Pregunta
Escuche en un discurso de la conferencia general donde el élder Dean Davies dijo: “La ley del ayuno se cumple en su plenitud cuando se entrega la ofrenda de ayuno al representante del Señor, el obispo”.
A veces mi esposa y yo ayunamos por otras razones y en momentos distintos al domingo de ayuno. Cuando hacemos estos ayunos “extra”, mi esposa se preguntó si deberíamos dar una ofrenda de ayuno. Yo le dije que no creía que fuera necesario, ya que el ayuno adicional no forma parte de la “ley del ayuno”. ¿Qué opinas?
Respuesta

En La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, el ayuno no es solo abstenerse de comer. Es una práctica espiritual profunda con varios propósitos clave. La Iglesia enseña que el ayuno cumple tres funciones principales: ayudar a los pobres y necesitados, promover el crecimiento espiritual personal y poner a prueba la fe y la humildad.
Uno de los aspectos más importantes del ayuno es su vínculo con la caridad. Se anima a los miembros a ayunar el primer domingo de cada mes, absteniéndose de dos comidas y donando el dinero ahorrado como ofrenda de ayuno para ayudar a quienes lo necesiten. Esta práctica está basada en las enseñanzas de Jesucristo, quien enfatizó la importancia de cuidar a los pobres y necesitados.
El élder Dean M. Davies expresó este principio al decir:
“El cuidado del pobre y del necesitado es una doctrina fundamental de la doctrina del Evangelio, y un elemento esencial en el eterno Plan de Salvación”.

Las Escrituras refuerzan esta idea, como en Deuteronomio 15:11:
“Porque no faltarán menesterosos de en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra”.
Así, el ayuno no es solo un sacrificio personal, sino también un acto comunitario que fomenta la compasión y la empatía entre los miembros de la Iglesia.
El ayuno también es un medio para el crecimiento espiritual personal. Es un momento para reflexionar, orar y buscar guía del Padre Celestial.
Ayunar puede fortalecer el espíritu, aumentar la humildad y ayudar a conectarse más profundamente con Dios. Al abstenerse de alimentos, se invita a los miembros a enfocarse en la oración y en asuntos espirituales, lo que les permite acercarse más al Señor.

El presidente Joseph F. Smith habló sobre la importancia del equilibrio al ayunar y advirtió sobre el exceso. Dijo:
“Se puede llegar a exagerar. Un hombre puede ayunar y orar hasta morir, pero no hay ninguna necesidad de ello ni hay prudencia en hacerlo”.
Este punto de vista destaca la importancia de mantener el ayuno como una experiencia espiritual edificante y no como una carga o una obligación excesiva.
Además, el ayuno puede poner a prueba nuestra fe. Nos reta a confiar en Dios y en Su tiempo. Cuando los miembros ayunan por motivos específicos —como pedir sanación o guía—, se les recuerda que deben someter su voluntad a la de Dios. Esta dimensión del ayuno fortalece la humildad y nos ayuda a reconocer que, aunque la fe es esencial, el resultado final está en manos del Señor.
También hay consideraciones prácticas que los miembros deben tener presentes: las directrices para el ayuno, el papel de la ofrenda de ayuno y la flexibilidad en la práctica del ayuno.

La Iglesia invita a los miembros a ayunar dos comidas consecutivas, generalmente el primer domingo de cada mes. Sin embargo, hay flexibilidad. Si alguien no puede ayunar ese día por razones de salud u otras circunstancias, se le anima a elegir otro momento. Esta adaptabilidad permite que el ayuno se practique de forma significativa y factible para cada persona.
Como ya se mencionó, las ofrendas de ayuno son una parte esencial del ayuno. Se invita a los miembros a donar el equivalente al valor de las comidas que no consumieron. Pero también se destaca la importancia de la generosidad. El presidente Thomas S. Monson animó a los miembros a “ir más allá del mínimo” y donar más si pueden. Este principio refuerza la idea de que el ayuno no se trata solo de sacrificio personal, sino también de ayudar verdaderamente a otros.
En años recientes, ha crecido el interés en ayunar por razones de salud, especialmente para tratar enfermedades crónicas o mejorar el bienestar general. Si bien la Iglesia no promueve específicamente el ayuno con fines de salud, reconoce que las personas pueden ayunar por motivos personales más allá del ayuno mensual tradicional.
Fuente:Ask Gramps
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