La historia de Nicholaus Damian Mony y su travesía hacia el templo es conmovedora y está llena de fe, determinación y apoyo.
Mony nació en las islas Mortlock de Chuuk, en Micronesia. Sin embargo, se mudó a Guam en 2005, sin imaginar que su vida daría un gran giro.
En Guam, Mony pudo conocer La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y, gracias a los misioneros, tuvo una profunda transformación espiritual.
Después de recibir lecciones con los misioneros, Mony tomó la decisión de unirse a la Iglesia ya que recibió la confirmación de que la visión de José Smith era verdadera.
“La Iglesia es verdadera, ¡y sabía que Dios también podía hablar conmigo!“, exclamó Mony, reflexionando sobre las enseñanzas de los élderes sobre la Primera Visión.
Asimismo, Mony compartió que decidió unirse a la Iglesia porque le llamó la atención su nombre único:
“Hay muchas iglesias con diferentes nombres, pero no muchas con el nombre de Jesús. Cuando vi el letrero de esta iglesia que decía ‘La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días’, supe que había encontrado la iglesia correcta”.
Un gran salto de fe y un desafío muy grande
Su fe lo inspiró a superar desafíos personales, tales como dejar de beber alcohol y fumar. Se bautizó en 2009 y así fue como comenzó una conexión más profunda con Dios.
No obstante, Mony enfrentó nuevos desafíos cuando quedó postrado en cama en 2016 debido a una caída y varios derrames cerebrales.
A pesar de sus limitaciones físicas, expresó un fuerte deseo de ir al templo. Entonces, el Cuórum de élderes de su barrio, liderado por el hermano Daniel Reber, junto con el presidente del templo, Marlo Lopez, trabajaron juntos para hacer realidad el sueño de Mony.
Preparación para recibir bendiciones
El proceso implicó que Mony recibiera el Sacerdocio de Melquisedec, a pesar de los contratiempos causados por un tifón. Con la dedicación de los élderes y las misioneras, Mony finalmente fue sostenido al oficio de élder en el Sacerdocio de Melquisedec.
Luego, tomó clases de preparación para el templo, con los misioneros y los miembros que estuvieron dispuestos a ayudar para asegurarse de que Mony tuviera acceso a los materiales y enseñanzas necesarios.
Finalmente, el 11 de noviembre de 2023, Mony pudo asistir al templo y recibir sus propias investiduras. El apoyo de su barrio y los esfuerzos de muchas personas hicieron posible esto, a pesar de los desafíos logísticos planteados por la condición de salud de Mony.
“Siento que estoy más cerca de Dios ahora y siempre quiero mantener esa sensación en mi corazón. Mi fe es fuerte y nunca quiero volver a una vida sin ella”, expresó Mony después de su bautismo.
“Dios es un Dios de milagros”
Mony expresó gratitud por la ayuda que le extendieron y reconoció el arduo trabajo que se requirió en este proceso. Valoró la experiencia en el templo, se sintió feliz y aprendió mucho.
A pesar de tener problemas de memoria, enfatizó que el conocimiento que adquirió en el templo estaba en su corazón.
“Quiero que mi familia sepa que ir al templo es importante. Asimismo, quiero que sepan que debemos hacer cosas que fortalezcan nuestra fe.
Es importante orar y pedir a Dios ayuda todos los días. No sé cuánto tiempo pasará antes de que fallezca, pero sé que debo mantener mi fe tan firme como ahora.
Quiero que mi familia recuerde mi testimonio”, compartió Mony.
El élder Henry Salvstrom, un setenta de área, visitó a Mony y presenció la alegría y la energía que emanaban de él.
“Pude ver que estaba resplandeciente y llevaba la bendición que recibió en el templo, es decir, el gárment”.
Durante su conversación, el élder Salvstrom preguntó si Mony deseaba ser sellado a su esposa, a lo que Mony respondió con entusiasmo:
“¡Sí, me encantaría estar con mi esposa para siempre!”
A pesar de que su esposa no es miembro, el élder Salvstrom alentó a Mony, comparando su experiencia del templo con los milagros de las escrituras, enfatizando el esfuerzo colectivo para llevar a un alma a Cristo:
“Dios es un Dios de milagros. La forma en que recibió las ordenanzas del templo con la ayuda de los miembros, el obispo Boss, la presidenta del Cuórum de élderes, la presidenta de la Sociedad de Socorro, el presidente del templo y muchos otros, fue como el hombre paralítico del libro de Lucas del Nuevo Testamento.
Todos ayudaron a traer a Cristo a un hombre que no podía hacerlo por sí solo, incluso si eso significaba que tenían que romper el techo.
¡Como todas esas personas que lo ayudaron a venir al templo, esto fue un milagro en Guam!”
La historia de Mony es un testimonio del poder de la fe, la unión y la determinación para superar obstáculos en la búsqueda del crecimiento espiritual y la conexión con Dios.
*Portada: Créditos a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Fuente: Newsroom.churchofjesuscrhrist.org
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