Pdte. Nelson: Ser de Israel no es para los débiles de corazón, pero vale la pena

presidente Nelson

Siempre que se hace una pregunta durante la Conferencia General, hay una parte de mí que se emociona. Sé que cuando vuelva a estudiar ese discurso, tendré una pauta de reflexión, que por lo general me llevará a la inspiración o la revelación.

Durante la Conferencia General de octubre de 2020, el presidente Russell M. Nelson hizo seis preguntas seguidas en su discurso “Que Dios prevalezca”, y mi lista de posibles sugerencias para reflexionar creció rápidamente:

“¿Estás dispuesto a dejar que Dios prevalezca en tu vida? ¿Estás dispuesto a permitir que Dios sea la influencia más importante en tu vida?

¿Permitirás que Sus palabras, Sus mandamientos y Sus convenios influyan en lo que haces cada día? ¿Permitirás que Su voz tenga prioridad sobre cualquier otra?

¿Estás dispuesto a permitir que todo lo que Él necesite que hagas tenga prioridad sobre cualquier otra ambición? ¿Estás dispuesto a que tu voluntad sea absorbida en la de Él?”

Lo que estamos dispuestos a hacer

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Me tomé el tiempo de reflexionar sobre cada una de esas preguntas. Me di cuenta de que todas se centraban en “lo que estamos dispuestos a hacer”.

Alinear nuestra voluntad con la de Dios no es necesariamente fácil. En una nota a pie de página que sigue a estas preguntas, el presidente Nelson comparte estas palabras:

“Ser de Israel no es para los débiles de corazón. Para recibir todas las bendiciones que Dios tiene reservadas para la simiente de Abraham, cada uno de nosotros puede esperar recibir su propia ‘prueba abrahámica’. Dios nos probará, como enseñó el profeta José Smith, retorciendo las fibras mismas de nuestro corazón”.

Si eres como yo, tal vez te dé la impresión que esa nota al pie de página es emocionante y aterradora.

Pienso en la “prueba abrahámica” por la que el mismo Abraham tuvo que pasar para demostrar su voluntad de hacer que Dios prevaleciera en su vida.

Tenía que demostrar que estaba dispuesto a sacrificar a su hijo, el hijo por el que él y su esposa habían orado.

“Tendrán que pasar por toda clase de pruebas”

abraham

Cuando busqué las enseñanzas del profeta José Smith, la declaración del presidente Nelson se volvió aún más poderosa para mí:

“John Taylor, tercer presidente de la Iglesia, dijo: ‘Oí al profeta José decir, hablando en una oportunidad a los Doce: Tendrán que pasar por toda clase de pruebas.

Y es indispensable que sean probados, como lo fue para Abraham y otros hombres de Dios, y (agregó) Dios los buscará y los tomará y retorcerá las fibras mismas de su corazón; y si no pueden soportarlo, no serán aptos para una herencia en el reino celestial de Dios’”.

Seguramente, cuando Abraham pasó por su propia “prueba abrahámica”, Dios estaba retorciendo las fibras de su corazón. Sin embargo, sabemos que Abraham superó esa prueba y fue exaltado (DyC 132: 29).

convenio abrahánico

Abraham on the Plains of Mamre, by Grant Romney Clawson

La consagración es un principio y un proceso

En la Conferencia General de octubre de 1995, el élder Neal A. Maxwell reflexionó sobre la enseñanza de José Smith de que debemos ser probados en nuestra vida terrenal.

Me encanta esta enseñanza del élder Maxwell sobre cómo ese cambio es un proceso lento:

“Si hemos puesto el corazón con mucho afán en las cosas de este mundo, tal vez sea necesario retorcerlo o quebrarlo o someterlo a un gran cambio (véase Alma 5:12).

La consagración es, al mismo tiempo, un principio y un proceso, y no se logra en un momento determinado. En cambio, se da generosamente, gota a gota, hasta que la copa se llena y se desborda”.

presidente Nelson - nueva normalidad

Ser de Israel puede que no siempre sea fácil, como dijo el presidente Nelson en su discurso:

“Se necesita fe y valor para dejar que Dios prevalezca; se necesita un trabajo espiritual riguroso y constante para arrepentirse y despojarse del hombre natural mediante la expiación de Jesucristo.

Se necesita un esfuerzo constante y diario para desarrollar hábitos personales para estudiar el Evangelio, aprender más sobre nuestro Padre Celestial y Jesucristo, y buscar y responder a la revelación personal”.

Ser de Israel no es fácil requiere un esfuerzo constante

Cada vez que hacemos ese esfuerzo constante y diario, ponemos una gota en nuestra copa de consagración. Cada vez que elegimos dejar que Dios prevalezca, damos un paso adelante. Le mostramos a Dios que estamos dispuestos a darle nuestro corazón.

Al estudiar algunas de las bendiciones que el Señor ha prometido al Israel del convenio, he descubierto que algo es verdad: el desafío de ser de Israel no es para los débiles de corazón. Sin embargo, las bendiciones prometidas hacen que valga la pena.

Al permitir que Dios prevalezca, la promesa es segura, estas bendiciones pueden ser nuestras. Como dijo el presidente Nelson:

“Si eligen dejar que Dios prevalezca en sus vidas, experimentarán por ustedes mismos que nuestro Dios es ‘un Dios de milagros’”.

Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Lindsey Williams y fue publicado en ldsliving.com con el título “The challenge to be of Israel isn’t for the faint of heart—but the promised blessings are worth it”.

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Comentarios
Se que Dios es misericordioso y se que debo hacer muchos cambios en mi vida. No será Fácil pero tampoco imposible. Debo de aferrarme a la barra de hierro y escudriñar las escritura. Dejar que Dios prevalezca. Ruego a mi padre Celestial me de la fuerza q necesito para lograrlo. Amén.
Catalina Aparicio
Gracias a Nuestro Amado Profeta que se deja guiar por el el Espíritu del Señor. Y nos ayuda a recordar que no será fácil, pero que el Señor nunca nos dejará en el proceso de duras pruebas.
Zuny Arambú
Es maravilloso saber que dios nos ama y los desafios de la vida son para que mejoremos aqui en la tierra y podamos tener el privilégio de vivir com Dios para siempre
Jhonny Marin
Lindo mensaje
Carmen martir
Realmente no tengo ninguna duda de estar en la Iglesia verdadera y que el profeta actual recibe revelación para nuestro tiempo, solo nos toca hacer nuestra parte y no ser sólo oidores.
Rosa Maria Hernández Pérez

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