“Y ocurrió que al levantarse mi padre por la mañana, y al dirigirse a la entrada de la tienda, con gran asombro vio en el suelo una esfera de bronce fino, esmeradamente labrada; y en la esfera había dos agujas, una de las cuales marcaba el camino que debíamos seguir por el desierto”. (1 Nefi 16:10)
La Liahona desempeñó un papel prominente en ayudar a guiar a la familia de Lehi a la tierra prometida.
A partir de entonces, se conservó entre los nefitas como una especie de reliquia sagrada o tesoro nacional, junto con las planchas de bronce, la espada de Labán y los intérpretes (Mosíah 1:16; Alma 37:38-47).
Don Bradley, historiador miembro de la Iglesia de Jesucristo, ha propuesto que, al igual que el Arca del Convenio israelita que contenía artefactos religiosos sagrados relacionados con la fundación de la nación israelita, las reliquias nefitas (incluida la Liahona) funcionaban de forma similar.
1. La Liahona y el maná
Las similitudes entre la Liahona y el maná son sorprendentes.
Ambos eran dones milagrosos de Dios, ambos se descubrieron por la mañana, ambos se descubrieron en el suelo, ambos eran redondos en apariencia, y ambos ayudaron a los viajeros durante sus respectivos recorridos por el desierto (Comparar Éxodo 16:13-14 y 1 Nefi 16:10).
Además, cada elemento ayudaba específicamente a los viajeros errantes a evitar la inanición en un desierto desolado. El maná en sí era alimento, mientras que la Liahona ayudó a la familia de Lehi a conseguir comida indicándoles las zonas fértiles y la caza silvestre (1 Nefi 16:16, 30-31).
En cada relato, la obtención milagrosa de alimentos también está estrechamente asociada con episodios de murmuración y reclamos por partes de los grupos de que sus líderes los llevaron al desierto para que perecieran de hambre (Comparar Éxodo 16: 2-3 y 1 Nefi 16: 20,35).
2. La Liahona y la Vara de Aarón
La Vara de Aarón, entre otras varas, se utilizaba como medio apropiado para determinar la voluntad de Dios. De manera similar, los “husos” o “directores” de la Liahona funcionaban como un medio por el cual el Señor podía comunicar su voluntad.
En ambas circunstancias, los objetos tenían forma de vara y tenían escritos en ellos (Números 17:2-3; 1 Nefi 16:29).
Otra similitud tiene que ver con el contexto. La familia de Lehi encontró la Liahona fuera de su tienda por la mañana. Del mismo modo, Moisés tuvo que esperar toda la noche antes de encontrar el milagro de la vara de Aarón en la tienda o tabernáculo del Señor.
Por último, al igual que los hijos de Israel “miraron” las varas para determinar la voluntad del Señor (Números 17:10), a Lehi y a su familia se les ordenó mirar la esfera (1 Nefi 16:26; Alma 37:46-47).
3. La Liahona y la Serpiente de Bronce
Al igual que la vasija de Maná y la vara de Aarón, los israelitas conservaron la serpiente de bronce que Moisés levantó en el desierto (Números 21:4-6).
Una similitud evidente entre ambos objetos es su composición material. La Liahona estaba hecha de “bronce fino” (1 Nefi 16:10), una adecuada contraparte de la “serpiente de bronce” que salvó a los israelitas de las serpientes venenosas (Números 21:9).
Otra similitud clave tiene que ver con la orden del Señor de mirar cada objeto. Por lo tanto, así como los israelitas se salvaron al mirar atentamente la serpiente de bronce, la familia de Lehi se salvó al mirar la esfera de bronce o Liahona.
4. La Liahona y el Urim y Tumim
El Urim y Tumim israelita que llevaban los sumos sacerdotes de la antigüedad también era un objeto divino. Según algunas tradiciones antiguas, utilizaban letras o palabras iluminadas divinamente para comunicar la voluntad de Dios, de forma muy parecida a la Liahona.
El Urim y Tumim debía llevarlo el sumo sacerdote cuando entraba ante el Señor en el “lugar santo” del tabernáculo y debía verse como “un memorial ante el Señor” (Éxodo 28:29-30).
La Liahona no solo indicaba el camino que la familia debía seguir en el desierto, sino que también revelaba la palabra del Señor.
5. La Liahona y las tablas de piedra
Las palabras de Dios se inscribieron milagrosamente sobre el objeto físico real. Estas tablas sagradas se colocaron en el Arca de la Alianza como un memorial perdurable de la ley revelada de Dios (Deuteronomio 10:1-5).
La Liahona también era un objeto físico en el que el Señor, de alguna manera no especificada, inscribió milagrosamente sus propias palabras.
Pero los paralelismos no acaban ahí, pues la palabra hebrea para “ley” en el Antiguo Testamento es torah (tôrâ), que denota “dirección, instrucción”. El sustantivo se deriva de una raíz verbal que significa “instruir, enseñar”.
Esto corresponde con las palabras reveladas en la Liahona, que también eran instructivas:
“Y también se escribía sobre ellas una escritura nueva que era fácil de leer, la que nos daba entendimiento respecto a las vías del Señor”. (1 Nefi 16:29).
Además, según Matthew Bowen, la raíz verbal detrás de torah (yry/yrh) originalmente tenía el significado de “extender el dedo, o la mano, para señalar una ruta”. Esto, por supuesto, se relaciona con otra función principal de la Liahona. (Alma 37:44).
Así, tanto la Liahona como las Tablas de Piedra eran objetos físicos en los que el Señor inscribió milagrosamente sus palabras, y que estaban diseñados tanto para instruir al pueblo de Dios como para señalarle el camino hacia la vida eterna.
Dios no le dio a Lehi un objeto cualquiera para ayudarle en su camino. Más bien, el Señor preparó un artefacto sagrado que era a la vez útil en la práctica e incrustado con múltiples capas de simbolismo sagrado.
Fuente: Evidence Central