¿Cómo sé si el Señor me ha perdonado?
Esta es una de las preguntas que más nos puede preocupar en el transcurso de nuestra vida, por ello, el élder K. Brett Nattress habló sobre este tema durante la última conferencia general.
El élder compartió la historia de Danny, un joven “obediente, amable y bueno, y de gran corazón”, pero que luego se involucró en el mundo de las drogas, cayendo en su adicción.
Danny se había vuelto irreconocible, y a pesar de los intentos, no se recuperó en varios años, pero un día, ocurrió un milagro: cuando su hermano menor dio su testimonio antes de salir a la misión, Danny sintió el amor de Dios. Finalmente sintió esperanza.
El élder compartió lo siguiente:
“Aunque Danny tenía el deseo de cambiar, le resultó difícil. Sus adicciones y la culpa que las acompañaba eran casi más de lo que podía soportar… Fue entonces cuando compartió los sentimientos de su corazón… Además, se sentía muy culpable y avergonzado por haber caído tan bajo. Se preguntaba: “¿De verdad puedo ser perdonado? ¿De verdad hay un camino de vuelta?”.
Luego de aquel momento, leyeron juntos la historia de Alma hijo (Alma 36) y su milagrosa transformación de “estar atormentado por sus pecados e iniquidades” a venir a Cristo y acoger Su poder redentor, experimentando un gozo incomparablemente dulce e intenso.
El élder le enseñó a Danny que si bien sus pecados no estaban al mismo nivel que los de Alma, las mismas promesas de ser completa y perfectamente perdonado eran las mismas para todos mediante el expiación de Jesucristo.
Danny entendió que necesitaba comenzar su jornada de confiar en el Señor y de perdonarse a sí mismo, por lo que se preparó para servir una misión durante muchos meses, envió sus papeles.
Cuando se llamó a servir, su misión recibió un hombre igual a Alma hijo.
¿Puedo olvidar mis pecados?
El Señor ha prometido que no recordará más los pecados, pero, a veces, la parte más difícil es que nosotros olvidemos.
El presidente Boyd K. Packer enseñó un hermoso ejemplo de cómo podemos dejar el pasado, incluso cuando nuestra mente mortal no lo quiere hacer.
John Breen, un joven de 15 años, había pasado, junto a la compañía de pioneros de Winter Quarters, un invierno feroz y desgarrador durante meses, pero todas aquellas experiencias dolorosas quedaron atrás cuando llegó a la hacienda de Johnson. Una mañana resaltó:
“La escena que se me presento ante los ojos esa mañana permanece grabada en mi mente. Me he olvidado de la mayoría de las cosas que sucedieron, pero aquel campamento junto a la hacienda de Johnson jamás se borrara de mi memoria”.
¿Tenemos fe suficiente para confiar en una simple luminosa mañana? ¿Es suficiente una luminosa mañana espiritual para limpiar todo lo que nos ha carcomido?
Bueno, Enos sí lo creyó, por lo que batalló durante día y noche sin dudar que sus pecados serían perdonados, hasta que escuchó una voz que dijo:
“Enos, tus pecados te son perdonados, y serás bendecido”. (Enos 1:5)
El presidente Packer enseñó lo mismo en su discurso:
“Muchos de los que han cometido faltas graves nos escriben cartas, preguntando: “¿Podré ser perdonado alguna vez?”
La respuesta es “¡Sí!”
El evangelio nos enseña que por medio del arrepentimiento se logra el alivio del tormento y la culpa. Con excepción de unos pocos que han optado por la vía de la perdición luego de haber conocido la plenitud, no existe un hábito, una adicción, una rebelión, una transgresión, ni una ofensa en los cuales no pueda cumplirse la promesa de un perdón completo”.
Si bien no significa que dar estos pasos es fácil, quiere decir que cuando hacemos nuestra parte, el Señor no se demora en hacer la Suya.
Si aún te sientes atormentado por algo que ya solucionaste en un proceso de arrepentimiento, entonces hay algún aspecto que no has abandonado completamente o con el que no has lidiado, o Satanás simplemente se está deleitando en desanimarte.
Si has escudriñado tu experiencia desde todos los ángulos y has venido como Enós ante Dios con hambre espiritual, has involucrado al liderazgo del Sacerdocio cuando ha sido necesario y has hecho todo lo que sabes hacer, la respuesta a “¿He sido verdaderamente perdonado?” es un rotundo “SÍ”.
No tienes que seguir preguntándote si lo que hiciste es suficiente.
No tienes que preguntarte si, a pesar de tu sincero arrepentimiento, lo que hiciste estaba fuera del alcance de la expiación. La expiación es infinita y el Señor te ama infinitamente.
Fuente: Meridian Magazine
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