Desde muy joven, Homer enfrentó desafíos que muchos de sus compañeros no imaginaban. Varias cirugías marcaron su infancia, y aunque el proceso no fue fácil, cada una de esas experiencias lo fortaleció. Su testimonio hoy refleja no solo resiliencia, sino una profunda convicción: Dios estuvo con él en cada paso.
Para Homer, el conocimiento de Jesucristo ha sido clave para mantenerse en el camino correcto. En un mundo lleno de distracciones y presiones, especialmente en entornos como la escuela, los círculos sociales o incluso los videojuegos, seguir el ejemplo de Cristo se ha convertido en su ancla.
Reconoce que no siempre es sencillo, pero se esfuerza por recordar una frase que lo inspira:
“Quiero permanecer en la línea de la rectitud”.

Su fe no solo ha sido un escudo, sino también una fuente constante de guía. En esos momentos de soledad o duda, Homer ha aprendido a acercarse más a Dios. Y cada vez que lo hace, siente Su amor. Esta certeza no nació de un solo momento, sino de muchas experiencias pequeñas en las que eligió buscar a su Padre Celestial, y encontró respuestas.
El mensaje que transmite a otros jóvenes es claro: si no están seguros de que Dios está ahí, den el primer paso. Ir a la iglesia, leer las Escrituras, orar con sinceridad… son actos que abren el corazón a la posibilidad de creer. Y al dar ese paso, Dios se acerca también. Esa es una promesa que Homer ha comprobado en su propia vida.
Además de su fe, Homer ha cultivado una actitud positiva frente a la vida. Cada día recuerda una verdad sencilla pero poderosa: es un hijo de Dios. Esta identidad lo sostiene, especialmente cuando enfrenta comentarios hirientes o cuando se siente fuera de lugar. Saber quién es le da valor, esperanza y dirección.

A través de su experiencia, este joven demuestra que la fe no elimina los desafíos, pero sí ofrece una perspectiva diferente.
Las pruebas, en lugar de ser obstáculos, se convierten en oportunidades para fortalecer la confianza en Dios. Y aunque el entorno pueda ser difícil, la luz de Cristo siempre está disponible para quienes deciden buscarla.
El ejemplo de Homer es un recordatorio de que los jóvenes también pueden tener una fe firme, madura y profunda. No es necesario tener todas las respuestas para creer. A veces, solo basta con intentarlo, con buscar sinceramente a Dios, con dar espacio en la vida para lo espiritual, y con permitir que el amor divino actúe poco a poco en el corazón.
Su historia invita a no rendirse, a buscar la verdad con determinación y a recordar que nadie está realmente solo. Al igual que Homer, todos podemos encontrar consuelo, dirección y fortaleza en Jesucristo. Porque, en palabras de quienes creen como él, la fe no solo es un sentimiento: es una fuente constante de poder.
Fuente: Facebook
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