Este artículo fue escrito originalmente en inglés por Aleah Ingram en LDS Daily.
Es difícil creer que adoptar una perspectiva eterna pueda ser doloroso, pero para mí lo es.
Aunque la reciente invitación del presidente Russell M. Nelson a “pensar celestialmente” fue hermosa e inspiradora, me hizo preguntarme la razón por la que a menudo me cuesta ampliar mi visión de una manera que me llene y me lleve más cerca a Jesucristo.
Para ser sincera, la respuesta es compleja.
Debido a que vivo con graves problemas de salud mental, pensar demasiado en el futuro no solo me causa ansiedad, sino que también me impide enfocarme en la mano milagrosa de Dios en el presente.
Es difícil aceptar que ciertas bendiciones, como el regreso de familiares a la Iglesia o la sanación de mi salud mental, probablemente no ocurrirán.
Si tengo que cargar con esta pesada depresión toda mi vida, y la verdadera alegría y libertad están reservadas para la próxima, ¿por qué sigo aquí?
Sin embargo, por otro lado, puedo obsesionarme fácilmente con lo que me depara el futuro y así llegar a extremos para intentar demostrar que merezco las bendiciones del evangelio.
Echo de menos lo que Dios está haciendo por mí ahora mismo y las formas en que estoy teniendo éxito espiritualmente.
Todos estos son problemas muy personales que lucho con Dios para poder sanar; he estado aprendiendo mucho y también creo en adoptar la mentalidad de “pensar celestialmente”.
Al repasar los consejos del presidente Nelson y reflexionar sobre lo que me ha servido y lo que no en esta búsqueda espiritual, algunas cosas me vinieron a la mente.
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Realmente amé lo que la presidenta Emily Belle Freeman dijo en su discurso, “Caminar con Cristo en una relación por convenio”. Ella expresó:
“Un convenio no solo consiste en un contrato, aunque eso es importante; consiste en una relación”.
Para mí, “pensar celestialmente” es abrazar mi convenio y vivir libremente sabiendo que soy amada. Al fin y al cabo, estoy en el proceso de mejorar mi relación con Dios.
No soy una criatura extraña, que se conforma para ser aceptada, sino una hija amada. No tengo que esperar para disfrutar del amor y el espíritu de Dios.
Al esforzarme por hacer las cosas que fortalecen esa relación y despiertan la fe en mi propia naturaleza divina, puedo enfocarme y tener una dirección espiritual mucho mayor.
Mi relación con Dios me impulsa y me inspira, no el miedo.
En busca de bendiciones eternas
No voy a mentir, a veces el peso de mis propias deseos y sueños puede ser abrumador. ¿Alguna vez has deseado tanto algo o has esperado tanto que has sentido que no podías soportarlo más?
Es difícil mantener la fortaleza espiritual y la motivación cuando llegan esos momentos, sin embargo, he descubierto que es importante preguntarse: “¿Qué estoy procurando? ¿Estoy persiguiendo algo en este momento?”
A menudo me encuentro inmóvil, aguardando ansiosamente, pero al mismo tiempo demasiado asustada como para tener esperanza. Esto me lleva personalmente a la inacción.
La búsqueda constante, guiada por el Espíritu Santo, me da valor y confianza; y también me ayuda a caminar en la oscuridad mientras contemplo lo que verdaderamente deseo y cómo puedo lograrlo a través del poder de Dios.
Esto incluye comprender qué bendiciones eternas me esperan y cómo puedo apreciar su eventual llegada, aunque falte mucho tiempo.
Más importante aún, ¿estoy buscando a Cristo? ¿Anhelo lo que Él anhela? ¿Vivo como Él quiere que viva?
El presidente Henry B. Eyring enseñó:
“Si desean obtener la compañía del Espíritu Santo, deben desearlo por los motivos apropiados. Sus propósitos deben ser los propósitos del Señor. Si sus motivos son demasiado egoístas, les resultará difícil recibir y sentir las impresiones del Espíritu. La clave para mí y para ustedes reside en querer lo que quiere el Salvador”.
Confía en que el plan de Dios es bueno
En muchos sentidos, nuestro mundo está desorientado. Es fácil mirar las circunstancias que nos rodean y perder la capacidad de “pensar de manera celestial”.
Lo que más me ha ayudado es esforzarme por recordar que el plan de Dios para Sus hijos es bueno. Él desea nuestra felicidad ahora y en las eternidades.
Hay muchas cosas que no sé, y hay muchas cosas que no puedo controlar, pero puedo tener fe en la senda de los convenios que tengo frente a mí y en la naturaleza de Dios y Su plan.
Si no creemos que Dios quiere lo mejor para nosotros, ¡perderemos rápidamente la guía y el impulso espiritual!
Pensar de manera celestial no es sólo una forma de pensar, sino la manera en que vivimos como discípulos de Jesucristo.
No siempre será fácil, pero podemos enfocar nuestros ojos en Aquel que nos ama y Él nos mostrará el camino.
Fuente: LdsDaily