Recordando a 6 Santos de los Últimos Días que fallecieron el 11 de septiembre

El 11 de septiembre de 2001, casi 3,000 personas perdieron la vida en el ataque terrorista más devastador en Estados Unidos.

Entre esas miles de personas, 6 Santos de los Últimos Días con grandes testimonios, fallecieron.

Sus historias perduran y todavía pueden inspirarnos hoy en día. Conozce más sobre Mary Alice Wahlstrom, Carolyn Beug, Ivhan Bautista, Seamus Oneal, Brady Howell y Rhonda Rasmussen.

Mary Alice Wahlstrom y Carolyn Beug

Mary Alice Wahlstrom y Carolyn Beug. Imagen: KSL TV

Para Mary Alice Wahlstrom, de 78 años, y su hija Carolyn Beug, de 48 años, el 11 de septiembre marcó el final de unas vacaciones muy especiales. Las hijas gemelas de Carolyn habían recibido becas para estudiar diseño en Rhode Island.

Mary y Carolyn habían ido hasta allá para ayudarlas a instalarse mejor en su primer semestre de la universidad. Reservaron pasajes en el vuelo 11 para regresar a casa. Ambas fallecieron instantáneamente cuando el avión se estrelló contra la Torre Norte del World Trade Center.

Según obituarios y tributos, a Mary Alice le encantaba leer, la música y ver películas mudas. Se ofrecía como voluntaria para servir como acomodadora en eventos de la Manzana del Templo y Música y Palabras de Inspiración.

Mary Alice Wahlstrom. Imagen: LdsDaily

Carolyn trabajaba como vicepresidenta sénior de Walt Disney Records y amaba la música, además de trabajar como cineasta y productora de videos. Incluso ganó un premio MTV Video Music.

Sin embargo, dejó la industria de la música en 1998 para estar con su familia y trabajar en un libro infantil. Se iba a tratar sobre la historia del Arca de Noé, contada por la esposa de Noé.

Margaret Wahlstrom, nuera de Mary Alice y cuñada de Carolyn, habló con Church News en 2011 sobre cómo su familia enfrentó la enorme pérdida con la mirada puesta en Cristo.

“Desde el principio supe que todo estaba en las manos del Señor. Por esa razón, tuvimos mucha fuerza y propósito. No importa si la bolsa de valores se desploma, si suceden cosas malas, si tu papá pierde su trabajo, si tienes que pasar por un divorcio o cualquier otra cosa, el Señor está al tanto de ti. Él está a cargo, y si tenemos fe de que todo va a estar bien, creo que podemos superar cualquier cosa. Eso es lo más importante que he aprendido”.

Carolyn Beug. Imagen: LdsDaily

John Beug, esposo de Carolyn, compartió con NPR en 2006.

“En un momento de necesidad, te das cuenta de que la gente se pone a la altura de las circunstancias y está allí, y de alguna manera refuerza mi fe en la humanidad, aunque, ya sabes, en un momento en que quien perpetró este desastre contra el resto de la humanidad… es difícil ponerlo en palabras.

 

De alguna manera, me hace más fuerte. Creo que a ella le gustaría saber que no hemos salido corriendo gritando por la calle, sino que hemos reconocido la pérdida y hemos seguido adelante”.

Ivhan Luis Carpio Bautista

Ivhan Luis Carpio Bautista. Imagen: LdsDaily

Ivhan Luis Carpio Bautista, de 24 años de Lima, Perú, no tenía programado trabajar en el famoso restaurante Windows on the World ese 11 de septiembre de 2001, después de todo, era su cumpleaños.

Su deseo era poder ganar un poco más al trabajar horas extras y así poder enviarle el dinero a su familia en Perú. En un tributo, su prima Rita Tatiana Palacio dijo:

“Trabajaba todo el tiempo extra que podía. Demasiadas personas necesitaban el dinero, incluida una sobrina a la que le pagaba la escuela”.

Esta determinación se aplicaba a todas las áreas de la vida de Ivhan. Se había mudado a Nueva York dos años antes y solo hablaba español.

las torres gemelas en fuego

Se encontraba trabajando en el Windows on the World cuando ocurrió el atentado. Créditos: Sean Adair, Reuters

Trabajó arduamente en el Windows on the World, se volvió fluido en inglés, y un día antes del ataque, se enteró de que había sido aceptado en la John Jay College of Criminal Justice y tenía dos años y medio de créditos de estudios de derecho en una universidad de Perú.

