Amor eterno: Con Dios, tú también puedes lograr un felices para siempre

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Las películas y series de televisión nos enseñan que el matrimonio es el final feliz soñado. Que la historia de amor termina cuando el hombre y la mujer se dan el ‘sí’. 

Pero por más apasionante y emotiva que parezca la ficción, el matrimonio no debe ser nuestra meta, sino el punto de partida. 

Un inicio hacia la eternidad.

Las rosas, los dulces y las cartas de amor: toda esa ternura que unió a la pareja es lo que los mantendrá enlazados para siempre.

Así lo refleja el último video que preparamos desde Más Fe para celebrar no solo el Día de San Valentín, sino el amor eterno. Donde no existe un “hasta que la muerte los separe” y donde ni los desafíos ni las despedidas físicas pueden vencer ese compromiso inquebrantable entre la pareja y Dios.

Por esta vida y la eternidad

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El amor eterno perdura en el tiempo y vence toda adversidad. Imagen: Más Fe

Este conmovedor video nos enseña que el amor, como declaró el presidente Russell M. Nelson, no aparece mágicamente, sino que se edifica a través del deseo honesto de crecimiento de dos nobles hijos de Dios:

“Todos los matrimonios comienzan con dos personas con debilidades propias

 

“El matrimonio se compone de dos personas imperfectas [que] pueden llegar a ser felices solo por medio de un esfuerzo sincero”.

La reputación del restaurante al que vayan, el precio de los regalos que se den al uno al otro o la majestuosidad de los eventos a los que asistan juntos jamás se va a comparar con el tiempo que disfruten al compartir una cena, al esfuerzo detrás de cada detalle ni a la compañía del Espíritu Santo en sus salidas.

El matrimonio no es el inicio de una vida perfecta: marca un nuevo comienzo con una compañía incondicional y permanente. 

Ya no hay más individualismo. Se vuelven uno en Cristo. Así lo explicó el élder Matthew L. Carpenter, Setenta Autoridad General: 

“Allegarse a ella o a él significa que deliberan en consejo con amor, que se aman y se cuidan el uno al otro, que dan prioridad al tiempo con su cónyuge por encima de intereses ajenos y que acuden a Dios para que los ayude a superar sus debilidades”.

Mejor que un cuento de hadas

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No hay límites en un amor centrado en Dios. Imagen: Más Fe

Es cierto que, cuanto más avanzamos en el tiempo, mayores son las tasas de divorcio y la resistencia de los jóvenes hacia el matrimonio; pero eso no significa que el “felices para siempre” que leemos en los cuentos de hadas es solo imaginario.

Irreal sí sería pensar que no habrá momentos de tensión y desacuerdos, porque así como Cristo vive y nos ama, el enemigo también se esmera por destruirnos. Sin embargo, gracias al sellamiento en el templo, que el presidente Nelson llamó “matrimonio celestial”, podemos superar cualquier obstáculo. 

Porque un matrimonio terrenal está limitado a los esfuerzos humanos de un hombre y una mujer, pero un sellamiento por la eternidad tiene a Dios en el centro. Y nada, absolutamente nada es imposible para el Todopoderoso.

La felicidad está garantizada en tu matrimonio cuando ambos cónyuges se esfuerzan y buscan que el Señor sea el centro y mediador, enseñó el presidente Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles.

“No solo existe tal cosa como un matrimonio feliz, sino que los matrimonios felices son la regla, no la excepción.

Hay que trabajar para mantener un matrimonio. Todo lo bueno que conozco en este mundo hay que trabajarlo.

“Dios te ayudará. De todas las cosas en este mundo en las que Él te ayudará, te ayudará con tu matrimonio y tu familia, porque a Él le importan al menos tanto como a ti”.

Con Dios, tú también puedes tener un felices para siempre.

En esta vida y por la eternidad.

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