En el Libro de Mormón leemos que después de la crucifixión de Cristo en el Viejo Mundo, el Nuevo Mundo experimentó terribles desastres naturales.
En 3 Nefi 8, se describe que algunas ciudades del Libro de Mormón fueron quemadas, otras sepultadas en la tierra y otras sumergidas en las aguas.
“Se desató una gran tormenta, como jamás se había conocido en toda la tierra. Y hubo también una grande y horrenda tempestad; y hubo terribles truenos de tal modo que sacudían toda la tierra como si estuviera a punto de dividirse.
Y hubo relámpagos extremadamente resplandecientes, como nunca se habían visto en toda la tierra. Y se incendió la ciudad de Zarahemla. Y se hundió la ciudad de Moroni en las profundidades del mar, y sus habitantes se ahogaron”. -3 Nefi 8: 5-9
En este artículo hablaremos de una ciudad específica del Libro de Mormón llamada Jerusalén, pero no la Jerusalén de la Biblia, sino una ciudad diferente en las Américas que recibió el nombre de la antigua ciudad bíblica.
Contexto sobre el Libro de Mormón
Si has leído el Libro de Mormón, recordarás la historia de los grandes misioneros nefitas conocidos como los cuatro hijos de Mosíah.
Uno de estos misioneros, llamado Aarón, “emprendió su viaje a la tierra que los lamanitas llamaban Jerusalén, nombre dado en memoria del país natal de sus padres; y se encontraba allá, en las fronteras de Mormón. Y los lamanitas, los amalekitas y el pueblo de Amulón habían edificado una gran ciudad que se llamaba Jerusalén” ( Alma 21:1-2).
Entonces, el Libro de Mormón ubica la ciudad de Jerusalén dentro de la tierra del mismo nombre, la cual colinda con la tierra de Mormón.
También debes recordar que en la tierra de Mormón había una fuente de agua llamada las Aguas de Mormón, donde un hombre llamado Alma enseñó y bautizó a muchas personas (Mosíah 18:16).
En medio de las calamidades descritas en 3 Nefi 9, leemos que Dios expresa lo siguiente:
“Y he aquí, he cubierto de tierra esa gran ciudad de Moroníah, y los habitantes de ella, para ocultar sus iniquidades y sus abominaciones de ante mi faz, para que la sangre de los profetas y de los santos no ascienda más hasta mí en contra de ellos…
Sí, y la ciudad de Oníah y sus habitantes, y la de Mocum y sus habitantes, y la ciudad de Jerusalén y sus habitantes“. (3 Nefi 9:5; 7).
Investigaciones arqueológicas
La Iglesia de Jesucristo no tiene una postura oficial sobre la ubicación geográfica específica de los eventos del Libro de Mormón. Sin embargo, algunos investigadores Santos de los Últimos Días han intentado encontrar lugares plausibles para estas ciudades.
La mayoría apunta a Mesoamérica como el escenario más probable, pero existen otras teorías.
En 1985, el investigador John L. Sorenson publicó el libro llamado “An Ancient American Setting for the Book of Mormon” (“El entorno de la antigua América para el Libro de Mormón”, en español).
Sorenson propuso que las Aguas de Mormón podrían ser el actual Lago de Atitlán en Guatemala basándose en los datos geográficos del libro.
También sugirió que la ciudad de Jerusalén (en la frontera con la tierra de Mormón) probablemente se ubicó en la costa suroeste de este lago antes de que fuera inundada.
Aquí la cosa se pone interesante.
En la década de 1990, diez años después de la conclusión de Sorenson, Roberto Samayoa buceaba en el Lago de Atitlán y descubrió evidencia de una ciudad antigua a más de 15 metros bajo la superficie, cerca de la costa sur. Una ciudad sumergina ahora se llama Samabaj, apodada por algunos como la “Atlántida Maya“.
Antes de emocionarnos demasiado, debo aclarar que Samabaj podría no ser la ciudad de Jerusalén del Libro de Mormón. Hay sorprendentes paralelismos, pero también algunas discrepancias.
Paralelismos
1. Se sumergieron con rapidez
Por ejemplo, en cuanto a las similitudes más relevantes, tanto Jerusalén como Samabaj se sumergieron rápidamente.
Un periódico informó que “el área, a 15 metros bajo la superficie del lago, en cierto momento fue una isla hasta que un evento catastrófico, como una erupción volcánica o un deslizamiento de tierra, elevó el nivel del agua”.
2. Centros de religión
Además, tanto Samabaj como Jerusalén parecen haber tenido una importancia religiosa.
En el Libro de Mormón, un detractor en Jerusalén se opuso al llamado al arrepentimiento de Aarón, diciendo:
“¿Cómo sabes que no somos un pueblo justo? He aquí, hemos edificado santuarios, y nos reunimos para adorar a Dios”. (Alma 21:6)
De manera interesante, en Samabaj se han encontrado “no menos de 16 estructuras religiosas”. La arqueóloga Sonia Medrano señaló:
“Las estructuras religiosas demuestran que este era un lugar de rituales públicos y peregrinación”.
Contradicciones
En cuanto a los detalles que no encajan perfectamente, si bien la ciudad data del período maya preclásico (desde 1000 a.C. a 250 d.C.), que coincide con el periodo que se cubre en todo el Libro de Mormón (600 a. C. y 400 d. C), la mayoría de los expertos estiman que la ciudad probablemente se hundió alrededor del 250 d.C.
Si este dato es correcto, habría un desfase de más de doscientos años con la ciudad de Jerusalén.
Un mundo lleno de posibilidades
En cualquier caso, Samabaj nos demuestra como mínimo que las descripciones en el Libro de Mormón sobre ciudades que se hundieron repentinamente no solo son acontecimientos posibles, sino que de hecho han ocurrido antes en lo que muchos creen que es el área correcta y, aproximadamente, en la época correcta.
Como dato adicional, el Lago de Atitlán es bastante grande y profundo. Tiene una superficie de aproximadamente 80 kilómetros cuadrados (unas 294 veces más grande que la Ciudad del Vaticano en Roma).
La profundidad promedio del lago es de más de 220 metros, pero supera los 320 metros en su punto más profundo, lo suficiente para sumergir dos Monumentos a Washington apilados uno encima del otro.
No es una sorpresa que, al final, Samabaj no sea el único sitio arqueológico sumergido que se ha descubierto en el lago, y creo que tampoco será el último. Todavía hay mucho que no sabemos sobre Samabaj.
No es fácil excavar un sitio arqueológico en tierra firme, y hacerlo bajo el agua de seguro es un desafío formidable. Todavía nos queda mucho por aprender sobre esta fascinante ciudad. Así que veremos qué nos depara el futuro.
Por supuesto, nada de esto prueba que el Libro de Mormón sea verdadero. Estos son solo fragmentos interesantes que algunos pueden tomar como algo que aumenta su fe.
Personalmente, lo tomaría con cautela puesto que, aunque fascinantes, estos datos ciertamente no deberían ser la base de nuestro testimonio sobre la veracidad del Libro de Mormón. Eso debe venir de Dios a través del testimonio del Espíritu Santo.
Si aún no lo has hecho, te invito a estudiar el Libro de Mormón y a preguntarle a Dios por ti mismo si es lo que dice ser.
Si quieres aprender más sobre el Libro de Mormón te recomiendo leer este artículo o puedes dejarme un comentario que con gusto te responderé.
Fuente: Saints Unscripted