Muchos de nosotros probablemente recordamos la canción de la Primaria que comienza con:
“Si tienes otra forma de andar, algunos te evitarán ¡mas yo no lo haré!”
La podemos encontrar en el libro “Canciones para los Niños” acompañada de una hermosa imagen de una niña en una silla de ruedas.
Es fácil creer que esta canción trata solo sobre aceptar y amar a aquellos que tienen características físicas diferentes a las nuestras, sin embargo, contiene un mensaje sutil que me recordó mucho al discurso del presidente Russell M. Nelson en abril de 2023, “Se necesitan pacificadores”, y que se reiteró en la conferencia general de octubre de 2023 por los élderes Christophe G. Giraud-Carrier y Ulisses Soares.
En todos estos discursos, se nos recuerda la verdad universal de que todos somos hijos e hijas de Dios y que necesitamos tratar a todos con amor y respeto, sin importar nuestras diferencias.
Entonces, si bien enseñar a amar a aquellos con diferencias físicas es muy importante, creo que nos limitamos, al igual que los niños, cuando esa es la única interpretación que le damos a “Contigo iré”.
Hay mucho que podemos aprender, así que para ello le daremos una mirada más detallada a la letra de esta canción.
“Si tu andar no es como el mío, muchos se apartarán de ti. ¡Pero yo no! ¡Yo no!”
Lo cierto es que todos seguimos caminos diferentes.
No podemos permitir que esta frase cambie a esto:
“Si tu camino en el evangelio o en el mundo no es como el mío, algunos dejarán de ser tus amigos, te ignorarán, criticarán o menospreciarán, pero yo no”.
El presidente Nelson lo expresó de esta manera:
“La ira nunca persuade, la hostilidad no edifica a nadie, la contención nunca lleva a soluciones inspiradas. Desgraciadamente, en ocasiones vemos comportamientos contenciosos incluso en nuestras propias filas…
Mis queridos hermanos y hermanas, esto no debe ocurrir. Como discípulos de Jesucristo, debemos ser ejemplos de cómo interactuar con los demás, especialmente cuando tenemos diferencias de opinión. Una de las maneras más sencillas de reconocer a un verdadero seguidor de Jesucristo es fijarse en qué medida trata a los demás con compasión”.
El élder Soares compartió un recordatorio similar sobre la importancia de valorar a aquellos que viven de manera diferente a nosotros:
“Siento una profunda compasión por quienes han sido maltratados, menospreciados o perseguidos por personas insensibles y desconsideradas porque, durante mi vida, he visto de cerca el dolor que las personas buenas sufren cuando las juzgan o rechazan por hablar, verse o vivir de manera diferente.
También siento verdadera tristeza en el corazón por aquellos cuya mente permanece ofuscada, cuya visión es limitada y cuyo corazón permanece endurecido por la creencia en la inferioridad de aquellos que son diferentes a ellos. Su visión limitada de los demás de hecho les impide ver quiénes son como hijos de Dios”.
“Si tienes otra forma de hablar, unos de ti se burlarán, ¡mas yo no lo haré!”
¡Esta frase puede referirse a muchas cosas!
Si bien algunas personas tienen dificultades para hablar, otras comparten pensamientos y opiniones que son diferentes a los nuestros.
¿Con qué frecuencia vemos a otros haciendo comentarios como “que tonto eres por creer en eso!” o “no puedo creer que hayas dicho eso”? Burlarse, ridiculizar, acusar o insultar a otros son formas de “reírse” de los demás.
Por eso, me encanta el recordatorio del presidente Nelson al respecto:
“Si un amigo en las redes sociales tiene firmes opiniones políticas o sociales que profanan todo en lo que ustedes creen, replicarle de manera airada y mordaz no servirá de ayuda. Edificar puentes de entendimiento requerirá mucho más de su parte, pero eso es exactamente lo que su amigo necesita”.
