Nota del editor: Esta historia es originalmente de Dana Kimmel, actriz Santo de los Últimos Días.
Nací en Texas, Estados Unidos y desde muy pequeña, sabía que quería ser actriz, cada meta que me proponía siempre estaba relacionada con mi carrera como artista.
Constantemente, soñaba mudarme a California para estudiar en Los Angeles is University of California y para mi buena fortuna, un año antes de culminar la escuela, mi familia y yo nos mudamos a Fresno, California y fui aceptada en la universidad de mis sueños.
Después de graduarme, adicioné para una película donde el productor era Santo de los Últimos Días.
No conocía nada sobre La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, pero el staff y algunos actores, me ayudaron a sentirme cómoda.
Mi historia de conversión
Un día, junto a los productores y actores de esa película, asistí al centro de visitantes del Templo de Los Ángeles, California, donde registré mi visita y una semana después, las misioneras vinieron a mi casa.
Ellas, junto a mi productor, me ayudaron a conocer más sobre la Iglesia y lo que sucedía ahí.
Pero, todo esto cambió cuando visité el Templo de Salt Lake City, Utah, donde contemplé una de las pinturas de Jesucristo enseñando en las Américas.
Fue en ese lugar sagrado donde tomé la decisión de ser bautizada como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Viernes 13 y Terminator
A medida que mi carrera continuaba, seguí actuando en roles que estaban alineados con mis valores y creencias. Si bien enfrenté sacrificios y momentos de incertidumbre, nunca perdí de vista lo que realmente era importante en la vida: mi fe, mi familia y mi integridad.
Uno de esos momentos ocurrió durante el rodaje de una película de terror Viernes 13, aunque había algunas cosas que no me gustaban, pude conversar con uno de los productores para poder manejar mi guion y alinearlo con mis principios que tenía con la Iglesia.
Sin embargo, también uno de los momentos más difíciles fue cuando tomé la decisión de no aceptar un papel en “Terminator”, debido a que me plantearon unas escenas que iban en contra de mis valores. Decidí seguir el Espíritu Santo y rechazar el papel, aunque eso significaba perder una oportunidad en la industria.
Alejarme de la industria y enfocarme en la Iglesia
Con el tiempo, llegó un punto en el que sentí que era hora de dejar por completo la actuación y centrarme en mi familia. Fue una decisión difícil, pero deseaba enfocarme en mis convenios y ser un apoyo para mi familia.
Finalmente, debo reconocer que me costó mucho terminar algo que yo amaba, pero con el tiempo aprendí que siempre hay una luz que nos guía hacia adelante. Y cuando seguimos esa luz, encontramos la verdadera felicidad y realización en la vida.
Fuente: Saints Unscripted
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