Becky Douglas, fundadora de Rising Star Outreach, suele decir que su organización solo puede ser efectiva gracias al principio de los panes y los peces. Así como Jesús multiplicó dos peces y cinco panes para alimentar a miles, ella ha visto cómo Dios multiplica los escasos recursos de la fundación para bendecir a las personas afectadas por la lepra en India.

Uno de sus pacientes, Karrupiah, llevaba 18 años completamente ciego. Cuando el Dr. Krishnakanth anunció una campaña de cirugías oculares, él pidió inscribirse. El doctor le explicó que, por su avanzada edad, fragilidad y tantos años sin ver, la operación no funcionaría. Pero Karrupiah insistió con determinación: quería ver a sus nietos antes de morir. Finalmente, aceptaron operarlo.

A los dos días de la cirugía, el doctor lo visitó y descubrió que se había quitado las vendas antes de tiempo. 

“¡Doctor, lo estoy viendo!”.

Imagen: Meridian Magazine

También había visto a sus nietos por primera vez. Entre los voluntarios presentes estaba Joyce Hanson, quien le regaló su reloj de Mickey Mouse para celebrar el milagro.

Meses después, en un evento en Laguna Beach para honrar a los Hanson, Becky contó la historia. Un asistente, conmovido, se quitó su reloj Rolex y lo donó en el momento. Fue subastado y recaudó miles de dólares para los programas de la organización, beneficiando a decenas de personas.

Tiempo después, Becky relató el episodio en BYU Education Week. Un joven de 16 años, inspirado por la historia, le entregó sus preciadas gafas Oakley, compradas con el dinero que pidió a sus amigos en lugar de regalos de cumpleaños. Becky llevó las gafas a India y las regaló a una estudiante albina que sufría bajo el sol y se negaba a usar gafas comunes por vanidad. Al recibir las Oakley, aceptó usarlas y comenzó a participar con entusiasmo en clases y actividades al aire libre.

Para Becky, la fe de un hombre ciego en una aldea rural de India había inspirado a una mujer en California, a un hombre en un club privado y a un adolescente en Utah. Personas que nunca se conocieron, unidas por una cadena de bondad que sigue extendiéndose hasta hoy.

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Ella compara la obra de Dios con un tablero de ajedrez con millones de jugadores: Él mueve piezas invisibles y multiplica pequeñas ofrendas para bendecir vidas.

En otra ocasión, en un retiro de la Sociedad de Socorro, Becky escuchó a una mujer contar su pasado con drogas, arrestos y cárcel. Su cambio comenzó cuando hermanas del barrio le enviaron comidas a la habitación de motel donde vivía, sin conocerla. Hoy, esa mujer irradia gratitud y esperanza.

Becky cree firmemente que Satanás quiere que las personas piensen que su servicio es insignificante. La verdad es lo opuesto: ningún acto de amor es demasiado pequeño. Dios sigue multiplicando los panes y los peces… siempre que haya alguien dispuesto a ofrecerlos con fe.

Fuente: Meridian Magazine

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