Este año, el Ramadán se lleva a cabo durante gran parte de marzo y es uno de los momentos más sagrados para los musulmanes de todo el mundo.
Durante aproximadamente 30 días, nuestros hermanos musulmanes ayunan desde el amanecer hasta el atardecer, se enfocan en la oración y realizan actos de caridad con el propósito de acercarse más a Dios.

El Ramadán es un tiempo de reflexión y crecimiento espiritual. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Sin embargo, más allá de la abstinencia de cualquier comida y bebida, el Ramadán es un tiempo de reflexión, gratitud y crecimiento espiritual.
Si bien los Santos de los Últimos Días no observamos el Ramadán, muchos de los valores que esta práctica enfatiza tienen sorprendentes paralelos con nuestras propias creencias y prácticas.
¿Qué podemos aprender de este mes sagrado y cómo podemos fortalecer nuestras relaciones con nuestros hermanos musulmanes?
Ramadán: Un tiempo de transformación espiritual

Ramadán: Un tiempo de transformación espiritual. Imagen: Canva
El Ramadán conmemora la revelación del Corán, el libro sagrado del Islam, al profeta Mahoma por el ángel Jibril (Gabriel). Es una oportunidad para que los musulmanes se fortalezcan espiritualmente.
Su ayuno no es solo físico, sino también un compromiso de purificación del alma: evitar la negatividad (en comportamiento y palabras), fortalecer la autodisciplina y aumentar la gratitud hacia Dios por las bendiciones recibidas.
Esta práctica nos recuerda las palabras del Salvador:
«Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados». (Mateo 5:6).

Buscamos momentos de renovación espiritual. Imagen: Canva
Finalmente, el ayuno se termina cada noche con una comida llamada iftar, y la comida antes del amanecer se llama suhoor. Los musulmanes también se esfuerzan por orar más, leer el Corán y realizar buenas obras durante este mes, convirtiendo al Ramadán en un período de intensa actividad espiritual.
Así como ellos utilizan este tiempo para enfocarse en su relación con Dios, nosotros, como Santos de los Últimos Días, también buscamos momentos de renovación espiritual. De hecho, la importancia del ayuno como una herramienta para acercarnos al Señor es un principio fundamental en el evangelio de Jesucristo.
Paralelos entre el Ramadán y la doctrina Santo de los Últimos Días

El ayuno como camino de conexión hacia Dios. Imagen: Canva
Si observamos más de cerca, encontraremos que el Ramadán comparte varios principios con las enseñanzas de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
1. El ayuno como camino de conexión hacia Dios
En la Iglesia de Jesucristo, el ayuno no es simplemente abstenerse de comer, sino una oportunidad para desarrollar fe y recibir bendiciones. Se nos enseña que cuando combinamos el ayuno con la oración sincera, podemos recibir revelación personal y guía divina.
«¿No es más bien el ayuno que yo escogí…que compartas tu pan con el hambriento y a los pobres errantes» (Isaías 58:6-7).
Este principio también está presente en el Ramadán, donde el ayuno es visto como una forma de desarrollar autocontrol y dependencia de Dios.
2. La caridad como un acto de fe

La caridad como un acto de fe. Imagen: Canva
El Ramadán es un tiempo para practicar la generosidad. Los musulmanes buscan activamente ayudar a los más necesitados, compartiendo comida y donando a causas benéficas.
Los Santos de los Últimos Días tenemos una práctica similar: la ofrenda de ayuno. Al donar el valor de las comidas que no consumimos durante nuestro ayuno, ayudamos a quienes tienen menos recursos. El profeta Rey Benjamín enseñó:
«Cuando os halláis al servicio de vuestros semejantes, solo estáis al servicio de vuestro Dios.» (Mosíah 2:17).
Tanto el islam como el evangelio restaurado nos enseñan que la verdadera devoción a Dios se refleja en cómo servimos a los demás.
3. Reflexión y arrepentimiento

Reflexión y arrepentimiento. Imagen: Masfe.org
Durante el Ramadán, los musulmanes buscan el perdón de Dios y trabajan en su crecimiento personal. Nosotros también practicamos el arrepentimiento como una parte esencial de nuestra relación con Cristo.
El Salvador nos invita constantemente a venir a Él con humildad:
«Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.» (Mateo 11:28).
En ambas comunidades religiosas se ve el arrepentimiento como una oportunidad de renovación y un camino para acercarnos más a Dios.
Construyendo puentes de amistad

Construyendo puentes entre las comunidades. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Comprender el Ramadán y sus principios nos ayuda a fortalecer el respeto y la amistad con nuestros hermanos musulmanes. Aunque nuestras tradiciones sean diferentes, compartimos valores profundos como la fe en Dios, el amor por el prójimo y el deseo de vivir una vida con propósito.
En un mundo donde las diferencias a menudo nos separan, es inspirador encontrar puntos en común con otras religiones. Cuando abrimos nuestro corazón para aprender de los demás, no solo construimos relaciones más fuertes, sino que también nos volvemos mejores discípulos de Cristo.
¿Cómo podemos aplicar estas enseñanzas en nuestra vida?

El presidente Russell M. Nelson, de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, saludando a Su Excelencia el Dr. Mohammad Al-Issa, secretario general de la Liga Mundial Musulmana, el 5 de noviembre de 2019. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
- La próxima vez que ayunes, intenta enfocarte no solo en la abstinencia de comida, sino en lo que puedes aprender espiritualmente de esa experiencia.
- Reflexiona sobre cómo puedes ser más generoso con quienes te rodean, no solo con dinero, sino con tu tiempo y amor.
- Tómate un momento para orar por una mayor conexión con Dios y por oportunidades para aprender de otras personas de fe.
Al hacerlo, fortaleceremos no solo nuestra relación con el Padre Celestial, sino también nuestras relaciones con quienes nos rodean.
Fuente: LdsDaily