Su prima Rita expresó:

“Recuerdo que dijo lo afortunado que era, que todo iba a ir muy bien de ahora en adelante”.

Ivhan también era un converso reciente a la Iglesia y miembro de la Rama Española de Richmond Hill. Había estado considerando seriamente servir una misión, pero se desanimaba a causa de sus problemas con la visa y documentación.

Unas semanas antes de los ataques, Ivhan se reunió con los líderes de la Iglesia para hablar sobre sus opciones.

El presidente G. Lawrence Spackman, presidente de la Misión Nueva York Sur en 2001, estuvo presente en la reunión. Le dijo a Church News que sintió la impresión de decirle:

“Hermano Carpio, permanezca fiel y podrá servir una misión”.

Ivhan Luis Carpio Bautista. Imagen: Legacy.com

El presidente Spackman recordó:

“Estaba tan aliviado y tan feliz, y se fue lleno de gozo. Me fui al auto y le dije a mi esposa: ‘Acabo de cometer un gran error. Le dije a un joven que iba a poder servir una misión y no va a poder hacerlo. No sé por qué lo dije y me siento terrible’”.

En retrospectiva, el presidente Spackman no solo cree que Ivhan está sirviendo al otro lado del velo, sino que su vida y muerte impactaron en su familia y decidieron aprender más sobre el evangelio.

Spackman compartió una historia sobre cómo los padres de Ivhan vinieron a Nueva York para el funeral y se acercaron a él.

El padre de Ivhan sostenía un Libro de Mormón en su pecho y le dijo al presidente Spackman:

“Lo último que mi hijo me dijo fue que leyera este libro y orara al respecto. Y le digo, presidente, que lo haré”.

La madre de Ivhan pudo quedarse en Estados Unidos y eventualmente se bautizó.

Seamus L. Oneal

Seamus L. Oneal. Imagen: LdsDaily

James Lee “Seamus” Oneal, de 52 años, era un hombre de muchos nombres y muchas facetas, y todas buenas. A lo largo de su vida, había tenido una gran variedad de trabajos y había seguido múltiples pasiones.

Era un hippie que se unió al ejército, un estudiante de teatro en la Universidad de Oklahoma y un converso a la Iglesia.

Se casó con su esposa Janet, tuvo tres hermosos hijos y dirigió un establecimiento de alojamiento y desayuno cerca del Templo de Washington D.C. También compuso una pieza sagrada llamada “The Lord Hath Brought Again Zion” (“El Señor ha traído de nuevo a Sión”, español).

Luego estudió informática avanzada y finalmente aceptó un trabajo como Gerente de Integración de Clientes en eSpeed, la plataforma comercial totalmente electrónica de Cantor Fitzgerald.

Seamus L. Oneal y su familia. Imagen: LdsDaily

Se sentía muy orgulloso de su trabajo, ubicado en las oficinas de Cantor Fitzgerald en los pisos 101 al 105 en la Torre Norte, apenas 2 a 6 pisos por encima de la zona de impacto del avión. Sus hijos compartieron:

“Trabajar para Cantor fue como un sueño hecho realidad para él. Estaba tan orgulloso de su oficina y le encantaba presentarnos a todos sus compañeros de trabajo y mostrarnos la vista fantástica”.

A lo largo de todo, las conexiones familiares de Seamus se mantuvieron fuertes, aunque se veían diferentes de los primeros años.

Seamus es recordado por su naturaleza alegre y su vida plena. Según su hermano John, Seamus solía decir:

“Podrá haber otros James, pero no habrá otros Seamus. Él era algo especial, una obra de arte”.

Brady Kay Howell

Brady Kay Howell. Imagen: LdsDaily

Brady Kay Howell, de 26 años, trabajaba en inteligencia naval en el Pentágono de los Estados Unidos, ocupando un puesto altamente competitivo al servicio del Jefe de Inteligencia Naval.

Siempre había querido ser un seguridad con autorización de altos secretos. Fue un privilegio que se le concedió solo unas semanas antes de su muerte. Estaba emocionado planeando un viaje de regreso a su casa en Idaho con su esposa, Liz, con quien se había sellado 5 años antes en el Templo de Bountiful, Utah.

Estaban programados para salir el 13 de septiembre. Brady fue uno de los 125 empleados, contratistas, marineros y soldados que murieron cuando el Vuelo 77 impactó el Pentágono.

