¿Alguna vez asististe a un bautismo en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días donde se tuvo que realizar la ordenanza otra vez?
Podría ser porque algunas palabras de la ordenanza se compartieron de manera incorrecta o la persona al ser bautizada no fue completamente sumergida en el agua.
¿Por qué ser tan exigente?
El bautismo por inmersión es una ordenanza esencial para la salvación y un pilar fundamental del Evangelio de Jesucristo. Simboliza la muerte y resurrección de Cristo, y la de nuestro ser natural. Ser completamente sumergidos es símbolo de nacer de nuevo por completo. Nos convertimos en Sus discípulos de convenio, dedicados a servir a Dios y a Sus hijos.
El Señor dio este ejemplo en Mateo 3:13-17, y lo explicó exactamente a los nefitas, y más tarde al profeta José Smith.
Porque el bautismo por inmersión es una ordenanza salvadora y un componente clave del Evangelio de Jesucristo. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
No solo debe hacerse correctamente, sino también por alguien que tenga la autoridad del Sacerdocio para hacerlo. Y sí, debes ser completamente sumergido.
Hay una belleza en esta ordenanza: una pureza resplandeciente cuando la persona emerge del agua, completamente limpia y renovada.
La verdad, es como si tuviera un brillo especial.
Mientras enseñaba Seminario la semana pasada, sentí la inspiración de escribir en la pizarra:
“Fuiste bautizado por inmersión. ¿Todavía lo sientes en el Evangelio?”
Ninguno de nosotros pasa por esta vida sin pecados y errores. Nuestro amoroso Salvador pagó por cada uno de ellos, nos conoce y está ansioso de que nos arrepintamos y aceptemos Su increíble don.
Hay una belleza en esta ordenanza, una pureza resplandeciente cuando la persona se levanta del agua, 100% limpia y brillante. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Pero no podemos quedarnos en la rebeldía, disfrutando de nuestros pecados favoritos sin hacer ningún esfuerzo por cambiar y mejorar. Pensar que podemos simplemente aprovecharnos de Su sacrificio expiatorio más adelante está mal. Sería como sacar un pie durante tu bautismo, y decir:
“Bueno, estoy de acuerdo con la mayoría de esto, pero quiero mantener unos dedos fuera para cubrir las veces que tomé alcohol, causé peleas, hice trampa en los exámenes, infrigí la ley de castidad y critiqué a los líderes”.
No. Tenemos que estar completamente comprometidos. Esto no implica perfección según la definición del mundo, sino como lo definían los griegos: como algo terminado y completo. El presidente Russell M. Nelson compartió una vez:
“No debemos desalentarnos si nuestros esfuerzos mas sinceros en busca de la perfección nos parecen demasiado arduos e interminables. La perfección es inminente; llegará en su totalidad únicamente después de la resurrección y sólo por medio del Señor”.
Pero no podemos quedarnos en la rebeldía, disfrutando de nuestros pecados favoritos sin hacer ningún esfuerzo por cambiar y mejorar. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Además, el élder Dieter F. Uchtdorf también expresó:
“No hay un umbral de perfección que deban alcanzar para ser merecedores de la gracia de Dios”.
Dios nos está esperando con los brazos abiertos, encantado de bendecirnos por nuestros esfuerzos sinceros. Cuando no aceptamos un principio del evangelio que nos resulta más difícil de vivir y nos justificamos al ignorarlo, dejamos de estar completamente inmersos.
Estamos en el agua, pero una parte de nosotros está fuera.
Y si continuamos sin hacer esfuerzo para arrepentirnos, a menudo nos encontramos excusando otras áreas también; nos volvemos más lentos para perdonar a los demás, más reacios a diezmar, menos dedicados al templo, y así sucesivamente.
Dios nos está esperando con los brazos abiertos, encantado de bendecirnos por nuestros esfuerzos sinceros. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Estar completamente inmersos en el evangelio no significa que seamos perfectos, solo que abrazamos todo y estamos haciendo nuestro mayor esfuerzo.
¿Tropezaremos y caeremos? Por supuesto, pero no nos quedamos ahí. Nos levantamos y pedimos la ayuda del Salvador para hacerlo mejor.
Nos esforzamos por crecer, por desarrollar rasgos como la fe, la compasión, la humildad, la paciencia y el perdón.
Hacemos un inventario personal de vez en cuando y establecemos metas justas que bendigan nuestra vida y la vida de los demás.
El mundo está lleno de tentaciones y oportunidades para dejar que las cosas se deslicen. No es fácil mantenernos completamente inmersos. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
En su discurso “Os es necesario nacer de nuevo”, el élder David A. Bednar declaró:
“Después de salir de las aguas del bautismo, nuestra alma tiene que estar inmersa y saturada continuamente con la verdad y la luz del evangelio del Salvador. El sumergirnos de vez en cuando y de manera superficial en la doctrina de Cristo y la participación parcial en Su Iglesia restaurada no producirá la transformación espiritual que nos permita andar en vida nueva; más bien, se requiere la fidelidad a los convenios, la dedicación constante y el ofrecer toda nuestra alma a Dios, si es que vamos a recibir las bendiciones de la eternidad”.
El mundo está lleno de tentaciones y oportunidades para dejar que las cosas se deslicen. No es fácil mantenernos completamente inmersos. Pero es mucho más difícil estar a medias dedicados y enfrentar las consecuencias de una inmersión incompleta.
Fuente: Meridian Magazine
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