Parece que muchas personas evitan el Antiguo Testamento porque en esa parte de la Biblia perciben a Jesucristo como alguien vengativo y malhumorado.
Por otro lado, en el Nuevo Testamento, como el Salvador, Él enseña a la gente a amar a sus enemigos y perdonar a los pecadores. Sin embargo, aun así, provoca disturbios entre los mercaderes que se encontraban en el templo y castiga a los fariseos por ser hipócritas.
Jesús limpiando el templo de mercaderes. Imagen: La Iglesia de Jesucristo
Suena un poco confuso, ¿verdad?, ¿realmente Jesús era una persona agradable?
¡Jesucristo era genial! Podemos saber eso, incluso, al hacer a un lado Su expiación por la humanidad y darnos cuenta de que compartió tiempo con los niños, consoló a sus amigos, ayudó a su madre y siempre incluyó a todos, aunque estuviera cansado o planeara pasar tiempo a solas. De hecho, ¡Él dijo que somos Su enfoque y propósito!
“Porque, he aquí, esta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre”. (Moisés 1: 39)
Hacer convenios nos pone en Sus manos
Noé en el arca. Imagen: La Iglesia de Jesucristo
A lo largo de las Escrituras, el Señor puso énfasis en los convenios o promesas entre el hombre y Él. De hecho, eso corrigió la tendencia del hombre a pecar y lo inspiró a buscar a Dios para salvarse.
Cuando la Tierra se llenó de violencia, Jehová se dirigió al obediente Noé y le explicó por qué el diluvio era inminente. Además, le dijo cómo salvarse a sí mismo, a su familia y a las criaturas.
“Mas estableceré mi convenio contigo, y entrarás en el arca tú, y tus hijos, y tu esposa y las esposas de tus hijos contigo… Y lo hizo Noé; así hizo conforme a todo lo que Dios le mandó” (Génesis 6:18, 22).
Luego:
“Se acordó Dios de Noé, y de todos los animales y de todas las bestias que estaban con él en el arca; e hizo pasar Dios un viento sobre la tierra, y disminuyeron las aguas” (Génesis 8:1).
“Cristo predicando en el mundo de los espíritus”, por Robert T. Barrett
Noé y los que guardaron su convenio con Dios se salvaron y los que no, perecieron.
“Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Y la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1:14-15).
Sin embargo, incluso cuando murieron, Dios les proporcionó los medios para su salvación. Pedro registró que después de Su muerte, Jesucristo visitó el mundo de los espíritus.
“En el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo fueron desobedientes, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, a saber, ocho, fueron salvadas por agua” (1 Pedro 3:19-20).
¿Acaso eso no es genial? ¿Ofrecer salvación incluso después de que alguien se autodestruyó?
Jesús es tan genial que espera la perfección y nos ofrece ayuda en el proceso
Jesús siempre está ahí para ayudarnos. Imagen: Bing AI
Reflexionemos sobre Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-nego. Después de que los llevaron a Babilonia, se enfrentaron a la corte del rey para que los mejores de Nabucodonosor los entrenaran.
De buenas a primeras, tuvieron un gran obstáculo: obedecer la ley de salud del Señor o aceptar silenciosamente el requisito del rey. Dios sabía que estaban cautivos, ¿verdad?, ¿entendía el peligro?
“Y Daniel se propuso en su corazón no contaminarse con la ración de la comida del rey ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligara a contaminarse” (Daniel 1:8).
Daniel rechazando la comida del rey. Imagen: La Iglesia de Jesucristo
Preocupado por su propia vida, el jefe de los eunucos no dio su brazo a torcer hasta que Daniel le pidió que pusiera a los siervos a prueba durante diez días. Después de ese período, Daniel y sus amigos se veían más saludables que los demás siervos que consumían la comida del rey. Luego, llegó la bendición del convenio.
“Y a estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento y aptitud para aprender todas las letras y sabiduría; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y todo sueño” (Daniel 1:17).
Jesús es tan genial que quiere que lleguemos a ser como Él
Jesucristo camina con nosotros. Imagen: Canva
A lo largo de las Escrituras, las personas enfrentan desafíos y formulan o responden preguntas. Al ayudar a estas personas, Cristo responde con declaraciones que calan en el alma y promueven el crecimiento. Entonces, cada uno de estos personajes tiene que elegir si acepta o no su camino hacia la perfección.
En muchos de estos pasajes, siempre sentimos curiosidad por conocer el resto de la historia. No obstante, en la mayoría de los casos ese no es necesariamente el punto.
El punto es reconocer los momentos importantes a lo largo de las Escrituras: ver cómo el Salvador nos anima y eleva, y luego aplicarlo a nuestra propia vida.
Jesús cura a una mujer después de que ella, ejerciendo fe, toca Su ropa. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
A continuación, te muestro algunos de esos momentos importantes en las Escrituras:
La mujer adúltera: “Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más” (Juan 8:11).
Moisés: “Y además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre, y con él se hará memoria de mí por todos los siglos”. (Éxodo 3:15)
Pedro: “Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas” (Juan 21:17).
Nefi: “El Espíritu exclamó en voz alta: ¡Hosanna al Señor, el Más Alto Dios, porque él es Dios sobre toda la tierra, sí, sobre todo! Y bendito eres tú, Nefi, porque crees en el Hijo del Más Alto Dios; por lo tanto, verás las cosas que has deseado” (1 Nefi 11:6).
José Smith: “Al reposar sobre mí la luz, vi en el aire arriba de mí a dos Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripción. Uno de ellos me habló, llamándome por mi nombre, y dijo, señalando al otro: Este es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!” (José Smith—Historia 1:15).
Jesús es tan genial que se acerca a nosotros de manera individual
Jesucristo nos ama y conoce personalmente. Imagen: La Iglesia de Jesucristo
Para mí, es significativo cómo cada interacción con el Salvador fue específicamente diseñada para cada persona que se acercó a Él. Esto es evidencia de que Jesús fue amable con cada uno de esos individuos y es amable con nosotros. Él no sólo quiere perfeccionarnos, sino que nos conoce a cada uno profundamente.
El Salvador nos ama, sabe de nuestras fortalezas, debilidades, hábitos, secretos, temores y esperanzas.
Él nunca interfiere con nuestras decisiones. Jesucristo espera hasta que le preguntemos y luego, nos enseña.
Toca lo más profundo de nuestra alma y luego vemos las infinitas posibilidades que tenemos al frente.
Jesucristo puede sanarnos y lo hará porque es nuestro amigo, nos ama y es genial.
*Imagen de portada: “The Chosen”
Fuente: Third Hour
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