¿Cómo volver a confiar en los líderes de la Iglesia cuando sus palabras nos hirieron?

obispo

Hace poco asistí a una conferencia de estaca en la que una Autoridad de Área hizo comentarios sobre un tema delicado.

Los comentarios me hicieron sentir incómoda por diversas razones, entre ellas la falta de sensibilidad y la ligereza con la que se habló del tema.

Sin darme cuenta, solo estaba esperando que acabe el discurso. Asimismo, pude notar que otros se sentían tan incómodos como yo.

De repente, hubo una pausa y un tirón en la voz del discursante. Miré hacia arriba y vi que estaba llorando mientras intentaba abordar el tema.

Mi corazón se ablandó y vi su rostro. En mi mente, escuché las palabras una y otra vez, “Él lo está intentando. Está haciendo lo mejor que puede”.

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Fuente: Deseret News

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Si bien no estaba de acuerdo con todo lo que dijo el orador ni cómo presentó el tema, el Espíritu me invitó a extenderle gracia.

Pude experimentar paz y mantener mi conexión con el Espíritu por el resto de la reunión.

Esta semana, el hermano Bradley Wilcox hizo comentarios controversiales sobre la raza, las mujeres y otras iglesias, y emitió una disculpa pública.

Algunos de sus comentarios me entristecieron y me trajeron a la mente lo que implica la gracia.

¿Cómo extendemos gracia a los líderes de la Iglesia que cometen errores, ya sea en la esfera pública o en nuestra vida privada? ¿Cómo les extendemos gracia cuando estamos enojados?

Sé que muchos que están leyendo esto también se preguntarán si deberíamos molestarnos en extender la gracia.

Brad Wilcox

Brad Wilcox. Imagen: Deseret News.

He escrito este artículo basándome en mi creencia personal de que Jesucristo nos ha llamado a cada uno de nosotros a extender gracia a los demás y, quizás, especialmente, a aquellos que no la merecen.

Asimismo, creo que la gracia es más poderosa para cambiar corazones y alejarnos de ideas dañinas e ideologías incorrectas que cualquier otro curso que podamos tomar.

Educación, no críticas

Extender la gracia no significa que permitamos que pensamientos o enseñanzas tóxicas, dañinas, racistas o incluso insensibles continúen sin remedio. Más bien, significa que nos enfocamos en la educación de nuestras almas y no en criticar a las personas.

Después de esa conferencia de estaca, hubiera sido fácil degradar al discursante. Sin embargo, después de una larga conversación con mis seres queridos, nos dimos cuenta de que eso no sería útil.

Fuente: Shutterstock

Entonces, nos preguntamos que habría hecho Cristo en nuestro lugar y buscamos una manera de conectar más con Él.

Nos dimos cuenta de que podemos ayudar a educar a otros con celo y valentía sin dejar de extender la gracia. Considera estas palabras del capellán Andrew Teal en un foro de la Universidad Brigham Young:

“Es necesario que una comunidad amada tenga límites, normas y expectativas. Nadie debe ser lastimado o dañado en la montaña santa del Señor. No puede haber explotación. No podemos buscar explotar a los vulnerables o coludirnos con la opresión o la crueldad. Debemos salvaguardar especialmente a los más vulnerables, aquellos que más necesitan nuestra ayuda”.

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Imagen: Pinterest

Teal continuó describiendo una de las trampas en las que a menudo caemos cuando tratamos de construir una “comunidad amada” llena de personas imperfectas.

“¿Estamos siendo defensores de nuestros hermanos y hermanas además de la verdad, o hemos caído en el papel y la naturaleza del acusador? 

Recuerda que nuestro Señor es siempre el Abogado; nuestro enemigo es siempre nuestro acusador”.

Nos convertimos en el Abogado cuando extendemos la gracia. Extendemos gracia cuando compartimos recursos para ayudar a otros a comprender el problema mientras nos abstenemos de ataques personales.

Extendemos la gracia cuando buscamos tener conversaciones sin contención.

Extendemos gracia cuando amamos a nuestros enemigos y “bendecimos a los que nos maldicen, hacemos bien a los que nos aborrecen, y oramos por los que nos persiguen” (Mateo 5:44).

