Después de recibir su investidura, una hermana me dijo:
“Me decepcionó no ver más sobre la expiación de Cristo”.
Me quedé atónita. Era como si me hubiera dicho que acababa de caminar por un bosque y no hubiera visto árboles.
quedó claro que ella esperaba ver representaciones del sufrimiento de Cristo en el Getsemaní, imágenes de Él en la cruz y representaciones de su sepulcro vacío, por lo que se sorprendió cuando ninguna de estas se presentó directamente.
Le expliqué que en la investidura, en lugar de ver representados estos momentos específicos, aprendemos por qué fueron necesarios en primer lugar y porque estamos seguros de que se planearon desde el principio.
Aprendemos de la libertad y las oportunidades ilimitadas que nos esperan gracias a la Expiación de Cristo.
En muchas iglesias y catedrales cristianas, esta hermana podría haber visto hermosas representaciones de la Pasión de Cristo, pero solo en el templo puede aprender el propósito de la Pasión.
También te puede interesar: “¿Ella está usando sus garments?” Porqué el uso de nuestros estándares como una medida de rectitud puede ser perjudicial
El presidente Russell M. Nelson escribió:
“Las ordenanzas y los convenios del templo enseñan acerca del poder redentor de la Expiación” (“Prepare for the Blessings of the Temple”).
De manera similar, Andrew C. Skinner enseñó que “la conexión entre el templo y la Expiación no es tenue ni débil de ninguna forma” (“Temple Worship”).
A veces, estas conexiones son obvias, otras veces, debemos buscarlas. De cualquier manera, “todas las cosas que han sido dadas por Dios al hombre, desde el principio del mundo, son símbolo de Él” (2 Nefi 11:4).
Algunos ven el arcoíris como nada más que luz, otros ven una señal del convenio de Dios (Génesis 9:13).
Algunos israelitas vieron a la serpiente de bronce como nada más que una serpiente en un palo (Números 21: 6-9), otros vieron al Salvador levantado en la cruz (Helamán 8:14 – 15).
En el nacimiento de Cristo, algunos deben haber visto la estrella como nada más que una rareza, pero “los sabios del este” (Mateo 2:1) reconocieron la “nueva estrella” (Helamán 14:5) y la siguieron para encontrar al niño rey. Debido a que vieron a Jesús en la señal. Finalmente, vieron a Jesús.
A medida que aprendamos a reconocer a Cristo en las ordenanzas, señales y símbolos del templo, nos preparamos para reconocerlo un día.
En los templos antiguos, se lavaban a los sacerdotes con agua. La ley de Moisés requería varios lavamientos, símbolo de la máxima purificación de la Expiación.
Se lavaron a los sacerdotes en preparación de su servicio en el templo (Éxodo 29: 4; 40: 12). Se le instruyó al sumo sacerdote:
“Lavará luego su cuerpo con agua en un lugar santo, y después de ponerse sus vestidos, saldrá y ofrecerá su holocausto”. (Levítico 16: 24)
Se ungió a los sacerdotes con un aceite santo, al igual que a los reyes y los profetas (1 Samuel 10:1, 24; Salmo 105: 15).
Esta unción se realizó para santificarlos (Éxodo 40:13; 28:40–41; Levítico 8:12), una santificación que solo es posible a través de la Expiación de Cristo, que fue el gran Mesías, que significa “ungido” (Hechos 4: 27; 10: 38).
Otro símbolo de la Expiación también fue el aceite de oliva que se usó en la unción. El Getsemaní era un huerto de olivo y traducido del hebreo, la palabra Getsemaní significa “prensa de aceite”.
La ropa sagrada del templo hizo que los antiguos sacerdotes recordaran a Jesús. Aquellos que entraron al templo antiguamente vistieron ropa blanca.
Cuando Cristo visitó a los nefitas, “estaba vestido con una túnica blanca” (3 Nefi 11:8). Apocalipsis 7: 13-14 deja en claro que cuando los Santos un día “estén vestidos con ropas blancas” será porque habrán “lavado sus ropas y las habrán blanqueados en la sangre del Cordero”.
Estoy en deuda con Donald W. Parry y Jay A. Parry por lo mucho que he aprendido y compartido en este capítulo sobre los templos y los sacrificios antiguos (“Temples of the Ancient World and Symbols and Shadows”).
Fue fascinante para mí descubrir que la ropa sagrada que vestían los antiguos sacerdotes era vital para su adoración.
Parte de la vestimenta de los sacerdotes consistía en ropa interior de lino fino. Cuando Adán y Eva descubrieron su desnudez en el Jardín del Edén, Dios le pidió a Jesús que hiciera abrigos de piel para cubrirlos (Génesis 3:21).
Cuando pensamos en un abrigo, por lo general, pensamos en algo que se usa sobre otra ropa. Sin embargo, en una oportunidad, John Bytheway señaló que la palabra traducida como abrigo se refería a “la ropa interior que se pone sobre el cuerpo, que también usan las mujeres, generalmente con mangas, que baja hasta las rodillas”.
Usar esa ropa especial era símbolo de poner sobre sí a Cristo y dejar que Su Expiación los cubriera (Romanos 13:14; Gálatas 3:27).
Junto con esta prenda interior, los sacerdotes también usaban túnicas sobre su ropa, incluido un cinto, una faja, entre otras cosas (Éxodo 28, 29, 39; Ezequiel 44: 17–18).
El término hebreo traducido como faja también podría traducirse como delantal (Génesis 3:7). Isaías escribió:
“Me vistió con vestiduras de salvación, me cubrió con manto de justicia” (Isaías 61:10; Job 29:14).
En la antigüedad, si alguien tenía zapatos, era una indicación de que era una persona libre en lugar de un esclavo.
Quitarse los zapatos en el templo no solo era un reconocimiento de que el portador estaba en un lugar santo (Éxodo 3: 5; Josué 5:15), sino que también estaba dispuesto a ser el siervo de Dios.
La ropa del templo se consideraba de naturaleza real y sacerdotal (Éxodo 19: 6). Así como Nefi escribió sobre su “reinado y ministerio” (1 Nefi 10:1), básicamente, las ropa del templo les recordaba a todos los portadores su potencial para reinar como Jesucristo, Rey de Reyes (1 Timoteo 6:15), y ministrar como Jesús, el Sumo Sacerdote (Hebreos 6:20; 9:11).
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Brad Wilcox y fue publicado en ldsliving.com con el título “How the Temple Endowment Represents Christ’s Atonement”.