¿Alguna vez has sentido que la tristeza que sientes no tiene fin, como si estuvieras cayendo en un agujero sin fondo? Si es así, debes saber que no estás solo.
La depresión es una enfermedad seria y si estás pasando por esto, es fundamental que también busques ayuda de un doctor o un terapeuta especializado.
Por más fe que tengamos no podemos dejar de lado la ayuda que podemos recibir de un profesional.
Para ayudarte a ganar la batalla, aquí te comparto algunos puntos que pueden ayudarte en tu camino a la sanación. ¡Dales un vistazo!
1. Tristeza vs. desesperación
Primero, es importante entender la diferencia entre la tristeza y la desesperación.
La tristeza es algo que todos experimentamos, es parte de la vida. Incluso Dios sintió tristeza, como vemos en Doctrina y Convenios 76:25-26 y en Moisés 7:28-33.
La desesperación, en cambio, es peligrosa porque puede llevar a la depresión. La desesperación surge por la falta de esperanza y puede alejarnos de la paz y la felicidad.
2. Depresión: una enfermedad física y espiritual
La depresión puede verse tanto como una enfermedad del cuerpo como del alma. El cuerpo y el espíritu están interconectados, y lo que afecta a uno, acaba afectando al otro. Por eso, cuidar de tu espiritualidad puede darte fuerzas para enfrentar la depresión.
El élder Wilford W. Andersen, quien sirvió como Setenta Autoridad General, dijo algo muy interesante:
“No deseo minimizar la realidad de la depresión clínica. Algunos encontrarán la solución a la depresión y la ansiedad al consultar a profesionales competentes; pero, para la mayoría de nosotros, la tristeza y el temor comienzan a desvanecerse y los reemplazan la felicidad y la paz cuando depositamos nuestra confianza en el Autor del plan de felicidad y cuando desarrollamos fe en el Príncipe de Paz”. -“La Roca de Nuestro Redentor”, Liahona, Mayo de 2010, pág. 17
3. Comprende el plan
La vida no es fácil, eso es seguro. El presidente Boyd K. Packer explicó que la vida fue diseñada para ser desafiante y que es normal pasar por momentos difíciles.
“Se esperaba que la vida fuera difícil. Es normal sufrir alguna ansiedad, depresión, desilusiones e incluso fracasos.
Enséñenle a los miembros que si de vez en cuando tienen un día, o varios, totalmente lamentable, permanezcan firmes y los enfrenten. Las cosas van a mejorar. Este es el gran propósito de nuestra lucha en la vida”. -“That All May Be Edified”, 1982, pág. 94.
Tenemos la tendencia a olvidar algunos detalles muy rápido. Por eso, necesitamos recordar que todo el plan de Dios está centrado en Jesucristo.
Él se sacrificó para que cada una de nuestras pruebas pudiera ser vencida. Así, cuando aprendemos más sobre Él, su vida y sus enseñanzas, podemos alcanzar la sanación verdadera.
4. Aprende de quienes ya vencieron la depresión
Muchas personas ya han pasado por lo que estás pasando y han logrado vencer la batlla. Kathleen H. Hughes, quien sirvió como consejera en la residencia General de la Sociedad de Socorro compartió:
“Yo misma he encarado los debilitantes efectos de la depresión, pero he aprendido por mi propia experiencia, así como por la de las personas que conozco, que nunca quedamos desamparados, que nunca estamos abandonados.
Hay dentro de nosotros una fuente de bondad, de fortaleza y de esperanza, y si prestamos oídos con confianza, nos levantamos. Somos sanados. No sólo sobrevivimos, sino que amamos la vida. Reímos, nos regocijamos y salimos adelante con fe”.
Las Escrituras también están llenas de historias de personas que superaron grandes desafíos, como Job y José Smith. Estudiar estas historias puede fortalecernos y darnos esperanza.
5. Busca revelación personal
Estudiar las Escrituras, orar, ayunar y participar de las reuniones de la Iglesia pueden traer revelación a nuestra vida y ayudarnos a superar la depresión.
El presidente Dallin H. Oaks, de la Primera Presidencia, comentó que la revelación puede elevarnos, sacándonos de un estado de depresión o pesimismo.
“En algún momento de nuestra vida, cada uno de nosotros tiene la necesidad de que se le eleve de la depresión, de una sensación de temor o de ineptitud, o simplemente de un estado de mediocridad espiritual.
Debido a que nos eleva el espíritu y nos ayuda a resistir lo malo y buscar lo bueno, considero que el sentimiento edificador que se recibe con la lectura de las Escrituras, la buena música, el arte o la literatura es un propósito evidente de la revelación”.
Sentir que Dios no nos abandona es esencial para vencer la depresión. La revelación también ampliará nuestra visión y nos dará una nueva perspectiva de la vida. Sabremos que las bendiciones prometidas se cumplirán.
6. Toma la Santa Cena
Participar dignamente de la Santa Cena puede fortalecer espiritualmente.
Este acto invita al Espíritu Santo a estar siempre con nosotros, nos ayuda a sentir el ministerio de los ángeles y nos santifica por el sacrificio de Cristo.
7. Desacelera y no caigas en la procrastinación
A veces, la rutina frenética puede llevarnos a la depresión, al igual que la procrastinación. El equilibrio es la clave. Como el élder Quentin L. Cook, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo:
“Vivimos en un mundo ruidoso y lleno de contiendas, donde es posible ver u oír información, música o hasta tonterías sin sentido prácticamente a todas horas.
Si queremos obtener la inspiración del Espíritu Santo, necesitamos tener tiempo para desacelerar, para ponderar, para orar y para vivir de modo que seamos dignos de recibir esa inspiración y actuar bajo Su guía.
Evitaremos mayores errores si prestamos atención a Sus advertencias. Tenemos el privilegio, como miembros de la Iglesia, de recibir de Él luz y conocimiento, hasta el día perfecto”.
El élder Joseph B. Wirthlin destacó:
“El trabajo es la terapia del alma. El Evangelio de Jesucristo es el evangelio de trabajo. Yo creo que mucho del ocio que experimentamos es porque no comprendemos la expiación del Señor.
Simplemente no podemos sentarnos sin hacer nada y esperar tener éxito en las cosas espirituales ni en las temporales. Tenemos que hacer todo lo que esté a nuestro alcance por alcanzar nuestras metas, y el Señor hará el resto”. -“Lecciones Aprendidas en la Jornada de la Vida”, Liahona, Mayo de 2001, pág. 39
8. Sirve a tu prójimo
Servir a tu prójimo es una manera poderosa de superar la depresión. Cuando nos dedicamos a ayudar a los demás, terminamos olvidando un poco de nuestros propios problemas.
Y lo mejor de todo es que recibimos más de lo que damos. Ya sea lavando los platos o escuchando a un amigo, el servicio nos trae alegría y sanación.
¿Qué más agregarías a esta lista? ¡Deja tus comentarios!
Fuente: maisfe.org