A veces en pareja hay pequeñas actitudes que parecen “normales” o “no tan graves” y que justificamos sin saber lo peligrosas que pueden llegar a ser. Lo curioso es que si las dejamos pasar, con el tiempo romperán la confianza y afectarán la conexión en la relación.
Lo más peligroso de un pecado no siempre es el pecado en sí, sino dejar de reconocerlo como tal ,al decir: “así soy yo” o “solo es por esta vez”.
Aquí te comentamos los pecados que se han normalizado como pareja y sus peligros. ¿Cuáles son los más comunes que logras identificar?
Perdono pero no olvido

Esa frase es fuerte, pero probablemente sea una de las más comunes en las parejas. Y lo más peligroso es que puede convertirse en una cárcel emocional para ambos.
Jesús enseñó con claridad:
“Si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre Celestial…”
Aunque no dijo que olvidar es parte obligatoria del proceso del perdón. Cristo nos invita a soltar los resentimientos. Si no lo hacemos, el resentimiento acabará con todo lo bello en la relación.
Si estás en ese punto, no te sientas culpable. El perdón no borra la memoria, pero sí alivia tu corazón y Cristo camina contigo en ese viaje.
Solo es un(a) amig@

Una de las realidades más normalizadas es la infidelidad emocional: la desconexión emocional con tu pareja para darle ese espacio a alguien más.
Recordemos la advertencia de Jesucristo:
“Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.”
Cuando alguien fuera de tu pareja se convierte en tu refugio emocional, tu confidente o tu escape, ya hay una forma de traición emocional.
Recuerda que el corazón es el primer lugar donde ocurre la infidelidad.
Mejor no le cuento eso

Todos alguna vez hemos tenido esa tentación en mente: “Esto no es tan importante, mejor no digo nada”.
Esa tentación no es exclusiva de las parejas. Pero si cedemos ante ella en una relación, las verdades que se ocultan producen distanciamiento y falta de confianza.
“El que camina en integridad anda seguro.” (Proverbios 10:9)
No se trata de contar cada pensamiento, sino de elegir la honestidad. La confianza en pareja no se exige, se construye con transparencia diaria.
Las cosas se hacen a mi manera, punto

Otra de las cosas que generan un ambiente tóxico en la relación es el deseo desmedido de tomar el control en todo.
Ese deseo a menudo viene disfrazado de frases como “Yo sé cómo se hacen las cosas” o “Si no lo hago yo, sale mal” para justificar nuestra posición. Pero el Señor enseñó otra forma de ejercer influencia:
“Ningún poder o influencia se puede ni se debe mantener… sino por persuasión, por longanimidad, benignidad, mansedumbre y por amor sincero.”
En una relación lo mejor es dialogar para llegar a un acuerdo. Imponer tus ideas solo hiere a la otra persona.
Solo mis necesidades importan

Amar es un convenio, no un contrato en el que solo tus preferencias cuentan. Si estás en una relación, ya no solo importan tus gustos, sino que también debes considerar los de tu pareja.
Cuando solo importan tus necesidades, estás permitiendo que el egoísmo dirija tu relación y créeme, eso no resultará en nada bueno.
La enseñanza del amor a la manera de Cristo nos invita a:
“Llorar con los que lloran; sí, y a consolar a los que necesitan de consuelo”.
Recuerda que la otra persona también importa y una relación no funciona si solo se complacen tus caprichos personales.
Si alguna de estas actitudes se ha normalizado en tu relación, no estás solo. Las relaciones fuertes son las que se arrepienten, se perdonan y siguen creciendo juntos.



