Una vez escuché a un niño pequeño decir:
“Jesús te cae bien”.
En lugar del típico:
“Jesús te ama”.
Ese cambio de palabras, tan involuntario, me tomó totalmente por sorpresa. Fue una observación tan simple, pero tan acertada que, curiosamente, me hizo querer ir al templo más seguido.
Un Salvador que quiere estar contigo
Solemos decir:
“Jesús te ama”.
Es una frase que ya conocemos y que, en general, creemos. Pero a veces, por repetirla tanto, puede perder fuerza. Puede volverse algo que decimos sin pensar mucho, e incluso difícil de sentir de verdad.
Después de todo, nuestros Padres Celestiales y el Salvador aman a todos. Su amor es perfecto, como el de unos padres ideales.
Pero, como lo muestran algunas relaciones humanas, a veces uno puede amar a alguien… ¡sin que necesariamente te caiga bien! Y esa percepción de un amor “por obligación” (como cuando uno piensa: “Claro, me amas porque tienes que hacerlo”) puede hacer que la adoración se sienta impersonal.
Como si el cielo estuviera lejos, y uno no fuera del todo bienvenido.
Tal vez hayas pensado:
“Seguro me aman, pero están cansados de verme fallar una y otra vez”.
Yo también he tenido esa imagen distorsionada del amor divino, y muchas veces me ha desanimado de acercarme al templo.
Pero el Salvador y nuestros Padres Celestiales no solo quieren que vayamos a Ellos porque nos aman. Quieren que nos acerquemos porque disfrutan estar con nosotros.
Quieren pasar tiempo contigo.
Les caes bien.
Un Salvador que te espera con alegría
¿Y si imagináramos al Salvador esperando en la puerta del templo, emocionado de que llegues?
¿Y si Él no solo quiere que vayas al templo porque hay trabajo que hacer o porque te hará bien, sino porque realmente quiere estar contigo?
Sí, Jesús nos dice: “Sois mis ovejas”, y nos guía con amor divino y perfecto. Pero también nos dice: “Sois mis amigos”. Y nos ama con alegría, más allá de cualquier deber formal.
Sus ovejas no son solo un número. Son personas conocidas, queridas y apreciadas.
Y sus ‘amigos’ son los que, de forma sincera, lo eligen. Los que creen que Él los conoce personalmente y desean conocerlo mejor. Los que toman en serio su promesa: “Acérquense a mí, y yo me acercaré a ustedes”.
Así que permítete creerlo:
Jesús te cae bien.
Quiere estar contigo.
Disfruta tu compañía tanto como valora tus esfuerzos por servirlo. ¿De qué otra forma se explica que haya hecho tanto para invitarte a Su casa y traerte de regreso a casa?
Ve y pasa tiempo con Él. Cree que Él te quiere allí, en Su templo. Estoy segura de que saldrás sintiéndote reconocido, abrazado con cariño… y muy, muy especial.
Fuente: LDS Living
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