¿Alguna vez oraste por algo, pero nunca recibiste lo que pediste?
Esperabas ansiosamente que tus oraciones fueran respondidas. Pensabas que Dios te ayudaría a superar esa prueba. Sin embargo, no sucedió.
Empezaste a sentirte decepcionado. Pensaste que Él nunca te escuchó. Sentiste que Él no estuvo allí cuando lo necesitabas.
Entonces, comenzaste a dudar si Dios existía.
¡Alto ahí! No te alejes más de lo que sabes que es verdad.
Dios responde a Su tiempo y a Su manera
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Dios responde las oraciones. No obstante, debes saber que Él responde en Su propio tiempo y a Su manera. A veces, las respuestas llegan al instante.
La mayoría de las veces, debes esperar. Sí, puede ser doloroso saber que habrá momentos en que la respuesta de Dios sea un gran ¡NO!
Puede ser muy frustrante cuando ya estás esperando que Dios te conceda todo lo que deseas. Verás, en realidad no es que Dios no haya respondido tu oración. A veces, Él sabe mejor qué es lo que merecemos porque Él nos conoce más.
A veces, puede ser una bendición que tu relación con alguien no haya funcionado porque estabas destinado a encontrar a alguien mejor. Pronto te darás cuenta de que había algunas señales de alerta o patrones poco saludables en la relación que no estabas dispuesto a ver.
A veces, puede ser una bendición que no consiguieras el trabajo de tus sueños. Múltiples empleadores rechazaron tu solicitud incluso si diste lo mejor de ti y te preguntaste por qué no calificaste, incluso si tenías las credenciales o la experiencia adecuadas.
Tal vez, aceptar el trabajo de tus sueños pudo haber significado sacrificar una gran parte de tu tiempo en familia. O, tal vez, Dios no quería que experimentaras el tipo de ambiente y cultura con el que te enfrentarías en dicho lugar de trabajo.
Pronto le agradecerás por quitar ciertas personas u oportunidades de tu vida porque nunca supiste lo tóxicas que habrían sido.
Cuando aceptas la realidad y comienzas a seguir adelante con tu vida, comprendes que Sus caminos son mejores que los tuyos.
“Las promesas de Dios no siempre se cumplen con la velocidad o de la forma que nos gustaría, sino en el momento y a la manera de Él… Las promesas del Señor, si bien no siempre son rápidas, siempre son seguras”. – Dieter F. Uchtdorf, “Continuemos con paciencia“
El élder Richard G. Scott (1928–2015), del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:
“La invitación [de nuestro Padre Celestial] ‘Pedid, y recibiréis’ (3 Nefi 27:29) no garantiza que obtendrás lo que quieres. Garantiza que, si eres digno, obtendrás lo que necesitas, según el juicio de un Padre que te ama perfectamente, que desea tu felicidad eterna incluso más que tú”.
Pase lo que pase, nunca dejes de orar. Recuerda, Él siempre está escuchando. Él siempre quiere lo mejor para nosotros, aunque no lo parezca.
Fuente: Faith.ph