Ayudar al herido en lugar de lastimar a otros

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Cuando creemos que un miembro de nuestra fe ha hecho algo mal, nuestra primera reacción debe ser llegar a aquellos que pueden haber resultado afectados.

Descubriremos que Cristo ya está delante de nosotros, esperando que nos unamos a Él.

Podemos considerar comunicarnos con amigos directamente u ofrecer una invitación abierta en las redes sociales para que las personas nos envíen un mensaje si se sienten lastimados.

En lugar de comentar todo lo que un discursante pudo haber hecho mal, como en el caso del hermano Wilcox, podríamos publicar un comentario directamente a aquellos afectados por sus palabras, diciéndoles que estamos con ellos y los amamos.

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Reunión sacramental. Foto: La Iglesia de Jesucristo

La verdad es que hay personas que sufren por las cosas que los líderes y los miembros han hecho en la Iglesia. Debemos ser lo suficientemente audaces y valientes para no alejarnos de ellos.

Sin embargo, tampoco podemos distraernos tanto que prioricemos compartir nuestras opiniones en lugar de elevar las almas.

Según mi experiencia, nos involucramos más en peleas en lugar de unirnos para hacer el bien. ¿Nos sentimos espiritualmente preparados para apoyar a los quebrantados de corazón? ¿Notamos esas oportunidades?

En última instancia, ¿nos preguntamos qué haría Cristo en determinada situación?

Aprender a reconocer que nosotros también nos equivocamos

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Imagen: Canva

Al final del día, todos cometemos errores y, muchas veces, parecerá que no somos dignos de la gracia de Dios.

Esto no es para justificar las malas acciones, sino para ayudarnos a centrarnos en aquello sobre lo que tenemos poder y cómo debemos ver a nuestros hermanos y hermanas.

El élder Jeffrey R. Holland dijo una vez:

“Piensen lo mejor el uno del otro… supongan lo bueno y duden de lo malo”.

¿Es posible que en la mayoría de los casos las personas que juzgamos no estén llenas de odio y deseo de hacer el mal, sino que simplemente sean humanas? ¿Que su deseo sea hacer el bien y testificar de Cristo, pero sean influenciadas, como todos nosotros, por una serie de factores que solo Dios puede entender verdaderamente?

Élder Holland. Créditos: BYU Photo

¿Qué hacemos entonces, cuando deseamos el cambio y el progreso, pero nos enfrentamos a la debilidad e imperfección de la humanidad?

El élder Holland habló sobre este tema.

“De modo que sean tolerantes con las flaquezas humanas, tanto con las propias, así como con las de aquellos que sirven con ustedes en una Iglesia dirigida por voluntarios, hombres y mujeres mortales. Excepto en el caso de Su Hijo Unigénito perfecto, Dios se ha tenido que valer de gente imperfecta, lo cual ha de ser terriblemente frustrante para Él, pero se conforma con ello; y nosotros debemos hacerlo también”.

títulos de Cristo

Imagen: Shutterstock

Un amigo mío recientemente compartió una cita del autor y ministro escocés George MacDonald que me impactó:

“Pienso que cuando Judas huyó de su cuerpo ahorcado y caído, fue en busca de la tierna ayuda de Jesús y lo encontró, no sé cómo. Creo que Jesús amaba a Judas incluso cuando le estaba dando el beso traidor, y pienso que todavía era su Salvador”.

Jesucristo aún es el Salvador del hermano Wilcox. Él aún es el Salvador de esa Autoridad de Área. Él sigue siendo mi Salvador, aunque he sido débil, necia e hiriente.

Extender gracia, para mí, es un testimonio constante y vivo de ese hecho.

Fuente: LDS Daily

Comentarios
Excelente encontre una paz y entendi la gracia del Salvador
David
No olvidar que ahunqe caigan los lideres nosotros seguimos al salvador y sus enseñanzas hacemos convenios con el y nadie mas si bien es cierto estan los lideres pero siempre debemos ocupar nuestro criterio y mas el espiritu cuando quieran enseñar algo
Ximena

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