Kimy Aguirre, madre de cinco hijos y miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, no solo quería comer más sano: quería crear algo que realmente pudiera “nutrir y fortalecer el cuerpo”, como dice la clásica frase en muchas oraciones sobre refrigerios en actividades de la Iglesia.
Y lo logró con una dona.
Durante la pandemia, Aguirre dejó de consumir azúcar, pan y lácteos, y a los pocos días sintió la necesidad de algo dulce.
Desilusionada con las opciones “saludables” del mercado, tomó lo que tenía en casa, camote, avena, claras de huevo y un edulcorante natural sin calorías, por lo cual empezó a experimentar. El resultado fue una dona suave, dulce y hecha solo con ingredientes naturales.
Así nació Doatnut, una dona sin gluten, sin lácteos y sin azúcar, con apenas 90 calorías y 1 gramo de azúcar.
Lo que empezó como una receta personal creció rápidamente en popularidad, especialmente entre personas con restricciones alimenticias o que simplemente buscan una mejor relación con la comida, por lo cual Kimy abrió una tienda en Oceanside, California, y empezó a soñar en grande.
Shark Tank
Kimy aplicó al famoso programa de emprendedores de televisión, donde miles compiten por conseguir inversión de empresarios como Mark Cuban y Lori Greiner. A pesar de que no suelen aceptar productos que ya tienen tienda física, ella fue seleccionada para aparecer en la temporada 16, episodio 3.
“Desde el principio me dijeron que era una ficha rara. Pero a todos les encantó mi producto. Eso fue lo mejor”.
Durante el episodio, Mark Cuban y Lori Greiner, inversores del programa, le ofrecieron un trato conjunto: $200,000 dólares por el 30% de su empresa.
Kimy aceptó sin dudar, y ahora trabaja con ellos para llevar Doatnut a nivel nacional y lanzar un sistema de suscripción para que cualquiera pueda recibir estas donas saludables en casa.
Pero detrás de todo el éxito empresarial está una mujer profundamente comprometida con su familia y su fe. Kimy se levanta a las 2 a.m. para preparar la tienda y así poder regresar a casa a tiempo para desayunar con sus hijos y llevarlos al colegio.
“Quiero que ellos me vean perseguir mis sueños, porque eso les da permiso de hacer lo mismo con los suyos. Pero también quiero estar presente, especialmente en la cena o los domingos. No es perfecto, pero es mi prioridad”.
En un mundo donde lo dulce suele estar cargado de culpa, Kimy Aguirre ofrece una alternativa con propósito: un producto que refleja esfuerzo, salud y fe. Y ahora, gracias a Shark Tank, su sueño está listo para conquistar muchas más mesas—con o sin oración antes del refrigerio.
Fuente: LDS Daily
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