En un mundo donde existe un flujo constante de imágenes con estándares anormales para el cuerpo de una mujer en los medios de comunicación y las redes sociales, es lógico que exista un cambio en su mentalidad y afecte la salud de muchas de ellas.
¿Por lo tanto, sed “perfectas”?
Muchas de estas imágenes son alteradas o cuentan con representaciones demasiado extremas lo que hace que se vuelvan peligrosas.
Desafortunadamente, nosotros, como Santos de los Últimos Días, no somos inmunes a estos mensajes dañinos.
Numerosos testimonios de padres, madres y líderes de la Iglesia comparten experiencias de mujeres y niñas con trastornos alimenticios o problemas de aceptación de su imagen corporal.
Como resultado, el desagrado e inconformidad hacia su propio cuerpo ha aumentado considerablemente.
Lo cierto es que el cuerpo perfecto no existe y pretender alcanzarlo solo nos traerá desdicha.
La batalla por recuperar un verdadero estándar de belleza
No todo está perdido, hay mucho que podemos hacer para recuperar nuestro verdadero estándar de belleza.
Podemos empezar por aprender a realizar y responder preguntas clave sobre los medios a los que estamos expuestos regularmente:
• ¿Quién realiza los anuncios en estas páginas o programas? (Busca anuncios, comerciales y colocación de productos que puedan afectar el contenido mediático).
• ¿Me siento mejor o peor conmigo misma después de ver dicho contenido?
• ¿Los medios que consumo promueven verdadera salud o ideales inalcanzables que se centran únicamente en la apariencia?
• ¿Cómo se presentan las mujeres en los medios que sigo? ¿Se las valora por sus talentos y personalidad? ¿Se parecen a mí o a las mujeres en mi vida?
• ¿Se basan mis metas de salud y pérdida de peso en medidas concretas de aptitud o bienestar, o están motivadas por el deseo de lucir de cierta manera o encajar en una talla específica?
Al reconocer que muy pocas niñas y mujeres se sienten cómodas en sus cuerpos, podemos comenzar a darnos cuenta de que es el estándar lo que necesita cambiar, no nosotras.
¡Nunca deberíamos sentir que nuestros cuerpos son una especie de carga en lugar de un regalo precioso que se nos ha dado!
Aprender a reconocer y rechazar las ideas negativas tan prevalentes sobre nuestro cuerpo es un paso maravilloso hacia la aceptación de nuestra apariencia y cuidado.
El proceso continuo de redefinir lo que significan la “belleza” y la “autovalía” enciende una chispa de cambio que puede extenderse a muchas otras personas dentro de nuestro círculo de influencia, desde una hija que ve a su madre apreciando su cuerpo en lugar de criticarlo, hasta las hermanas que abandonan sus críticas y aceptan a cada mujer como una amiga.
Redefiniendo la realidad
Cuando es tan fácil quedar atrapado en juzgar la forma en que nos vemos, a veces la mejor manera de contrarrestar esto es olvidarnos de nosotros mismos por un momento.
Olvidémonos de maquillajes caros y pastillas para adelgazar; ¡la mejor manera de mejorar nuestra apariencia es tener un poco más de luz en nuestro semblante!
El servicio en cualquier capacidad nos llena de amor y luz que irradian desde adentro y atraen a las personas.
Debemos dar de vez en cuando un vistazo a la realidad para recordar cómo es en realidad la verdadera belleza.
Esta definición abarca mucho más que lo superficial, también importa tu belleza interior.
Podemos recuperar nuestro poder alejándonos de las imágenes que nos dañan y mirándonos directamente los unos a los otros.
Podemos tomar el control cada vez que nos apartamos de los medios que nos hacen sentir por debajo del promedio o retratan a las mujeres como objetos sexuales en lugar de seres humanos que piensan y sienten.
Debemos redefinir lo que valoramos en nosotras y en los demás.
Podemos señalar constantemente la naturaleza irreal de las imágenes mediáticas y hablar con seres queridos sobre reconsiderar lo que es la belleza.
Al usar estas estrategias para reconocer y rechazar mensajes dañinos de los medios, no solo podemos defendernos en la batalla por definir la belleza, sino que también podemos ganar la lucha por todas las mujeres y niñas del mundo.
Fuente: LdsLiving
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