“Mientras estamos en el florecimiento y la vitalidad de los primeros años de la vida adulta, la muerte puede parecer demasiado lejana para pensar en ella, lo que dificulta conectar la forma en que una persona vive en esta vida [terrenal] con la recompensa que recibirá en la próxima”. – Élder Evan A. Schmutz
¿Qué pasaría con nosotros si morimos a una temprana edad y no nos hemos preparado para reencontrarnos con Cristo? ¿Cómo podemos prepararnos ahora para recibir bendiciones en el más allá?
Precisamente, de ese tema habló el élder Evan A. Schmutz, Setenta Autoridad General, durante un devocional en Brigham Young University (BYU), el 13 de febrero.
“Imaginen el hermoso día en el que regresarán a la presencia de Jesucristo”, invitó el élder Schmutz a la audiencia.
El profeta Alma preguntó:
“¿Podéis imaginaros oír la voz del Señor en aquel día, diciéndoos: Venid a mí, benditos, porque, he aquí, vuestras obras han sido obras de rectitud sobre la faz de la tierra?” (Alma 5: 16).
¿Te imaginas que hayamos obrado tan justamente durante nuestra vida en la Tierra que Jesucristo nos reciba con los brazos abiertos en el reino celestial después de morir? ¿Crees que te pasaría eso a ti?
“El don de la vida eterna está reservado para aquellos que aceptan guardar los convenios que hicieron en la Casa del Señor”, dijo el élder Schmutz.
La pertenencia celestial suprema se ofrece a cada hija e hijo de Dios, pero no todos podrán acceder a ella. Esto depende de su obediencia a los mandamientos y sus convenios, y su voluntad de mantener al Señor como el centro de su vida.
El élder Schmutz recomendó tres hábitos que podemos desarrollar para garantizar nuestro regreso al hogar celestial:
Visitar la Casa del Señor
“Aprender en la Casa del Señor nos ayuda a imaginar el encuentro con Dios”, dijo el élder Schmutz.
Al ingresar al templo y participar de las ordenanzas sagradas, recordamos cuál es nuestro lugar en el plan de salvación y reconocemos el papel clave de Cristo en nuestra vida.
Asimismo, en este lugar sagrado, podemos tener acceso al poder de Dios:
“El acceso al poder de Dios incluye el espíritu de revelación y la capacidad de ‘ver’ lo que no se ve. Esto mejora nuestra capacidad de prestar atención a la invitación del presidente [Russell M.] Nelson de ‘pensar de manera celestial’”, agregó el élder Schmutz.
Llevar la experiencia del templo con nosotros
Una manera de llevar la experiencia del templo a todos lados es usando los gárments del santo sacerdocio. El presidente Nelson enseñó:
“Sus gárments simbolizan el velo [del templo]; el velo es un símbolo del Señor Jesucristo. Entonces, cuando usen sus gárments, podrán sentir que realmente se están poniendo sobre sí el sagrado símbolo del Señor Jesucristo”.
El élder Schmutz nos animó a “recibir los gárments con alegría y usarlos con reverencia”, en lugar de buscar motivos para quitárnoslos.
Asimismo, la recomendación para el templo es un recordatorio simbólico de nuestro compromiso de guardar los convenios que hicimos.
“Nuestra recomendación para el templo es un símbolo tangible de dignidad personal y de nuestro deseo de estar en la Casa del Señor”.
Otra manera de llevar con nosotros la experiencia del templo es recordar los convenios que hicimos en el nombre de Jesucristo:
“Los invito a hacer de esto una práctica diaria”, dijo el élder Schmutz.
Este hábito nos traerá más experiencias espirituales y sagradas a nuestra vida.
Ampliar nuestro conocimiento sobre el hogar celestial
El élder Schmutz dijo:
“Dios sabe que no podemos imaginar un hogar celestial que no hayamos visto o del que no hayamos oído hablar”.
Sin embargo, al estudiar sobre la gloria de Dios a través de las Escrituras, podremos adquirir el conocimiento que nos motivará a alcanzar el hogar celestial y desarrollar los atributos necesarios para ser merecedores de él.
Finalmente, el élder Schmutz testificó de “la realidad de un día venidero de gozo y alegría para los fieles, que escuchan al Señor decir: ‘Venid a mí, benditos’. Que sean bendecidos al imaginar y experimentar ese momento en su vida eterna”.
Fuente: Church News