El beso es una forma universal de expresar afecto. Desde tiempos antiguos, se ha utilizado para demostrar amor entre cónyuges, respeto entre padres e hijos, amistad entre hermanos e incluso reverencia espiritual.
Sin embargo, como cualquier expresión de afecto, debe estar guiado por principios de respeto y moralidad para que siga siendo un gesto de cariño genuino.
¿Te has dado cuenta de cuántas veces aparece un beso en las Escrituras? Es un gesto de afecto y amor que encontramos en diferentes contextos.
Por ejemplo, en la Biblia, el beso entre marido y mujer (Génesis 29:11), entre padres e hijos (Génesis 27:27), e incluso entre amigos cercanos, como Pablo y los ancianos de la iglesia de Éfeso (Hechos 20:37).
Este gesto simple tiene un significado profundo, ya sea en el amor familiar, como entre hermanos (Génesis 45:15) o incluso entre suegro y yerno (Éxodo 18:7).
En los tiempos de la Iglesia Primitiva, las personas se saludaban con lo que llamaban un “ósculo santo”, una especie de beso fraternal. Pero no te preocupes, ¡no es una ordenanza obligatoria!
La Traducción de José Smith cambia el vocablo ósculo (beso) a salutación o saludo en 2 Corintios 13:12, mostrando que lo más importante es un saludo respetuoso.
Un símbolo de devoción
Además de ser un símbolo de afecto, el beso también se ve como un gesto de devoción en las Escrituras. En 3 Nefi 11:19 y Lucas 7:38, aparece en momentos de profunda adoración. En 3 Nefi 11:19 leemos:
“Y se levantó Nefi, y se acercó y se inclinó ante el Señor, y le besó los pies”.
Lamentablemente, Judas también usó este símbolo de forma trágica, cuando traicionó a Jesús con un beso (Lucas 22:48). Esto demuestra que, al igual que puede representar amor, un beso también puede ser mal utilizado.
Un beso en la familia
¿Quién no ha recibido ese beso lleno de cariño de sus padres antes de dormir? El presidente David O. McKay, por ejemplo, siempre recordaba con amor las oraciones y el beso cariñoso que su madre le daba cada noche. Él relató:
“Entre los más preciados tesoros de mi alma se encuentra el recuerdo de las oraciones de mi madre junto a mi cama, de la forma en que nos arropaba a mi hermano y a mí, dándonos un beso cariñoso de buenas noches”.
Este tipo de amor y afecto dentro de la familia puede marcar la vida de una persona para siempre.
Cuidado con el beso en el noviazgo
Por otro lado, el presidente Spencer W. Kimball advirtió sobre los peligros de dejar que un beso se convierta en algo impulsado por la lujuria, especialmente en el noviazgo. Él declaró:
“Un beso es una muestra de afecto, no de lujuria… Nunca permitan que un beso en el noviazgo sea significado de lujuria”.
Es decir, el beso debe ser un gesto puro y respetuoso, no algo que lleve a la inmoralidad.
En esa misma línea, el élder David B. Haight compartió la historia de una joven que mantuvo altos estándares de moralidad en su noviazgo. Él contó:
“Recuerdo el testimonio de una joven en una conferencia de estaca donde relató sus experiencias durante sus años de noviazgo.
Su madre le había enseñado a reconocer las trampas. Hoy, casada y aún joven, podía mirar a su esposo sentado en el púlpito de la Iglesia… y sentirse orgullosa de él, recordando la maravillosa relación y noviazgo que tuvieron: se casaron en el templo, no tenían nada que esconder, ningún remordimiento.
Contó cómo fueron tentados, pero la meta de ambos era el templo. Sabían la diferencia entre un beso puro y las intimidades, y cómo la virtud se pierde gradualmente.
Sus planes fueron cuidadosamente elaborados, evitando salir en citas en el auto por una calle desierta y quedarse solos hasta tarde en la noche”. – (“The Uttermost Part of the Earth”, Discursos del Año, 1978 – Provo: Brigham Young University Press: 1979, pp. 168–69.)
El consejo de Isaías
Isaías también habla sobre el tipo de beso que puede llevarnos al error. Él dice en Isaías 57:4:
“¿De quién os mofáis? ¿Contra quién abrís la boca y sacáis la lengua?”
Esto muestra que debemos tener cuidado de no cruzar los límites que Dios nos ha dado. Los besos apasionados, como se describen en el folleto Para la Fortaleza de la Juventud, pueden llevar a malas decisiones y a quebrantar la ley de castidad.
El presidente Spencer W. Kimball fue muy directo sobre esto:
“Como el noviazgo es el preludio del matrimonio y fomenta una relación más íntima, muchos se han convencido de que ciertas intimidades están permitidas, que forman parte del noviazgo.
Muchos dejan de lado todo control y se olvidan de las restricciones. En lugar de limitarse a expresiones simples de afecto, empiezan a intercambiar caricias íntimas, con abrazos, intimidades y besos apasionados.
El abrazo es el miembro más reciente de esta familia de prácticas impías. Su hermana mayor se llama ‘intimidades’. Cuando las cosas llegan a este punto, sin duda son pecados condenados por el Salvador…
¿Quién se atrevería a afirmar que aquellos quea estas prácticas no sienten deseo y lujuria? ¿No es precisamente esta práctica tan abominable la que Dios condena en la repetición moderna de los Diez Mandamientos: ‘No robarás, ni cometerás adulterio, ni matarás, ni harás alguna cosa semejante’? (D. y C. 59:6, “El presidente Kimball habla sobre la moralidad”, Liahona, noviembre de 1980, pp. 95–96.)
En la Liahona de agosto de 2019, leemos un consejo simple e inspirado sobre los besos apasionados:
“Si aún se siguen preguntando qué significan expresiones como “besos apasionados” o “[despertar] emociones sexuales”, hablen con sus padres, con su obispo o con un adulto en el que confíen. Conversar con ellos puede ayudarles a entender las conductas adecuadas y las que no lo son, y ayudarles a tener una vida de pureza sexual”.
Al final, un beso es un gesto hermoso, lleno de significado, pero debe tratarse con respeto.
Si seguimos los consejos de los profetas y las Escrituras, mantendremos al beso como símbolo de amor, pureza y cariño, y no dejaremos que se convierta en algo negativo o que nos lleve a perder las bendiciones que nuestro Padre Celestial nos ha prometido.
Fuente: maisfe.org
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