El sábado 27 de enero, Jeffrey R. Holland, presidente en funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, asistió al funeral de una joven Santo de los Últimos Días en Emery, Utah, que falleció en un accidente.
Kirsten Kate Beagley, de 18 años, falleció el sábado 20 de enero después de un trágico accidente mientras hacía tubing, una actividad recreativa en la que te deslizas sobre una cámara neumática.
El presidente Holland se enteró del accidente a través de las noticias y decidió asistir al funeral a consolar a la familia Beagley y sus seres queridos.
El apóstol no conocía a Kirsten ni a su familia, pero pensó que podrían estar preguntándose “¿cómo y por qué pudo suceder esto?” y sintió el deseo de acompañarlos y compartirles el siguiente mensaje:
“Permítanme alentarlos a todos a evitar decir ‘qué hubiera pasado si’… Eso es lo que me han pedido que haga estos últimos seis meses”.
El presidente Holland dijo esto haciendo referencia al fallecimiento de su esposa, Patricia Hollad, con quien compartió 60 años de matrimonio. Continuó:
“Es imposible afrontar la pérdida sin dolor. Está bien llorar y recordar. No sería un homenaje apropiado a ‘una hermana, una hija o una amiga’ no lamentar su pérdida temporal. Las lágrimas son el precio que pagamos por el amor en este mundo.
La pérdida y el duelo son parte de la experiencia mortal. No deberían ser motivo para cuestionar nuestra fe.
Si alguien en esta sala piensa que los justos se salvarán de las mismas tribulaciones y las mismas pruebas que todos los demás enfrentaremos, entonces no hemos entendido el plan de salvación. A veces se pide a los justos que den ejemplo a los demás.
Basta con mirar a Jesucristo, el Salvador del mundo. El sufrimiento es casi todo lo que Él conoció.
No tenemos ninguna escritura que diga que Él rio, aunque creemos que sí lo hizo. Creemos que era maravillosamente completo, con una personalidad majestuosa. Pero, tenemos escrituras que dicen que Él lloró.
Dios ama los corazones rotos. Los hijos de Israel están bajo el convenio del sacrificio, y del justo sacrificio con el corazón quebrantado.
Cristo murió con el corazón roto.
Yo soy un hombre anciano y mi corazón se rompió recientemente. Los Beagley son jóvenes y maravillosos, y ahora tienen el corazón roto. Todos nosotros vamos a tener la oportunidad de mostrar un sacrificio aceptable a Dios.
Un corazón roto se sana cuando se ofrece a un Padre Celestial, que lo restaura y lo hace todo perfecto.
Recuperaremos nuestros corazones. Recuperaremos a Kirsten. Recuperaremos todo y será mejor. Resucitaremos perfectamente.
Uno no debería pensar que, porque sucede algo adverso, Dios no nos ama. A las personas buenas les pueden pasar cosas malas y desafortunadas. Forman parte de la búsqueda universal de la Divinidad y de nuestro destino.
Por eso, compartiremos nuestras lágrimas y avanzaremos con confianza en el plan de salvación.
Les dejo mi testimonio y una bendición apostólica de que esta es la obra de Dios Todopoderoso”.
*Portada: Créditos a Adam Fondren, Deseret News.
Fuente: Church News