Asistir a la Iglesia después de haber cometido errores no es fácil. Hay domingos en los que el simple hecho de entrar a la capilla duele. Entre discursos y miradas atentas en ti, todo parece recordarte lo que hiciste mal.

Sanar luego de haber tomado una decisión errónea toma tiempo. Incluso si te has arrepentido, los sentimientos de remordimiento a veces siguen allí. Es entonces cuando te preguntas: ¿sigo perteneciendo a la Iglesia?

Si alguna vez has sentido eso, debes saber que Dios no te ve a través de tus errores, sino del potencial que siempre ha visto en ti.

Cuando tu vergüenza es más fuerte que el Espíritu

La vergüenza es peligrosa porque nos hace sentir como si no tuviéramos derecho a nada bueno. Imagen: Canva

La vergüenza tiene una forma cruel de hacernos sentir como si no tuviéramos derecho a nada bueno. Y, a veces, sin querer, el comportamiento de los mismos miembros de la Iglesia de Jesucristo reafirma ese punto.

Pero el propósito del Evangelio no es hacerte sentir culpable, sino recordarte quién puede sanarte. Después de todo, como enseñó Jesucristo:

“No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento”.

La Iglesia no es un lugar para gente que no haya cometido errores, sino que es un lugar para que acercarnos a Cristo y ser mejores en Él. El único que no pertenece allí es el enemigo, así que no dejes que la vergüenza te aleje.

A pesar del dolor y las heridas que tengas, Dios estará feliz al verte en Su Iglesia. Si eliges permanecer, eliges actuar con fe y Dios te ayudará a sanar.

Un error no es el fin

pecados
Cuando pecamos sentimos vergüenza por el «qué dirán».

Cuando pecamos, es fácil pensar en el “qué dirán”. Sentimos como si fuera el fin del mundo y no hay marcha atrás. Pero en realidad, bajo la visión de Dios, ese error es solo una parte del proceso, no el fin de todo.

Pensemos por un rato en Pedro, el que negó a Cristo tres veces. Si ese error hubiera sido el fin para él, lo recordaríamos como un traidor. Sin embargo, se le dio otra oportunidad y llegó a ser el líder de la Iglesia de Jesucristo.

Así como él, tu historia con Dios no termina cuando te equivocas y grandes hombres de fe lo afirmaron, como el profeta Miqueas cuando declaró:

“Aunque caí, he de levantarme; aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz”.

Por otro lado, el élder Dieter F. Uchtdorf también afirmó:

“No importa que tan completamente arruinada parezca estar nuestra vida. No importa lo escarlata de nuestros pecados… No existe una vida que esté tan destrozada que no pueda ser restablecida”.

Así que la próxima vez que alguien o algo en la Iglesia te haga pensar en tus errores, deja que sea un recordatorio de lo que ya has superado con Cristo.

Lo que puedes hacer si te sientes indigno

Si tenemos un corazón quebrantado y un espíritu contrito, el Señor nos espera en Su Iglesia. Créditos: Eastin Hartzell, Church News

Es probable que aún después de arrepentirte te sientas indigno. Yo también me he sentido así, pero aprendí que si tenemos un corazón quebrantado y un espíritu contrito, el Señor nos espera en Su Iglesia.

Y si todo allí te recuerda tus errores, no huyas, sino intenta ver las cosas desde otra perspectiva. Nefi, el profeta del Libro de Mormón, reconoció sus debilidades ante el Señor pero también exclamó:

“Mi alma se deleita en las cosas del Señor, y mi corazón medita continuamente en las cosas que he visto y oído”.

Ese “deleite” no fue resultado de la perfección sino del reconocimiento constante de su dependencia del Salvador. Tú también puedes escoger depender del Señor para vencer la vergüenza y deleitarte.

Tal vez todo en la Iglesia te recuerde tus errores, pero eso no significa que Dios lo haga. En Su Iglesia, los errores son el punto donde el Salvador empieza a obrar en ti. ¡No hagas caso a la vergüenza e inténtalo de nuevo!

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