Cuando somos investidos en el santo templo, se nos promete un don y un poder muy importante. Con frecuencia me preguntaba cuál era ese poder, para qué sirve y cómo se ve.
Para mí, se ven como notas con recordatorios.
Cuando me encontraba atravesando los cambios de la adolescencia, mi mamá utilizó un medio efectivo: las notas. Ella aprendió que yo respondía con entusiasmo y sinceridad a palabras de afirmación y, en ocasiones, consejos.
De manera constantemente, estas notas llegan a mi vida diariamente. Notas de ánimo, notas describiendo cuánto me amaba, notas agradeciéndome por mi ayuda, notas con recordatorios simples.
He guardado cada una de ellas, desde hermosas tarjetas de felicitación celebrando mis logros, hasta notitas escondidas en mi lonchera. Son muy apreciadas para mí y las leo cada vez que necesito reafirmar mi identidad, capacidad y el amor que genuinamente es para mí.
Esas notas eran como una capa de amor que me protegía a medida que me aventuraba para la vida.
De ellas, aprendí que las relaciones nos llenan de poder, el amor de una madre es empoderador, la confianza de un cónyuge es ennoblecedora, la adoración de un hijo es habilitadora, la confianza de un amigo es alentadora y la ternura del Salvador es exaltadora.
Las notas de mi mamá eran solo papel. Si le hubiera dicho a mis compañeros que unos pedazos de papel me empoderaban, algunos tal vez se habrían reído y burlado de mí.
Guardé esos papeles conmigo, eran solo para mí, de parte de alguien que me amaba y eso era lo único que importaba.
Como las notas de mi mamá que guardaba en mi escritorio y en mi casillero en la escuela, los garments son “notas” de Dios que llevo conmigo todos los días. Son recordatorios de mis conversaciones y promesas con Él.
Los gárments del templo son solo tela, pero a la vez son más que eso.
Al igual que las notas escritas a mano, están impregnadas del poder personalizado de una relación. Esa esa conexión se profundiza con cada oración, cada idea, cada promesa hecha y cumplida.
Ahora colecciono estas notas preciosas, evidencia tangible de mi relación con Dios.
Como dice la escritura:
“Dios es mi fortaleza poderosa, y hace perfecto mi camino”. (2 Samuel 22:33)
Cuanto más conozco a mi mamá, más significan sus palabras para mí y estoy ansiosa por corresponder su amor. De la misma manera, cuando aprendo más sobre el Señor, más significan Sus promesas para mí, estoy ansiosa por cumplir mis promesas con Él.
El Señor nos promete:
“He aquí, con mi mano te conduciré, y te llevaré para poner sobre ti mi nombre, sí, el sacerdocio…y mi poder descansará sobre ti”. (Abraham 1:18)
Cuando tenía 8 años, me puse una ropa bautismal, me quedaba enorme. Entré al agua para elegir por primera vez tomar el nombre de Cristo sobre mí.
Ahora, una tela blanca de mis gárments que llevo puesto me recuerda físicamente ese compromiso continuo, que ha crecido y se ha profundizado con los convenios del templo.
Todos los días, me visualizo como si acabara de salir de las agua del bautismo, tomando esa decisión una y otra vez, me siento limpia y confiada, cada día.
Fuente: LDS Living