Camille Mortensen, hermana de Brady, compartió la experiencia de su familia ese día. Familiares en todo Idaho y Utah se arrodillaron en oración cuando supieron la noticia y encontraron consuelo en que solo una pequeña parte del Pentágono había sido alcanzada. Había esperanza para Brady.

“A medida que avanzaba el día, continuamos orando. Las oraciones de mis padres eran para que sus hijos no perdieran la fe y fuéramos fuertes”.

Brady Kay Howell y su esposa Elizabeth “Liz” Howell. Imagen: LdsDaily

Cuando los vuelos comerciales se reanudaron el 13 de septiembre, Camille y otros miembros de su familia se reunieron en Washington D.C. y “recibían informes dos veces al día en los que un capitán anunciaba cuántos cuerpos se encontraron”.

Pasó una semana antes de que se confirmara la muerte de Brady. En los días y meses siguientes, la familia de Brady buscó consuelo y ayuda en el evangelio de Jesucristo, y se sintieron particularmente fortalecidos al escuchar los mensajes en la Conferencia General de octubre de 2001.

Carson Howell, el hermano menor de Brady, a pesar de todo lo que había sucedido, se dio cuenta de que aún hay esperanza para Brady y para todos nosotros.

“Yo sé que millones de personas han sufrido la pérdida de un ser querido. Eventualmente, todos pasamos por esa experiencia… Le diría a otros que hay personas que los aman, se preocupan por ellos y quieren apoyarlos y que el evangelio de Jesucristo trae esperanza. Se puede superar. Ese es un mensaje que me gustaría compartir, que la esperanza no se ha perdido y la vida continúa”.

En su biografía en el Pentágono, Brady fue descrito como un hombre “lleno de una disposición alegre, determinación y amor por todo lo divertido… Transmitía su entusiasmo por la vida y su amabilidad a todos los que conocía”.

Rhonda Sue Ridge Rasmussen

Rhonda Sue Ridge Rasmussen. Imagen: LdsDaily

Rhonda Sue Ridge Rasmussen, de 45 años, trabajaba en el Pentágono junto a su esposo Floyd. Ella trabajaba en la oficina de presupuesto del Ejército y Floyd era analista de gestión.

Se mudaron 27 veces durante sus 27 años de matrimonio debido a su trabajo en el gobierno. Se conocieron en un baile de la Iglesia en la víspera de Año Nuevo de 1973, se casaron en el Templo de Los Ángeles, California, a finales de 1974, y tuvieron 4 hijos juntos.

Les encantaba leer juntos. La vista de Floyd no era muy buena, así que Rhonda le leía en voz alta todas las noches; justo habían comenzado uno de los libros de Harry Potter antes del ataque.

Diez años antes de los ataques, Rhonda asistió a una universidad en el norte del estado de Nueva York con sus dos hijos menores, mientras Floyd y los dos mayores estaban destinados en Alemania.

El 11 de septiembre de 1991, Floyd le escribió la siguiente carta a Rhonda:

“Me desperté esta mañana con un sentido abrumador de tu presencia cerca de mí, era tan fuerte que sentí que podía tocarte y tomarte en mis brazos”.

Diez años después, el 10 de septiembre de 2001, Rhonda se enteró de que había sido seleccionada para un traslado a California, una mudanza que ella y Floyd deseaban hacer. Pensaron quedarse en casa el 11 de septiembre para celebrar y comenzar a prepararse, pero un sentido del deber los llevó a trabajar.

Floyd pudo evacuar rápidamente y asumió que Rhonda también había hecho lo mismo. Solo trabajaba un piso arriba de ella e incluso ella lo había llamado para contarle la impactante noticia de que un avión había golpeado las Torres Gemelas en Nueva York. Pasó el día vagando por la zona y llamando su nombre.

Esa noche, al ver la repetición del impacto del Vuelo 77 en el Pentágono, se dio cuenta de que el avión impactó directamente en la oficina de Rhonda.

Sintió que nunca encontrarían ningún rastro de ella. En la actualidad, Rhonda es una de las 5 de las 125 víctimas en tierra en el Pentágono cuyos restos nunca pudieron ser identificados.

Según una entrevista dada, el 11 de septiembre de 2001 fue un intenso despertar espiritual para Floyd.

“Estaba seguro de que la doctrina era correcta, que se reuniría con Rhonda algún día, y que ella sería restaurada a la perfección”.

*Imagen de portada: Robert Clark, Associated Press

Fuente: Ldsdaily

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