Pregunta
Me preguntaba por qué no hay un profeta moderno como Samuel el Lamanita, que nos dé señales específicas a las que debamos estar atentos. ¡Gracias!
Respuesta
En los tiempos antiguos, distintos profetas daban señales específicas que las personas debían esperar para ciertos acontecimientos. Como ejemplo de ello está Samuel el Lamanita, quien profetizó sobre el nacimiento y la muerte de Cristo.
Sin embargo, las personas, hoy en día, también buscan vivir en relación con nuevas profecías, pensando que así podrán estar mejor preparados para cuando llegue Jesucristo.
Por ello, puede salir a la luz una pregunta muy interesante: ¿Por qué no hay señales proféticas hoy en día como lo hubo en la antigüedad?
Esta parece ser una pregunta que bastantes personas tienen en la Iglesia hoy en día, pero, a causa de su ceguedad, la cual vino por traspasar lo señalado, los judíos cayeron y se les fue quitado su claridad (Jacob 4:14).
El hecho es que tenemos 15 profetas, videntes y reveladores en la tierra hoy en día.
Hay miembros de la Iglesia que miran el relato de Samuel el Lamanita, en Helamán del 13 al 15 y su prédica a los Nefitas, y ven a alguien que viene de afuera de la organización.
Pero quiero que miren lo que hicieron los Nefitas que se convirtieron en Helamán 16:1:
“Y cuantos creyeron en su palabra fueron y buscaron a Nefi; y cuando fueron y lo hallaron, le confesaron sus pecados y no negaron, deseando ser bautizados en el Señor.”
El hecho de que los Nefitas convertidos fueron al líder de la Iglesia nombrado y ordenado por Dios me dice que ellos sabían donde residía la autoridad del sacerdocio.
Además, no importa cómo los profetas fueron o no fueron enviados en dispensaciones anteriores, el Señor nos ha dado el modelo de cómo los profetas son enviados en la actualidad:
“Asimismo, os digo que a ninguno le será permitido salir a predicar mi evangelio ni a edificar mi iglesia, a menos que sea ordenado por alguien que tenga autoridad, y sepa la iglesia que tiene autoridad, y que ha sido debidamente ordenado por las autoridades de la iglesia”. (Doctrina y Convenios 42:11)
“Porque he aquí, de cierto, de cierto os digo, que habéis recibido un mandamiento que será por ley a mi iglesia, por conducto de aquel a quien os he nombrado para recibir mandamientos y revelaciones de mi mano.
Y esto sabréis con certeza, que no se os ha nombrado a ningún otro para que reciba mandamientos y revelaciones, hasta que él sea llevado, si persevera en mí.
Pero de cierto, de cierto os digo, que ningún otro será nombrado a este don sino por medio de él; porque si le fuere quitado, no tendrá poder, sino para nombrar a otro en su lugar.
Y esto os será por ley: No recibiréis como revelaciones ni como mandamientos las enseñanzas de ninguno que se presente ante vosotros; y esto os lo doy para que no seáis engañados, y para que sepáis que no son de mí.
Porque en verdad os digo, que el que es ordenado por mí entrará por la puerta y será ordenado, como os he dicho antes, para enseñar las revelaciones que habéis recibido y que recibiréis por medio de aquel a quien yo he nombrado”. (Doctrina y Convenios 43:2-7)
Hoy en día, aquellos que tratan de entrar por cualquier otro camino que no sea la puerta (y hay quienes, sabiendo que no pueden pasar este requisito, tratan de desacreditar o destruir dicha puerta), o sea, el modelo que el Señor nos ha dado para esta dispensación, pueden ser contados como falsos profetas e impostores.
