sin embargo, hay quienes afirman soñar o sentir la presencia de ángeles.

Una de las experiencias más comunes en nuestros tiempos es la de José Smith cuando vio al Padre y al Hijo. Cuando José comentó esta experiencia, muchos le creyeron loco, argumentando que “aquellas manifestaciones habían cesado”

Para quienes han tenido manifestaciones de ángeles, puede que aquellas experiencias sean tan reales como para ser ciertas, lo que puede llevar a la pregunta: ¿Cómo sé si el ángel que he visto o sentido realmente proviene de Dios y no del enemigo?

Respuesta

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Los ángeles son mensajeros enviados por Dios. Imagen por Linda Curley Christensen.

Antes que nada debemos recordar que los ángeles son mensajeros enviados por Dios para cumplir una misión. El presidente Joseph F. Smith enseñó:

“Cuando se envían mensajeros para ministrar a los habitantes de esta tierra, no son extraños, sino de entre nuestros parientes, amigos, semejantes y compañeros”.

Esto indica que muchos de los ángeles que te visiten pueden ser seres que conozcas y hayan partido de este mundo como tus familiares o amigos que, bajo mandato de Dios, regresan para protegerte.

Doctrina y Convenios 130:5 afirma aún más este argumento:

“No hay ángeles que ministren en esta tierra sino los que pertenecen o han pertenecido a ella”.

Las enseñanzas modernas nos sugieren que no solo las personas justas fallecidas llegan a ser ángeles, sino que incluso los seres mortales pueden serlo si son inspirados por Dios. Reconocer a estos mensajeros celestiales no siempre es posible mediante los ojos, sino a través de su influencia.

Cómo discernir las voces engañosas

El enemigo busca imitar lo sagrado para engañarnos. Imagen: Masfe.org

Una de las trampas del enemigo es imitar lo sagrado para engañarnos, pero gracias a las revelaciones modernas, podemos saber cómo diferenciar lo sagrado del engaño. El profeta José Smith declaró:

“Cuando venga un mensajero diciendo que tiene un mensaje de Dios, extiéndele tu mano y pídele la suya… Si es un ángel, lo hará, y sentirás su mano… Si es el diablo, fingiendo ser un ángel de luz, cuando le pidas que estreche tu mano, te ofrecerá la suya, pero no sentirás nada; así podrás descubrirlo”.

Este consejo nos enseña que para reconocer a los ángeles de Dios, debemos buscar la aprobación del Espíritu. Cuando se nos manifieste un “ser celestial”, podemos confiar en que viene de Dios si sentimos paz. Si por el contrario nos genera confusión o miedo, es prudente dudar.

Este consejo cobra sentido a través de las escrituras. En Mateo 7:20, el Señor enseña que:

“Así que, por sus frutos los conoceréis”.

Los verdaderos ángeles de Dios se reconocen mediante el fruto que dejan como fe y gozo. El engaño, en cambio, parece deslumbrarnos al inicio pero termina en confusión y culpa. ¡Aléjate de todo lo que produzca ese fruto!

Discernir con paz y sin temor

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Todo lo que viene del cielo siempre traerá paz y gozo. Imagen: Pinterest

En nuestra actualidad, muchos seremos inspirados mediante voces, sueños y emociones intensas, pero recuerda que no todo lo que brilla viene del cielo. Sin embargo, todo lo que viene del cielo siempre traerá paz y gozo.

Si alguna vez experimentas algo que crees que viene de un ángel, puedes seguir estas cuatro sencillas invitaciones: ora, estudia las escrituras, busca la confirmación del Espíritu y actúa con prudencia. Al final, el Espíritu Santo siempre tendrá la razón.

En cuanto a esto, el élder Ronald A. Rasband, del Cuórum de los Doce Apóstoles citó al profeta José Smith:

“El profeta José Smith enseñó que si damos oído a los primeros susurros [del Espíritu Santo], estaremos en lo correcto nueve de cada diez veces. En la vida aprendí muy pronto que, por lo general, si sigues esas primeras impresiones, el Espíritu Santo te guía”.

Los ángeles existen y podemos reconocerlos mediante la influencia del Espíritu Santo. Él es nuestro guía y su luz en nuestras vidas nunca podrá ser imitada por el adversario.

Fuente: AskGramps

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