Pregunta
Recientemente aprendí sobre las leyes de la misericordia y la justicia, y estoy confundido.
Por un lado, aprendemos tanto de Alma como de Samuel el Lamanita que sabemos que no podemos postergar el día de nuestro arrepentimiento.
Pero, por otro lado, aprendemos que, como todos moriremos imperfectos, podemos seguir arrepintiéndonos y progresando en la vida venidera.
Si todos pudieran arrepentirse en la vida venidera, ¿se salvarían todos en el reino celestial? ¿Cómo integrar estos dos conceptos?
Respuesta
Gracias por tu pregunta.
Primero, déjame aclarar lo que mencionas al final, compartiste: “podemos seguir arrepintiéndonos y progresando en la vida venidera…”
¿Quién dijo eso? ¿Alguna vez has escuchado eso en una conferencia general? En todas las Escrituras y en los discursos que hemos escuchado de las Autoridades Generales, aprendemos lo siguiente:
“Porque he aquí, esta vida es cuando el hombre debe prepararse para comparecer ante Dios; sí, el día de esta vida es el día en que el hombre debe ejecutar su obra”. (Alma 34:32)
Nunca escuchamos a alguien con autoridad decir:
“...Comed, bebed y divertíos; no obstante, temed a Dios, pues él justificará la comisión de unos cuantos pecados; sí, mentid un poco, aprovechaos de alguno por causa de sus palabras, tended trampa a vuestro prójimo; en esto no hay mal; y haced todas estas cosas, porque mañana moriremos; y si es que somos culpables, Dios nos dará algunos azotes, y al fin nos salvaremos en el reino de Dios”. (2 Nefi 28:8)
Las personas tienden a malinterpretar lo que significa “arrepentirse”.
¿Qué es el arrepentimiento?
Es reconocer que nos hemos equivocado y que necesitamos mejorar, y entre tanto, seguimos llevando nuestro yugo con el Salvador.
Entonces, la frase “todos pueden arrepentirse en la vida siguiente”, es incorrecta.
Muchas personas no tienen la intención de arrepentirse, y no lo harán en la próxima vida, porque esa es su naturaleza. Nunca reconocerán que han hecho algo mal porque no lo creen ahora.
Otros piensan que pueden postergar el arrepentimiento y lo seguirán haciendo en la próxima vida porque ese es su hábito.
¿Es aceptable que las personas desarrollen el hábito de postergar el arrepentimiento hoy, pero que de repente cambien esa tendencia en la vida venidera?
Muchos creyentes religiosos piensan que, una vez que se han unido a Cristo, ya no necesitan preocuparse por el arrepentimiento.
Sin darse cuenta, creen que la fe en Cristo les da permiso para pecar. ¿Se darán cuente de que NO es así?
Las personas se preguntan cómo podemos ser perfeccionados al final de esta vida. Lo cierto es que no tenemos que serlo, solo debemos mantenernos en el camino correcto.
El problema radica en que la pregunta asume que “obtenemos” un reino al alcanzar un determinado nivel de desarrollo. Si bien esto es cierto en parte, no es del todo cierto.
No entras al cielo por tener el físico de Dwayne Johnson. Llegas allí por ser la persona que sigue unida a Cristo yendo al gimnasio todos los días.
Necesitas tener ese compromiso y dedicación para estar trabajando en ello durante toda tu vida.
Ten en cuenta que sí necesitas ir al gimnasio todos los días y si perseveras hasta el fin, esa misma actitud y compromiso te llevará al Reino Celestial en la vida venidera.
Perseveramos en la senda del convenio, arrepintiéndonos cada vez que pecamos y reconociendo nuestra debilidad ante Cristo.
El arrepentimiento es real porque siempre avanzamos un poco, aunque a veces retrocedamos. Lo importante es levantarnos y volver a mirar al Salvador.
Necesitamos estar mirando en la dirección correcta.
O miramos al Salvador o miramos al pecado. No podemos hacer ambas cosas.
Ralph Waldo Emerson escribió:
“Siembra un pensamiento y cosecharás un acto.
Siembra un acto y cosecharás un hábito.
Siembra un hábito y cosecharás un carácter.
Siembra un carácter y cosecharás un destino eterno”.
El crecimiento y desarrollo ocurren gradualmente a lo largo de la vida y la eternidad. No creo que al entrar en el Reino Celestial seamos inmediatamente exaltados, pero podremos seguir progresando mientras mantengamos una actitud de arrepentimiento eterno.
Las personas desean recompensas que otros tienen, pero no están dispuestas a hacer lo necesario para obtenerlas. Quieren la gloria de Dios, pero no están dispuestas a comprometerse con Él eternamente.
Es contradictorio pensar que, sin esfuerzo en esta vida, tendremos diferentes hábitos y motivaciones en la eternidad.
Fuente: Ask Gramps