El presidente Joseph F. Smith enseñó:
“No es asunto mío ni de ninguna otra persona levantarse como revelador, profeta, vidente y hombre inspirado para recibir revelación a fin de guiar la Iglesia, o asumir la dirección de las autoridades que presiden la Iglesia…
No podemos aceptar nada como autoridad sino aquello que viene directamente mediante el canal designado, las constituidas organizaciones del sacerdocio, las cuales son el canal que Dios ha designado para dar a conocer Su parecer y voluntad al mundo…
En el momento en que las personas recurren a cualquier otra fuente, se exponen a las influencias seductoras de Satanás y se exponen a convertirse en siervos del diablo; pierden de vista el verdadero orden mediante el cual se han de disfrutar las bendiciones del sacerdocio; se salen de los límites del reino de Dios y se encuentran en terreno peligroso.
Cada vez que vean que un hombre se levanta afirmando haber recibido revelación directa del Señor para la Iglesia, independientemente del orden y canal del sacerdocio, deben considerarlo un impostor”. (En Journal of Discourses, 24:188-90).
Nuestro profeta y apóstoles modernos son los que el Señor ha designado para guiarnos. Aunque sólo son hombres, son hombres que han sido llamados y ordenados por Dios mediante los medios que Él mismo estableció para guiar a Su Iglesia y a Su pueblo.
Ellos son los atalayas en la torre, al igual que nuestros líderes locales.
En cuanto a las señales que debemos observar, tenemos algo que los Nefitas y Lamanitas no tenían: las Escrituras pertinentes a los tiempos específicos.
Si bien los Nefitas tenían Escrituras que los instaba a arrepentirse y a esperar que el Salvador viniera entre ellos, todavía necesitaban estar atentos a algunas señales.
Nosotros, por otro lado, tenemos muchas Escrituras que pertenecen a nuestros tiempos y a la Segunda Venida de nuestro Salvador. Si no hemos estudiado ni escudriñado en estos escritos sagrados, no tenemos derecho a esperar más.
El presidente Harold B. Lee nos dio algunos grandes recursos para comenzar:
“Circulan entre nosotros muchos escritos que hablan de las calamidades que están a punto de sobrevenirnos. Algunos de estos se han publicado como si fuesen necesarios para prevenir al mundo de los horrores que están a punto de acaecer. Muchos de ellos provienen de fuentes en las que no se puede tener plena confianza.
Poseedores del sacerdocio, ¿saben ustedes que no son necesarias tales publicaciones para estar prevenidos si tan sólo estuviéramos familiarizados con lo que las Escrituras ya nos han dicho con toda claridad?
Permítanme darles la palabra segura de profecía en la cual pueden confiar para guiarse en lugar de estas fuentes extrañas que podrían acarrear grandes implicaciones políticas.
Lean el capítulo 24 de Mateo, en particular la versión inspirada que se encuentra en la Perla de Gran Precio.
Luego lean la sección 45 de Doctrina y Convenios donde el Señor, no el hombre, ha documentado las señales de los tiempos.
Ahora vayan a las secciones 101 y 133 de Doctrina y Convenios y presten atención al recuento de los acontecimientos que conducen a la venida del Salvador.
Por último, recurran a las promesas que el Señor les hace a aquellos que guardan los mandamientos cuando estos juicios desciendan sobre los inicuos, tal como se establece en Doctrina y Convenios, sección 38.
Hermanos, estos son algunos de los pasajes de los cuales deben preocuparse, en lugar de comentarios que pueden provenir de aquellos cuya información puede no ser la más confiable y cuyos motivos pueden estar sujetos a cuestionamiento. Y permítanme decir, entre paréntesis, que la mayoría de tales autores no se verían perjudicados por tener un poco de información auténtica en sus escritos”.
Quiero invitarlos a que se aferren a la palabra revelada de Dios y que no vayan en busca de lo sensacional o de las nuevas y emocionantes teorías que hay por ahí.
Busquen, como el presidente Nelson y otros miembros de la Primera Presidencia y los Doce han amonestado, el don de discernimiento y la guía del Espíritu Santo en su estudio.
*Imagen de portada: “Moses Parting the Red Sea” por Robert T. Barrett
Fuente: Ask Gramps