El élder Giraud-Carrier compartió una versión ligeramente diferente del mismo recordatorio:
“Nuestra familia ha tenido el privilegio de vivir en diferentes países y culturas; nuestros hijos han sido bendecidos al casarse con personas de distintos orígenes étnicos. He llegado a darme cuenta de que el Evangelio de Jesucristo es el gran igualador. Cuando verdaderamente lo aceptamos, ‘el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios’”.
“Contigo iré y hablaré, y así tú sentirás mi amor”
Cuando interactuamos con alguien ya sea de manera presencial o virtual, ¿hacemos espacio para los demás y aprendemos a amarlos?, ¿nos tomamos un tiempo para escuchar a aquellos cuyas opiniones o formas de entender el evangelio son diferentes a las nuestras?
El presidente Nelson aconsejó:
“Si un matrimonio de su barrio se divorcia, si un joven misionero regresa a casa antes de tiempo o si un adolescente tiene dudas en cuanto a su testimonio, ellos no necesitan que ustedes los juzguen; necesitan experimentar el amor puro de Jesucristo reflejado en las palabras y acciones de ustedes”.
“No evitó Jesús a nadie; dio su amor a todos, ¡yo también lo haré!”
Jesús no solo curó y bendijo a aquellos con enfermedades físicas. Piensa en la mujer en el pozo, no estaba enferma ni agonizando.
Cristo amó y curó a muchas personas, pero también amó y ayudó a aquellos que tenían creencias y estilos de vida diferentes.
Es este amor el que el presidente Nelson enfatizó:
“Hermanos y hermanas, el amor puro de Cristo es la respuesta a la contención que nos aflige en la actualidad. La caridad nos impulsa a ‘llevar las cargas los unos de los otros’ en lugar de apilar las cargas los unos sobre los otros”.
“Bendiciéndoles, Jesús les dijo: “Ven y sígueme”. ¡Y yo lo haré!”
Cristo era muy bueno para ver a aquellos cuyas enfermedades físicas los hacía sentir ignorados. No obstante, también era bueno para ver a las personas espiritualmente.
Tal vez no podamos seguir físicamente a nuestro Salvador, pero podemos seguirlo viendo las necesidades emocionales y espirituales de aquellos a nuestro alrededor.
El élder Giraud-Carrier expresa este pensamiento maravillosamente:
“En todos los casos, el Señor vio a esas personas por quiénes eran y, en consecuencia, ministró a cada una… Ruego que no permitamos que nuestros ojos, oídos o temores nos confundan, sino que abramos el corazón y la mente y ministremos libremente a quienes nos rodean como Él lo hizo”.
“¡Yo lo haré! Contigo iré y hablaré, y así tú sentirás mi amor”
Volviendo a la pregunta inicial, ¿cómo podemos metafóricamente andar y hablar con aquellos que viven y piensan de manera diferente a nosotros?, ¿cómo podemos amar a los demás de la manera en que Cristo ama?
El élder Soares ofrece este pensamiento final para ayudarnos en esa búsqueda:
“El mundo en general está polarizado por fuertes divisiones que se acentúan con las tendencias raciales, políticas y socioeconómicas. Tales divisiones a veces terminan influyendo en la forma de pensar y actuar de las personas en relación con sus semejantes…
Como hijos e hijas del convenio, podemos ayudar a eliminar ese tipo de comportamiento al ver las diferencias aparentes que existen entre nosotros con los ojos del Salvador y basándonos en lo que tenemos en común, es decir, nuestra identidad y afinidad divinas”.
Cuanto más escucho esta hermosa canción, más la aprecio.
No solo es un importante recordatorio de amar y tratar con bondad a aquellos con diferencias físicas, mas a todos los hijos e hijas de Dios que se diferencian de nosotros en el interior. Es mi deseo que procuremos tratar a todos con un amor similar al de Cristo.
Fuente: LdsLiving
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