Es posible que muchos no sepan que la expresidenta general de las Mujeres Jóvenes, Ardeth Kapp, nunca tuvo hijos.

Ardeth Kapp. Fuente: Church News
Ella y su esposo, Heber, han adoptado familias en muchos lugares: los misioneros que sirvieron con ellos en la Misión Canadá Vancouver, los obreros del templo con los que pasaron tiempo en el Templo de Cardston, Alberta, y las mujeres jóvenes de todo el mundo.
Aun así, la hermana Kapp nunca pudo dar a luz a sus propios hijos y en un reciente podcast Santo de los Últimos Días, recordó cómo la bendición de un profeta le trajo paz en este aspecto de su vida.

Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
La hermana Kapp habló sobre el dolor de la infertilidad.
“Pasas por este agonizante proceso de pensar: ‘Bueno, quizás no seamos dignos’ y, luego, [mi esposo] fue llamado a servir como obispo y pensé: ‘Debo ser yo quien no sea digna’”, expresó.
La hermana Kapp habló más sobre este momento de su vida en el extracto a continuación.

Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Morgan Jones: Ambos han tenido oportunidades increíbles y grandes desafíos.
Sirvieron juntos como presidentes del templo y de misión. Luego, usted sirvió como presidenta general de las Mujeres Jóvenes. Posteriormente, ambos enfrentaron el desafío de no poder tener hijos.
¿Cómo influyeron estas experiencias en su matrimonio?
Ardeth Kapp: Recuerdo todas las cosas que pasamos y me doy cuenta de que las pruebas más difíciles fueron las que nos unieron. En ese sentido, permíteme decir que fue un momento muy difícil.

Imagen: Shutterstock
Mi hermana menor, tuvo 11 hijos, y siempre llamaba emocionada para anunciar sus embarazos. Yo pensaba: “¿Por qué no podemos recibir la respuesta a nuestras fervientes oraciones? ¿Qué no estamos haciendo?”
Lo que comparto es muy personal. Quizás, mis seres queridos y amigos dirían:
“No seas egoísta, podrías adoptar. Podrías aprender a amar a los niños. Yo pensaba: ‘¿Aprender a amarlos? Ambos estudiamos educación para poder criar a nuestros hijos’.
Los hijos de nuestros vecinos siempre decían: ‘Cuando su esposo llegue a casa, ¿podría arreglar mi bicicleta?’.
Pensaba, amamos a los niños. Entonces, ¿Qué hacemos? ¿Cómo decidimos qué hacer y qué no hacer?”

Imagen: Canva
Recuerdo haber hablado con mi papá porque lo amaba. Era un padre perfecto. Yo decía: “Papá, ¿qué hago? ¿Cómo tomo una decisión con seguridad?” Y él decía: “Tu esposo está viviendo como se debe. Si tiene impresiones fuertes al respecto, sigue a tu esposo, no a tu padre en este momento”.
Pensé: “Esa es la línea del sacerdocio” y me sentí en paz al respecto. Él decía: “Seguiremos preguntando. No obstante, cuando sea el momento adecuado, lo sabremos”. Recuerdo que una vez pensé: “Pero, ¿cómo lo sabremos?”
En esa época era maestra de BYU y cada vez que regresaba a casa debía pasar alrededor de la punta de una montaña y siempre tenía la sensación de que me pedirían volver a hacer algo muy difícil.
Antes había sido consejera en la presidencia de las Mujeres Jóvenes, pero pensé: “Bueno, ¿qué será lo que desean que haga? El presidente de estaca de Heber, necesita mi tiempo y demás”.

Gordon B. Hinckley. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Un susurro me decía: «Hay algo que aún debes hacer». Yo estaba muy preocupada.
Entonces, un viernes antes de la Conferencia General, recibí una llamada telefónica en la que me dijeron: “¿Podrían usted y su esposo reunirse con el presidente Hinckley?” y me sentí aliviada.
No sabía lo que el profeta iba a preguntar o si le iba a pedir a Heber que hiciera algo o a mí. Pero, pensé: «Si hubiera tenido ese fuerte sentimiento y no hubiera pasado nada, ¿cómo hubiera podido confiar en ese sentimiento en el futuro?” Así que solo dije: «Está bien».
Así que fuimos a la reunión y fue un momento muy importante, me llamaron para ser la presidenta general de las Mujeres Jóvenes. Uno de los líderes del sacerdocio me reveló lo siguiente:
“Hubo algunos hermanos que no aprobaron su llamamiento porque no sería un buen modelo a seguir como mujer, casada y sin hijos”. Y él agregó: “Sin embargo, otros líderes confiaron en su gran ejemplo”. Entonces, pensé: “Confía en el Señor con todo tu corazón. No te apoyes en tu propio entendimiento.”

Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Así seguimos adelante a pesar de tener muchas asignaciones en la Iglesia. Luego, cuando fui llamada y apartada, el profeta dijo: “Criarás a tus hijos durante el Milenio cuando Satanás haya sido vencido”. Recuerdo que pensé: «Oh, si hubiera sabido esto 30 años antes, habría sido mucho más fácil». Sin embargo, necesitaba atravesar pruebas y aún sigo enfrentándome a ellas.
Esta es una traducción del artículo que fue publicado originalmente en LDS Living con el título “Sister Ardeth Kapp recalls her experience with infertility and how a prophet’s blessing brought comfort”.
Video relacionado
También te puede interesar
- Cómo la pérdida de su pequeño hijo preparó al élder Kearon para ser apóstol
- Cómo apoyar a tu hijo que regresa de la misión antes de tiempo
- Eterno noviazgo: Tenemos años de relación y no me pide matrimonio