Durante la Conferencia de Mujeres 2025 de Brigham Young University, siete espacios distribuidos por el campus se transformaron en centros de servicio donde se mezclaron risas, trabajo en equipo y deseos genuinos de ayudar.
Las participantes encontraron múltiples formas de tender la mano a otros, cumpliendo con el llamado de caminar junto a Cristo. Una de ellas fue Connie Moessing, de Mapleton (Utah), quien vino con su hermana desde California.
“Quiero apoyar en lo que sea. Si puedo ayudar, aquí estoy”.
Lorrain Huggans, quien lideró la organización de uno de los espacios de servicio, explicó que los proyectos fueron escogidos con oración y reflexión, buscando marcar una diferencia real.
“Nos preguntamos: ¿Qué podemos hacer que en verdad ayude?. Esto se trata de ministrar con intención”.
Manos que ayudan mientras el alma aprende

Seis salas ofrecieron actividades donde las mujeres podían hacer manualidades mientras escuchaban un discurso transmitido en vivo desde otra parte del campus. Según Karin Brown, miembro del comité de servicio, esta experiencia permite servir y aprender al mismo tiempo:
“Les encanta estar aquí, escuchando y usando sus manos para hacer el bien”.
Entre los artículos elaborados se encontraban mantas de polar, osos de peluche, almohadas especiales, marcapáginas y otros objetos pensados para dar consuelo. Todo fue destinado a instituciones que trabajan con niños, pacientes en recuperación, veteranos, y personas en situación de vulnerabilidad.

La “Noche de Servicio” fue uno de los momentos más concurridos del evento. En el Smith Fieldhouse, se prepararon más de 16,000 kits de higiene gracias a la colaboración de cientos de asistentes. Con rutas organizadas, las mujeres avanzaban por estaciones armando y cerrando las bolsas, eligiendo cuántos kits querían preparar.
Amber Morrill, de Perry (Utah), expresó que esta fue una experiencia enriquecedora.
“Esta vez no vine solo a recibir, sino también a dar. Y eso se siente bien”.
Amber compartió el momento con su vecina y con una nueva amiga que conoció en la conferencia. Para muchas, servir también significó conectar y hacer comunidad.
Algunas familias, como tres hermanas y su cuñada que viajan cada año desde diferentes estados, han convertido esta actividad en una tradición. Volvieron al inicio del circuito varias veces para sumar más kits, riendo y trabajando como un solo equipo.
Más que números: milagros reales

Aunque el horario de servicio era limitado, la respuesta fue abrumadora. Durante tres horas, se completaron alrededor de 13,000 kits. Sin embargo, mientras el concierto nocturno tenía lugar, algunos grupos decidieron quedarse y seguir trabajando.
Según contó Carolyn Myers, una de las organizadoras, tres grupos —formados por amigas y familiares— se propusieron seguir sirviendo, y gracias a eso se lograron preparar 3,000 kits adicionales.
“Para mí, eso fue un milagro. Justo lo que se necesitaba, en el momento perfecto”.
Los kits se entregaron a organizaciones locales como Tabitha’s Way, y los materiales restantes se enviaron a apoyar a refugiados y personas necesitadas en otras regiones del mundo a través de Lifting Hands International.
Huggans resumió el espíritu de todo lo vivido en una frase:
“Las mujeres vienen a llenarse. Y cuando sirven, algo cambia dentro de ellas”.
Fuente: Church News
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