Nota del editor: Este texto fue escrito por JeaNette Goates Smith y fue adaptado por Más Fe.
Durante años, se ha enseñado que el arrepentimiento consiste en una serie de pasos: reconocer el pecado, sentir remordimiento, confesarlo, hacer restitución y no volver a pecar.
Sin embargo, como terapeuta, la autora ha visto que completar estos pasos puede tomar semanas o años. Por eso, cuando el presidente Russell M. Nelson habla de arrepentimiento diario, debe referirse a algo más profundo y accesible.
Doctrina y Convenios 58:43 enseña que quien se arrepiente confiesa y abandona el pecado. Esto ha llevado a muchos a creer que repetir un pecado significa que no se ha arrepentido verdaderamente, lo cual puede ser desalentador.
Muchos misioneros han sentido vergüenza por seguir luchando con las mismas debilidades. Sin embargo, las enseñanzas del presidente Nelson ofrecen una visión más esperanzadora: “El arrepentimiento no es un evento, es un proceso” (Conferencia General, abril 2019). Esto cambia todo.
Qué es el arrepentimiento diario

Cuando el profeta habla de arrepentimiento diario, no se refiere a abandonar por completo un pecado cada día, sino a enfocarnos constantemente en mejorar.
Él invita a experimentar el poder del arrepentimiento diario, lo que significa simplemente hacer y ser un poco mejores cada día. Esta definición hace que el arrepentimiento sea más alcanzable y constante.
Entonces, ¿cómo reconciliamos esto con las escrituras que dicen que debemos “abandonar” el pecado? El élder Christofferson, en “El don divino del arrepentimiento” (octubre 2011), ofrece dos definiciones. Una es: “arrepentimiento significa esforzarse por cambiar”, lo cual concuerda con el enfoque diario.
La otra se refiere al arrepentimiento “real”, ese cambio profundo que puede requerir muchos intentos, pero que es sagrado en su esfuerzo. Dejar atrás un pecado lleva tiempo. Incluso personas como los hijos de Mosíah, que experimentaron una transformación poderosa, podían recaer. Por eso, el único arrepentimiento que podemos medir es nuestro compromiso de esforzarnos.
El bien como evidencia del arrepentimiento

Arrepentirse no es solo dejar de hacer el mal, sino comenzar a hacer el bien. Reemplazar una mala conducta con una buena acción es esencial. Por ejemplo, alguien que deja el cigarro puede empezar a masticar chicle.
Un cliente de la autora, al luchar contra la pornografía, reemplazó esa conducta con investigación genealógica. A veces el bien que hacemos está directamente relacionado con el pecado, como devolver lo robado, pero en otras ocasiones es una transformación general del corazón.
Como dice Predicad Mi Evangelio, debemos reemplazar conductas inapropiadas con comportamientos saludables.
No se trata de compensar el pecado con buenas obras. El élder Maxwell enseñó que podemos estar en actitud de arrepentimiento aunque no haya una transgresión grave. Esto significa que todo lo bueno que hacemos también es parte del proceso de arrepentimiento.
El arrepentimiento diario no implica completar todos los pasos tradicionales cada 24 horas. Más bien, es un proceso continuo. Es mejor entenderlo como estar en proceso de arrepentirse diariamente, siempre acercándonos más a Cristo, no tachando pecados de una lista.
Arrepentimiento instantáneo

También existe un tipo de arrepentimiento inmediato: ese giro de 180 grados cuando decidimos cambiar. Puede pasar en un momento, cuando el Espíritu nos toca. Aun si no hemos cambiado por completo, el deseo de hacerlo ya es una forma de arrepentimiento.
Este cambio de corazón fue el que experimentaron el pueblo del rey Benjamín, los de Zarahemla, y Alma el joven. Aunque requerimos toda una vida para demostrar nuestra fidelidad, el deseo sincero de cambiar ya es válido ante Dios.
Saber que el arrepentimiento es un proceso diario brinda alivio. Tropezar no significa fracaso. Aprendemos de nuestros errores, y la Expiación de Cristo nos da fuerza. Además, el bien que hacemos cada día indica que estamos en el camino correcto.
El evangelio nos recuerda que “Dios nos recibe de vuelta cada vez que nos arrepentimos”. Esa bienvenida constante no depende de que ya hayamos superado por completo un pecado, sino de cada esfuerzo por acercarnos a Cristo.
Cómo el arrepentimiento diario lleva al arrepentimiento real

El arrepentimiento es más que un cambio de conducta: es un cambio de corazón. A veces pecamos repetidamente, pero al reflexionar, descubrimos patrones, emociones y pensamientos que alimentan esos pecados. Por ejemplo, un arranque de ira podría estar motivado por orgullo o falta de caridad.
El chisme puede venir de envidia. Identificar esas emociones subyacentes es clave para lograr un cambio duradero.
Estar en lugares sagrados y con personas que llevan el Espíritu puede ayudarnos a detectar nuestras debilidades. En un ambiente espiritual, los pensamientos inapropiados se hacen evidentes.
Como le pasó a una hermana que murmuraba mientras servía, hasta que otra mujer, con caridad, cambió el ambiente con sus palabras. El espíritu tocó su corazón y ella también cambió.
El arrepentimiento diario es acercarse más al Salvador cada día. Nos parecemos más a Él cuando pensamos y actuamos como Él. Cada acto de compasión, perdón y servicio es parte del proceso. Arrepentirse no es una carga; es una bendición continua.
Fuente: Meridian Magazine
Video relacionado
@masfe.org La verdadera felicidad proviene de estar en paz con uno mismo. De amarse, aceptarse y reconocer el valor que tenemos como hijos de Dios. Porque la felicidad no depende de nuestras circunstancias, sino de lo que tenemos en el corazón. #felicidad #consejo #marianofernandez #sud #masfe #cristianos #amorpropio #consejos ♬ sonido original – Masfe.org