Es muy probable que hayas escuchado la frase: “Las mejores cosas de la vida les llegan a aquellos que saben esperar”.
En ocasiones, eso se llama “gratificación retrasada”: la decisión de abstenerte de algo que deseas ahora con la finalidad de poder tener algo mejor más adelante. Por supuesto, ese proceso puede parecer desagradable y, a veces, amargo.
No obstante, es necesario para refinar el entendimiento, aumentar la felicidad, centrar la acción y ofrecer la esperanza de la paz.
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Con el tiempo nos damos cuenta de que las mejores cosas llegan en el momento justo.
Sin embargo, es muy difícil practicar esa filosofía. En especial, en el mundo actual, en el que tantas voces dicen: “¿Por qué esperar? ¡Mereces tener esto ahora! Esto te hará feliz”.
Pero, ¿realmente eso te hará feliz?
El antiguo filósofo griego Aristóteles es uno de los muchos que han observado que el placer, con su gratificación instantánea, no es lo mismo que la felicidad.
Construir una vida de verdadera felicidad requiere tiempo y paciencia. Implica vivir “una vida con propósito”.
“Tener un propósito en la vida le da tanta fuerza a tu mente y a tus músculos como el propósito que Dios tiene para ti”. – Thomas S. Monson
La mayoría de las veces, ese propósito no es satisfacer nuestros propios deseos, sino bendecir la vida de los demás.
“La verdadera felicidad se logra solamente cuando hacemos felices a los demás”. – David O. Mckay
Podrías decir que buscar la felicidad es un acto de fe. Por ejemplo, fe en que el avanzar lento en la escuela te llevará a desarrollar habilidades que te ayudarán a hacer una diferencia en el mundo.
Fe en que prescindir de algunos lujos ahora te permitirá cuidar de tu familia y seres queridos más adelante.
Fe en que todo sacrificio personal que hagas para servir a los demás no se puede comparar con el gozo de mejorar la vida de alguien.
El principio es NO renunciar a lo que realmente anhelas en la vida por algo que crees que deseas ahora.
“Paciencia es seguir con algo hasta el fin; es postergar el placer inmediato a fin de recibir bendiciones futuras”. – Thomas S. Monson
Por supuesto, a veces olvidamos ese principio. Todos sabemos cómo se siente el “remordimiento del comprador”: el arrepentimiento que viene después de una compra impulsiva o una decisión apresurada.
Sin embargo, podemos aprender de esos errores.
Asimismo, conocemos la satisfacción que proviene de la paciencia. Buscamos algo mejor, seguimos trabajando y ahorrando para poder construir un futuro mejor. De igual modo, podemos aprender de esas experiencias.
Sí, mereces ser feliz. Te mereces el tipo de felicidad que no es barata y no está disponible “solo por un tiempo limitado”. Te mereces una felicidad que dure más de un instante, una felicidad que dure para siempre.
“Las lecciones que aprendamos de la paciencia cultivarán nuestro carácter, elevarán nuestra vida y aumentarán nuestra dicha”. – Dieter F. Uchtdorf
Fuente: Church News