En una reciente publicación en sus redes sociales, el élder Neil L. Andersen, del Cuórum de los Doce Apóstoles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, planteó una pregunta crucial:
¿Por qué el Señor le ha mandado ahora a Su profeta a llenar la tierra con Sus Santas Casas, es decir, Sus templos?
Templo de taylorsville, utah. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
El élder Andersen expresó:
“En los últimos días, habría aflicción entre las naciones, que las personas serían ‘amador[a]s de sí mism[a]s’, (2 Timoteo 3:2), que ‘todas las cosas estar[ía]n en conmoción’ (Doctrina y Convenios 88:91); que abundaría la confusión y ‘desmayar[ía] el corazón de los hombres’ (Doctrina y Convenios 45:26)”
Sin embargo, en medio de este panorama sombrío, Dios ofrece una esperanza, que habría un pueblo justo que espera ansiosamente Su regreso y que encuentra refugio en Sus templos.
¿Por qué el Señor nos está acercando ahora cientos de Sus templos?
Dios arma con poder a todos lo que entrar en Su Casa. Imagen: Masfe.org
El élder Andersen explica respondió, en medio de la confusión y las tentaciones del mundo, el Señor desea contar, fortalecer y bendecir a Sus santos justos.
Los templos son lugares de poder celestial, donde la fe en Jesucristo se fortalece, el amor por Él se intensifica y se recibe una confirmación espiritual de la identidad y el propósito de la vida.
Para aquellos que son fieles, los templos ofrecen protección contra las tentaciones y las distracciones del mundo. En ellos, se siente el amor del Salvador, quien eleva a Sus hijos e hijas por encima de las dificultades, tristezas y pesares. Dios arma con poder a todos lo que entrar en Su Casa.
Santidad al Señor. La Casa del Señor. Templo de Los Olivos, Lima, Perú. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
El élder Andersen nos invita a buscar la guía del Señor y a encontrar en los templos un lugar de paz, poder y renovación espiritual.
Que sea nuestro deseo poder asistir al templo, la Casa del Señor, con la frecuencia que nuestras circunstancias nos permitan y tener la certeza de que un día los templos cubrirán toda la faz de la Tierra.
