El 25 de mayo, durante la dedicación del Templo de Abiyán, Costa de Marfil, el élder Ronald A. Rasband pronunció la oración dedicatoria. Mientras tanto, Sery Koné, un miembro de la Iglesia de 40 años, traducía cada palabra al francés.
En un momento de profunda emoción, Koné inclinó la cabeza y no pudo contener las lágrimas.
Más tarde describió esa experiencia como una de las más espirituales de su vida.
La historia de Sery Koné es un testimonio del poder transformador del evangelio. Su niñez fue extremadamente difícil. A los 4 años, tras el divorcio de sus padres, lo llevaron a un poblado remoto, donde trabajaba largas jornadas en una plantación de cacao. Pasaba 10 horas al día trabajando y recibía muy poca comida.
A los 10 años logró escapar y regresó a Abiyán con la esperanza de reencontrar a su familia materna.
El primer milagro llegó cuando un orfanato le ofreció refugio. Más tarde, un tío lo reconoció entre la multitud de la ciudad. Sin embargo, la alegría del reencuentro se convirtió en tristeza cuando supo que su madre había fallecido hacía poco.
Un mensaje que cambió su vida

Herido y sin fe, Koné rechazó la religión de su familia. Sin embargo, un día invitó a dos misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días a su casa, solo por curiosidad.
Cuando le enseñaron el plan de salvación y le dijeron que podría volver a ver a su madre, algo cambió en su corazón. Se bautizó dos semanas después.
Durante la secundaria, Koné prometió a Dios que serviría una misión si lograba aprobar sus exámenes. Aunque pasó los exámenes, eligió ingresar primero a la universidad. Un año después, tras un periodo difícil, recordó su promesa y decidió servir.
Su misión en la República Democrática del Congo transformó su perspectiva.
“El principal converso fui yo mismo”, afirma.
Formación y servicio

Al regresar, no pudo volver a su universidad. Aprendió inglés, trabajó para ahorrar y logró ser admitido en BYU–Hawái. Allí fortaleció su fe, su educación y su deseo de ayudar a otros.
Hoy, Koné sirve como segundo consejero en la presidencia de la Misión Abiyán Este. Además, lidera proyectos para ayudar a niños vulnerables y a mujeres emprendedoras.
Durante la dedicación del templo, Koné recordó el anuncio que había escuchado años antes mientras servía en el Templo de Laie, Hawái.
El Templo de Abiyán es para él mucho más que un edificio. “Es un vínculo entre la tierra y el cielo”, dijo. Mientras traducía la oración dedicatoria, pensó en su madre y en el milagro que el evangelio había obrado en su vida.
Fuente: Church News
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